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Temas de historia regional y local

lunes, 7 de febrero de 2011

La Casa Senior y su circuito exportador (1884-1930)


Josías Senior

LA CASA SENIOR Y SU CIRCUITO EXPORTADOR (1884-1930)

Texto presentado en el V Taller Internacional de Historia Regional y Local.
Instituto de Historia de Cuba. La Habana, 2002.
Publicado en: Revista Del Caribe. Casa del Caribe. Santiago de Cuba. Nº 42/2003. Pp. 76-81.

INTRODUCCIÓN

Dos grandes posturas han sido manejadas por la historiografía falconiana y venezolana al hablar de Coro como región, ambas marcadas por el término aislamiento: una visualiza la región en su continuidad histórica, asociándola al atraso general y la pobreza económica; otra la imagina con un intenso comercio marítimo y que -aunque aislada de otras regiones de Venezuela- tenía fuertes lazos con el resto del mundo, pero particularmente con las Antillas holandesas, sobre todo Curazao, a partir de las actividades de contrabando. El correlato a esto se encuentra en la historiografía venezolana, que ha insistido una y otra vez en el aislamiento de las regiones con respecto al centro y entre sí. Esta imagen es propia del pensamiento positivista que aún impregna el análisis histórico venezolano. Este trabajo rescata, a través del caso concreto de la Casa Senior, comerciantes exportadores-importadores de origen sefardita curazoleño, la complejidad del tema del comercio exportador rompiendo con la historia aislacionista oficial, a partir de tres productos: el café (Coffea arabica), las pieles de chivo y el dividive (Caesalpinia coriaria), en el lapso 1884-1930.
La Casa Senior desenvolvió sus actividades en la que, en este trabajo, se denominará región coriana, producto del intento de los comerciantes radicados en Coro, entre ellos la firma Isaac A. Senior e hijo, por consolidar un marco geográfico robusto y estable para sus actividades. La región coriana configuró un amplio mapa comercial que dependía de Coro en tierra firme y de la isla de Curazao en el Caribe, y su influencia abarcaba por el sur las depresiones de Carora y Barquisimeto,   llegando hasta el estado Trujillo; por el occidente el estado Zulia; y por su lado oriental hasta  Puerto Cabello, estado Carabobo.
Por el norte, la región crecía hacia el exterior penetrando el mar Caribe, a través del enlace Coro-Curazao. Desde esta isla la red comercial surcaba las aguas caribeñas y las trasponía para llegar a Nueva York, Hamburgo, El Havre, Manchester, Belfast, Barcelona (Esp.) y otras ciudades europeas, vinculándose así la Casa Senior con los principales mercados comerciales, industriales y financieros del mundo de entonces.  
A partir del comercio exportador-importador la región abasteció de materias primas a países industrializados e introdujo los productos manufacturados que la industria nacional no ofertaba.  En este comercio jugaron un papel fundamental los comerciantes antillanos de origen hebreo sefardita, entre ellos Isaac Abraham Senior y sus hijos. A estos comerciantes debió la región coriana la estructuración, en el último cuarto del siglo XIX, de su red de vinculaciones con el mercado mundial.

EL CAFÉ CORIANO

La aproximación al estudio del café coriano devela cómo la región se eslabonó en la economía venezolana del café y en el mundo del capitalismo internacional, comprendiendo sus aspectos particulares y analizando con documentación primaria más de cuarenta años de historia, que arrojan una primera gran visión sobre la integración de la región y su articulación al mundo de los trust y los carteles.
Las más antiguas operaciones de la Casa Senior con el café retrotraen a 1851. Alrededor de estas operaciones se encontraron un exportador con visión capitalista –la Casa Senior-, un pequeño productor, un agro ineficiente y un mercado internacional ávido de café. Nueva York, El Havre y Hamburgo fueron el destino del Coffea arabica coriano, un café de muy dispar calidad que  carecía de tipos fijos. Coro se hizo exportador de lo que en el mercado de fines del XIX y primeras décadas del XX se llamaron clases ordinarias: cafés de baja calidad y bajos precios utilizados como mezcla para hacer rendir el café tostado y molido.
Lo usual en el negocio del café era la venta adelantada de cosechas, quedando así atado el productor a la dinámica impuesta por el exportador, y recayendo sobre aquél, en forma más aguda, las circunstancias desventajosas del mercado. Los diversos momentos de la producción y comercialización del café estaban severamente limitados por factores que restaban velocidad a la reproducción del ciclo del capital, como por ejemplo tecnologías atrasadas para la cosecha, lavado y trillado del grano.
la Casa Senior controlaba la tupida red que integraba el negocio del café coriano, adquiriendo el grano en compras menudeadas, que iban entrando por partes desde los diferentes puntos de la región. Además, se anunciaba en la prensa local como exportadora de frutos.
El café coriano sufrió los avatares de la crisis de sobreproducción de 1895, cuyo detonante fue la presencia en el mercado de millones de sacos de café, producto de la coincidencial llegada de la fase de producción en plantaciones de Java, Colombia y particularmente Brasil. Los productores brasileños comenzaron a ofertar granos ordinarios. Otros países soportaban sus exportaciones sobre la base de estos granos, pero la entrada de los brasileños a competir dio un vuelco radical a las cosas, pues los compradores se negaron a adquirir el café ordinario de otras procedencias a menos que se ofertara a precios aun menores que los brasileños. También se vio afectado el grano por la revolución Libertadora (1902-1904), que colocó en situación de mora y/o quiebra a la mayoría de los productores. El agro coriano se empobreció, sus productores se endeudaron, los niveles de producción y de reinversión se afectaron  negativamente y se consolidaron los aspectos regresivos de esta área: sujeción al gran exportador local, atraso tecnológico y poca diversificación productiva. La Casa Senior inició movimientos tendentes a proteger sus operaciones y salvaguardar su proceso de acumulación de capital: contrajo la expansión de sus créditos, evadió la apertura de nuevas relaciones comerciales, conservando sólo las de su total confianza, y diversificó aún más sus intereses invirtiendo en el sector industrial, en la bolsa de Caracas y en el sector bancario.
Comenzando el siglo XX las plantaciones de las Indias Holandesas padecieron las consecuencias de plagas. La coyuntura colocó a Venezuela como segundo productor mundial de café y primer productor mundial de cafés suaves. Pero la calma fue corta.  La libre competencia que caracterizó al café en esta etapa generó bruscas caídas y ascensos de precios que quedaron plasmados en numerosos reportes  enviados a Senior a lo largo de lapso 1900-1910. Durante la segunda década la región coriana vivió  un atroz verano que se inició en 1911 y se prolongó hasta 1913, acompañado de una plaga de langostas y una hambruna fatal para el plano costero coriano. A esto se unió la Primera Guerra Mundial, que abatió los precios a niveles de finales del siglo XIX. Coincidiendo con la entrada de los Estados Unidos a la Gran Guerra, en 1917, Senior se vio obligado a participar a firmas europeas que no estaba exportando café.
En los años veinte llegó el petróleo a tomar el sitial que el café abandonaba, acosado por una crónica baja de precios que los productores fueron incapaces de afrontar. El ilusorio segundo lugar mundial de Venezuela fue producto de una adversa coyuntura para otros países. La última ficción se vivió en la postguerra, cuando el frenesí de la paz empujó las exportaciones a cifras nunca antes vistas en el siglo. Sin embargo, en 1921 Venezuela retrocedió ante el empuje de Colombia, quien con sus cafés suaves generó un nicho que aún hoy conserva. En Falcón se vivió una vez más la sequía prolongada, causando nuevamente parálisis en las transacciones. El café coriano corría con mala suerte en Nueva York, las calidades venezolanas se caracterizaban por su escasa demanda. Senior respondió intensificando o iniciando la comercialización de nuevos productos que vinieron a compensar el deprimido café coriano. El lapso de crisis mundial a partir de 1929 trajo consigo la debacle de los precios internacionales del café, lo que coincidió en Venezuela con la pérdida de su sitial como principal producto generador de divisas. Con los años treinta el llamado café coriano desapareció de la escena internacional. La Casa Senior dejó de aceptar a los clientes que pagaban con café y lo exportó en forma cada vez más esporádica, desapareciendo este grano de la escena internacional para fines de los años treinta.

LAS PIELES DE CHIVO

Una misma vocación económica en torno a la ganadería menor marcó el occidente semi árido de Venezuela desde la colonia. La Casa Senior y otras firmas corianas fueron herederas de los beneficios de esa actividad, a la que dieron impulso por vía de la exportación legal e intensiva de pieles, abriéndose a relaciones formales con los Estados Unidos y Europa, particularmente con el primero.
El más antiguo libro diario de ventas de la Casa Senior (1851-1865), registra operaciones constantes con pieles enviadas por David Senior a Curazao; e incluso la remisión de pieles en bergantines a Nueva York. Tras el registro de la firma I. A. Senior e hijo (1884) y el impulso que el nuevo socio, Josías Senior, le imprimiera a las actividades mercantiles, las pieles se consolidaron como uno de los pilares de su comercio exportador en el último cuarto del siglo XIX.
Senior exportó pieles a Estados Unidos bajo dos modalidades: el contrato y las consignaciones. En las operaciones por contrato se comprometía a enviar en un lapso determinado una cantidad también determinada de pieles, que debían corresponderse a los promedios de calidad manejados por el mercado y que llevaban un precio asegurado. Bajo la modalidad de consignación el comisionado retenía un porcentaje por comisión, y las pieles eran pagadas al precio vigente en el momento de su colocación. La mayoría de los problemas para hacer competitivas las pieles corianas resultaban de un deficiente manejo del desuello del animal y la defectuosa salazón de las pieles. 
El siglo XX se inició problemático, con la competencia que desde Barquisimeto hicieron varias casas comerciales. A esto se agregó la Revolución libertadora y el bloqueo imperialista de 1902. Se impuso la dificultad para realizar transacciones con pieles, pues los eventos bélicos hacían inseguros los caminos y destrozaban los establecimientos comerciales. Los precios se abatieron por momentos debido a los trastornos políticos y la dificultad para sacar las pieles, pues el peligro de intercepción y pérdida estaba a la orden del día. Pero la agresividad del mercado salió a relucir apenas repuestas las condiciones mínimas de comercialización. Para mediados de 1903 los caminos hacia el interior se abrieron nuevamente y Maracaibo invadió ofertando por las pieles corianas. El segundo quinquenio vertió sobre los criadores dos períodos de sequía: 1905 y 1908. 
Con la crisis ambiental de 1912-1913 la producción de pieles se abatió, exterminados los rebaños por la sequía. Los pequeños productores e intermediarios entraron en situación de mora al no poder honrar sus compromisos. La merma de pieles se reflejó en las exportaciones, enviando Senior a New York progresivamente menos cantidad de pacas. Se hizo lento y dificultoso el cumplimiento de los contratos adquiridos. Pesaba la presión pausada, cortés y permanente de las casas estadounidenses sobre la firma coriana. Mal acababa el verano desolador cuando llegó la desoladora Gran Guerra. La estrechez repercutió en la industria del calzado y aparecieron las mezclas de pieles con lona o gabardina.  El imperio de la piel sobre el calzado se fisuraba.
Las cifras nacionales de exportación entre 1914-1916 se desconocen. De alguna manera la guerra impidió llevar un registro confiable. Pero la región coriana continuó su comercio con el mercado estadounidense. Los precios de las pieles venían desde 1911 en deslizamiento progresivo y tocaron piso en enero de 1916. A partir de allí hubo un año de estabilidad, con mercado firme como promedio y precios que quizás se vieron favorecidos por especulaciones bursátiles asociadas al invierno. La guerra no parecía tocar a los Estados Unidos, el precio de las pieles continuó su ascenso hasta rebasar los 80 cts. Parecía que la crisis europea potenciaba la prosperidad del hijo de Albión.
El ingreso de Estados Unidos a la guerra en abril de 1917 puso fin al auge de precios. De manera estrepitosa, entre abril y septiembre los precios se desplomaron en un 50%. Los exportadores corianos libraron sus propias guerras: contra el ántrax y el desplome de precios en 1917, y en 1918 contra la circular Nº 58 del Consejo de Curtidores, institución estadounidense que intervino en ese momento para regular el proceso importador de pieles. El resultado del ingreso estadounidense a la guerra y las medidas extraordinarias para defender el precio de las pieles fue la caída de las exportaciones nacionales, que entre 1917-1918 llegaron a cifras jamás vistas durante el siglo.
            La firma del armisticio que puso fin a la primera conflagración mundial, en  noviembre de 1918, reactivó de inmediato el mercado de las pieles en New York. Las cifras de exportación se dispararon y Venezuela exportó casi cuatro veces más pieles que en 1918. El frenesí duró cerca de año y medio. Los precios del artículo no parecían alcanzar un techo pese a los intentos de los compradores por controlar el mercado. Era previsible una reacción de descenso luego de tanta apoteosis postbélica... y eso fue lo que pasó.
            Dura etapa los años veinte. Como el café, las pieles iban de salida. Todo parecía confabularse en contra del que hubiera sido desde la Colonia productivo negocio: las fuerzas de la naturaleza, la economía mundial y la nacional, la tecnología del calzado y la moda misma. La producción en masa y el desarrollo de los tejidos sintéticos repercutió sobre las industrias del zapato y el vestido. La moda lanzó a la calle creaciones en calzado nunca antes vistas, con cueros teñidos brillantes y materiales de lujo como brocados, satín, seda, bordados y terciopelo. Desafortunadamente para Senior, los cueros teñidos brillantes no se avenían con las pieles de chivo, que por causas técnicas eran demandadas sólo para hacer cueros negros, no de color, incidiendo esto en la baja del  precio.
            Y mientras transcurrían los años locos en el norte, en Venezuela reventó el pozo Los Barrosos-2 lanzando al aire 16 mil metros cúbicos diarios de petróleo y anunciando con su chorro la estructuración de la industria petrolera y la retracción de una economía agroexportadora que, por demás, iba de salida por su propio pie. Una vez más quedó al descubierto la rigidez de la oferta de las pieles corianas, sometidas las oscilaciones extremas de un nuevo verano que asoló la región entre 1919-1921, seguido de un lluvioso invierno, todo ello mermando volúmenes y trayendo la consabida morosidad.
 Con la primavera de 1920 se inició un agudo descenso que nada detuvo, quizás provocado por exceso de existencias y presión por vender: al finalizar 1920 valían casi un 80% menos que a comienzos del año. A lo anterior se unió la depresión mundial, corta pero profunda, que al generar caída de precios y contracción de demanda implicó menos importaciones.
La circunstancia llevó al ahogo, cuando no a  la quiebra, a más de un comerciante en la región coriana. La correspondencia indica una actitud presionante de Senior buscando recoger el dinero disperso, incluso mediante la intervención de abogado. Todo se ofrecía y todo se exigía, de todo se pedía: animales, hatos, haciendas, quintas, moratorias, fraccionamiento de deuda, arreglo extrajudicial... Nunca volvieron los precios a ser iguales. Con todo, Senior persistió, siendo de conocimiento internacional que su principal renglón de exportación eran las pieles de chivo. Para 1922 reportó a Nueva York 10 000 pieles en almacén. En medio del infinito descenso, Senior continuó recibiendo ofertas de empresas estadounidenses para negociar con pieles, y fue receptivo a nuevas firmas de Nueva York que se le aproximaron buscando negocios en este ramo. Pero sus esfuerzos se vieron mermados, además, por la agresión climática de veranos particularmente duros a lo largo de los años veinte, especialmente en la península de Paraguaná, afectando los rebaños. Senior, sin embargo, persistió en la exportación de pieles al cierre de la década, de la que se ubican transacciones entre 1929-1930 con la firma Lenape Trading Co. Inc., de Nueva York.
Venezuela, oliendo a capital petrolero, modificó sus relaciones de intercambio al compás del nuevo juego internacional. Las pieles, asaltadas por otros materiales y con el plástico a corta distancia, perdieron terreno. No lograron sostenerse como factor de acumulación de capitales, ya que el oportunismo de los empresarios –verdaderos depredadores de la exportación- les hizo abandonar todo esfuerzo sobre los productos que cesaban de ser atractivos para el exterior, encaminando sus esfuerzos de inversión hacia los que mantenían o generaban interés.
Por otra parte, no se generó en los criadores esfuerzo alguno por trabajar el negocio, aplicando tecnologías que prolongaran su competitividad. El productor criollo, sin control alguno en la selección, continuó con las montas indiscriminadas   y el manejo artesanal del salamiento, lo cual convirtió a la piel coriana en un producto poco apetecible, ya que la industria de la curtiembre avanzó hacia mayores grados de exigencia que demandaban locales adecuados y selección genética que garantizara pieles de animales de raza, que facilitaran el curtido y dieran cueros resistentes, suaves y flexibles.

EL DIVIDIVE

El Falcón agroexportador estuvo marcado por la presencia del dividive (Caesalpinia coriaria), el encanto que tuvo este árbol característico de bosques muy secos estaba en su fruto, altamente cotizado en la industria de la curtiembre, consistente en una vaina corta, encurvada o torcida, ligeramente ancha y amarilla que le hizo ganar también el nombre de grano de oro, y en cuyo interior hay semillas que se procesan para su uso en la industria del cuero, extrayéndose los taninos.
El dividive falconiano provenía de la península de Paraguaná y en menor medida de otros puntos del plano costero árido falconiano. Competía en los mercados extranjeros con otros provenientes de puntos como Río Hacha y Cartagena (Colombia), México y Curazao. La demanda internacional de esta materia prima durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, se relacionó con la expansión de los mercados internos de los países industrializados y el incremento y diversificación de sus niveles de consumo. Falcón aportó, en ese momento, tanto pieles de chivo como el dividive.       
En la Venezuela independiente el dividive se hizo de un nicho como producto de exportación, superando su carácter de materia prima de uso local. En orden secuencial, Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos fueron los principales mercados para el producto, que se negoció a través de los puertos de Liverpool, El Havre, Hamburgo, New York y New Orleans. Los años setenta del siglo XIX marcaron el inicio del comercio exterior para el grano de oro.
El negocio del dividive fue tardío y complementario para la Casa Senior. El interés por este artículo se detecta en la última década del siglo XIX, a través de ofrecimientos del fruto por comerciantes paraguaneros. A partir de 1902 Senior avanzó sobre las exportaciones del grano de oro, haciendo negocios a cuenta mitad con la firma curazoleña Maduro Jr. & Co., con quien a lo largo de 1903 efectuó remisiones a Hamburgo y a New York. Para 1904 Senior abandonó a Maduro y se propuso crear una extensa red comercial en Paraguaná sobre la base de dos movimientos: la adquisición de una goleta para hacer los envíos a Curazao y el control de Los Taques y Adícora, poblados clave para la captación del grano de oro. Para 1907 Paraguaná tuvo excelentes cosechas de dividive. Fue el comienzo de una espiral ascendente para esta materia prima, que duró hasta 1911 y que se reflejó en las cifras de exportación. En la cima de este auge, Senior contrató por única vez, en 1908, la venida de veleros europeos para recoger el fruto. Entre mayo y diciembre llegaron cuando menos dos veleros daneses, una barca francesa y un velero sueco.
La bonanza cesó a partir de 1912, cuando se dieron en cadena un intenso verano, la retracción de los tres más importantes compradores de dividive en Hamburgo y la puntilla de la Primera Guerra Mundial, que depreció por completo el artículo y bloqueó los mercados, disminuyendo la exportación en un 40%. Pese a las consecuencias de la guerra, Venezuela siguió exportando y a partir de 1918 se dio una recuperación de las cifras, que se vieron impactadas favorablemente  por el final de la conflagración mundial. Para 1918, desde el puerto de La Vela salió más del 30% de la producción nacional. Sin embargo, la corta y profunda crisis de 1921-1922 minó el mercado, que se reportó en Europa y Estados Unidos débil y flojo, con precios a la baja.
Con los años veinte se hicieron sentir los avances de la investigación química sobre el curtido al cromo, que dieron como resultado un procedimiento sencillo y, sobre todo, acelerado para curtir las pieles. El biodegradable tanino no logró seguir el desesperado ritmo que impuso el vigoroso siglo XX. La crisis mundial que se estrenó con el crack de 1929 en los Estados Unidos vino a empeorar para 1930 las condiciones para el fruto y en general para todos los productos exportables, que perdieron precio en el mercado. El informe de la Cámara de Comercio de Caracas sobre Coro, a fines de ese año, describió la completa paralización del mercado regional y el comercio al detal, una situación calificada de «alarmante». Como con el café, Senior persistió en el negocio del dividive hasta fines de esa década. El grano de oro vivió el declive y muerte de la economía agroexportadora. Su seguimiento permite ver los cambios que se fueron operando en el patrón exportador-importador del estado Falcón y su región de influencia. Lamentablemente, los dividivales tendieron a desaparecer estimulando la desertificación de la península  de Paraguaná.

CONCLUSIONES
Una producción y comercialización variada, que niega el aislamiento de la historia oficial, permitió a una región ecológicamente rica darse un soporte económico que le hizo posible enfrentar  los avatares de los mercados mundiales y sus mismas circunstancias internas. Las diversas crisis de exportaciones que vivió la firma durante el período agroexportador, no alteraron la correlación de fuerzas económicas ni sociales en la región coriana. Sí se profundizaron las diferencias entre los grupos implicados en el circuito comercial y productivo. Como tendencia, los productores e intermediarios incrementaron su debilidad y los compradores-exportadores salieron indemnes de la crisis.
Es concluyente que esta razón social tuvo la habilidad para manejar y guardar el necesario equilibrio entre tiempos y espacios totalmente diferentes, que podrían denominarse en lo inmediato no industrial e industrial. Una aparente armónica convivencia de diversas formas de apropiación y generación de la riqueza social en la que un extremo -el café, las pieles y el dividive, en manos de pequeños productores y recolectores ajenos al mundo del pujante farmer capitalista- estaba sometido, quizás sin saberlo, a los grandes empresarios que fijaban precios a nivel mundial; y en medio los Senior, que al parecer entendían tanto el código del mercado internacional, ese de la eficiencia del comercio organizado; como las formas productivas heredadas de la colonia.
Me propuse poner en duda, con este trabajo, las grandes verdades, hechas desde necesidades del momento. Alejarme de los esquemas universales y sus modelos interpretativos sesgados. Me propuse desandar el sendero de la historia, la sociología y la antropología herederas de la visión pesimista del positivismo, sus estigmas y su prepotencia de clase, aprendiendo un nuevo lenguaje, una nueva forma de estudiar y de penetrar el pasado, de comprender la guerra, la paz, la dictadura, la pobreza y el poder de la región coriana en el lapso estudiado.  

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy interesante tu trabajo sobre el comercio desde Coro. Gracias