Exportaciones corianas: el grano
de oro (1875-1935)
Prof. Blanca De Lima
Publicado
en Tierra Firme. Revista de Historia y Ciencias Sociales. Caracas, Venezuela.
Año 19, Vol. XIX, Nº 74. Pp. 285-300
Caesalpinia coriaria
El
Falcón agroexportador estuvo marcado por la presencia del dividive (Caesalpinia
coriaria), árbol de entre
tres y diez metros de altura, corazón negro, duro, compacto e incorruptible;
tanto que fue usado para hacer ruedas de maquinarias y durmientes de
ferrocarril; de albura blanca y gruesa, flores pequeñas blancas o amarillas,
muy fragantes y atractivas a las abejas. Pero el encanto que tuvo este árbol,
característico de bosques muy secos estaba en su fruto, altamente cotizado en
la industria de la curtiembre, consistente en una vaina corta, encurvada o
torcida, ligeramente ancha y amarilla que le hizo ganar también el nombre de
grano de oro, y en cuyo interior hay semillas que se procesan para su uso en la
industria del cuero.
Los
taninos vegetales, abundantes en el fruto del dividive, dieron a este entre los
especialistas el nombre de fruto tánico. Los curtientes vegetales fueron y aún
son de importancia e interés comercial debido a que al ser absorbidos por las
pieles desolladas las transforman en cuero, además de aplicarse en la industria
de los tintes, vinícola y otras. Los más cotizados en el lapso que nos ocupa
poseían no menos de 30% de taninos, exigiendo los mercados compradores un
mínimo de 33% que el fruto venezolano rebasaba con facilidad, alcanzando un 38%
e incluso más (Ortiz, H., 1925: 2705).
Los
taninos vegetales han acompañado a la humanidad en su largo camino de vestirse,
calzarse y elaborar múltiples objetos. Hasta el siglo XVIII el conocimiento
sobre esta materia se transmitió por oralidad. Francia inició el manejo
científico del tema cuando Colbert, ministro de Luis XIV, encargó a Des
Billetes en 1708 la obra Curtiduría y preparación de los cueros. En el
siglo XIX, gracias a los avances en la investigación química aplicada a la
industria, surgieron otros curtidos: al aluminio, al cromo y el de sales de
hierro, y se registraron una serie de patentes. También comenzó la
investigación sobre taninos sintéticos, siendo descubiertos los primeros en el
año 1871, aunque no se mostró entonces mayor interés por ellos. Con el tiempo,
el curtido al cromo marcó el fin de la hegemonía de los curtientes vegetales;
pero a su vez vino a representar una de las más peligrosas fuentes de
contaminación ambiental heredada de la revolución industrial, cuya producción
de metales pesados aumentó la presencia de éstos en los ecosistemas, siendo que
no pueden destruirse y se acumulan en plantas y animales.
El
dividive venezolano crece de forma espontánea en el plano costero, desde el
Zulia hasta la isla de Margarita. El dividive falconiano provenía de la
península de Paraguaná y en menor medida de otros puntos del plano costero
árido, como Urumaco y Zazárida hacia el occidente; y La Vela, Cumarebo y
Sabanas Altas hacia el poniente. Competía en los mercados extranjeros con otros
provenientes de puntos como Río Hacha y Cartagena (Colombia), México y Curazao.
Las propiedades del dividive lo hacían preferido por sobre otros curtientes
vegetales: «Ningún otro astringente se acerca siquiera a este tan poderoso.
La encina róbur y mangle son muy débiles comparados con él y no dan a las
pieles ni el color ni la suavidad ni el peso que el dividive» (Apuntes
Barquisimeto, 1876: 316).
La demanda
internacional de esta materia prima durante la segunda mitad del siglo XIX y
las primeras décadas del siglo XX, se
relacionó con la expansión de los mercados internos de los países
industrializados y el incremento y diversificación de sus niveles de consumo.
Falcón aportó, en ese momento, tanto pieles de chivo como el dividive.
Rastreando al dividive en las fuentes escritas
Los registros sobre el dividive
datan de comienzos de la época colonial, siempre relacionados con el
noroccidente del país. Ya en 1579, la Relación geográfica del Tocuyo
daba cuenta de la fabricación local de cordobanes y suelas, que eran
comerciados incluso con mercaderes procedentes de Cartagena (Altolaguirre y
Dovale, 1909: 151). La Relación de Coro y
su jurisdicción, escrita en 1768 por Pedro Felipe de Llamas a solicitud del
gobernador y capitán general José Solano, menciona a este producto como de uso
local y también alude a un comercio de dividive: «El dividive que en la
tierra únicamente se aprovecha para las curtiembres de los cueros para suela, y
cordovanes, de cuya especie produce mucha el terreno caliente, y en la mayor
parte se pierde, hasta ahora que los pobres se han aplicado a recogerlo, por
los terrenos y montes inmediatos, para comerciarlo con los mercaderes del
puerto de la Guayra, para donde han cargado porción de esta especie» (Altolaguirre y Dovale, 1909: 207).
Ese mismo 1768, la Relación de Carora elaborada por José Vicente de
Tarbe dejaba constancia del uso que hacían los talabarteros y zapateros
caroreños del dividive «para adobar los cordobanes» (Altolaguirre y
Dovale, 1909: 173).
Si bien Venezuela no tuvo una importante industria de
curtiembre -su explotación fue más bien artesanal- para comienzos del siglo XIX
el valle de Carora mantenía la actividad del aderezo de pieles usando el fruto
del dividive como elemento base, aunque con deficiencias, siendo el soporte de un comercio importante
que incluía la exportación: «Los cueros y pieles que aderezan en Carora
sirven, la mayor parte de ellas, para hacer botas, zapatos, sillas, frenos,
etc., para vender en la misma ciudad. El restante del consumo local se extiende
por la provincia, o va a Maracaibo, Cartagena y a la isla de Cuba» (Leandro
Miranda en Vila, M., 1966: 223).
En
la Venezuela independiente el dividive se hizo de un nicho como producto de
exportación, superando su carácter de materia prima de uso local. En orden
secuencial, Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos fueron los
principales mercados para el producto, que se negoció a través de los puertos
de Liverpool, El Havre, Hamburgo, New York y New Orleans. Los años setenta del
siglo XIX marcaron el inicio del comercio exterior para el grano de oro. Vila
registra en el año fiscal 1876-1877 un egreso de 96 Tm., cifra que ascendió
vertiginosamente en años posteriores, promediando anualmente 7639 Tm. De igual
forma, Vila registra los mejores momentos de exportación en los periodos
1908-1909, 1912-1913 y 1919-1920. Disentimos sólo en lo que respecta al lapso
1912-1913, apoyándonos en cifras del Boletín del Ministerio de Fomento
de enero de 1921, que indican una brusca baja del año once al año doce, baja que
se mantuvo hasta el fin de la primera guerra mundial. Se registró entonces el
pico de 1919 y desde allí tendió a bajar. Se le ubica por última vez en el año
fiscal 1936-1937 con escasas 452 Tm. Para finales de los años treinta ya no
representaba un renglón generador de divisas (Vila, M., 1981: 32 y 388; Álamo,
F., 1920: 58; BMF, 1921: 157-159).
Junto
al café, el dividive representó la diada agrícola de exportación falconiana,
que además marcó la actividad económica paraguanera. Maracaibo también fue improntada
por este fruto, y ambas regiones participaron en el mercado internacional, como
se verá más adelante. Carora no corrió con la misma suerte, no logró convertir
al fruto tánico en producto de exportación debido a su lejanía de los puertos,
por lo tanto, quedó restringido al uso para la industria local (Apuntes
Barquisimeto, 1876: 316).
Pese
a que Vila fecha el inicio de exportaciones en 1876, con certeza hubo
movimientos en Falcón y Zulia antes de 1875, ya que los Apuntes Estadísticos de Falcón
de ese año registran al entonces departamento Falcón como único
productor de dividive en el estado: «de que se hace gran comercio»,
y reseña el comercio de
exportación en el lapso 1873-1874, incluyendo al dividive enviado a Curazao con
264 597 kilos. Por su parte, Francisco de Paula Álamo aporta cifras de
exportación desde Maracaibo que incluyen el año 1874 (Apuntes Falcón, 1875: 83
y 157; Álamo, F., 1920: 58). Cuando menos desde 1880, la prensa local
coriana lo incluía entre los productos de exportación, mencionando también el
fruto marabino. Para 1890 la naviera D Roja lo incluía en los productos
de exportación de su ruta La Vela de Coro-New York, acompañado del café, cacao,
pieles, maderas, aloes y otros; y Manuel Landaeta lo enlistaba junto al guayabo
silvestre, el yapo, el cují, el mangle blanco y el curtidor como plantas
aplicables a curtimientos (1).
El
producto y su explotación
Escribió
Pedro J. Sierraalta, comerciante paraguanero, intermediario en operaciones con
dividive entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, que no había
gobierno que organizara la recolección del fruto. Veamos por qué. Había
dos formas de manejar la producción del dividive. Una era la recolección en
sementeras cercadas; por este sistema se obtenía un producto de clase superior: «grano grande, grueso y lindo color» (2). Siempre era mejor el producto
de las sementeras, probablemente en esos casos se cuidaba que los chivos no se
comieran el fruto, que se recogiera en buen tiempo y se le diera algún tipo de
cuidado a las plantas, como mencionó Pittier cuando escribió: «en muchos
lugares se protegen y se cuidan hasta cierto punto los pies que nacen
espontáneamente» (Pittier, H., 1971: 236). El otro
sistema era la recolección de dividive silvestre, que arrojaba un producto de
menor calidad, pero que prevaleció en la región coriana.
Al
recolectar, los interesados tenían como
costumbre general mezclar todo tipo de fruto, sin separar calidades: «... se
recoge todo y al decir todo allí entra el grano malo o negro y la broza de los
bosques, que recolectadores poco escrupulosos introducen como si fuese dividive
de buena calidad para su mayor peso, trayendo como consecuencia lógica la
disminución en el precio y descalificación en los mercados de Europa y Estados
Unidos» (Pittier, H., 1971: 236). Esto quizás tenga su explicación en la
escasez de clases superiores, que iban asociadas a algún tipo de cuidado en los
dividivales y al momento más alto de la cosecha. Y de la misma manera que se
mezclaba el dividive fino con el ordinario, igual se hacía con el dividive de
última cosecha y el almacenado, cuya calidad había demeritado, mermado su peso
y presentación. Esto se hacía para disminuir pérdidas, pues el producto
almacenado perdía precio y era poco cotizado en el mercado: «los Salima
compran [dividive] bueno y lo ligan con el malo a razón de una tercera
parte y de por mitad el regular» (3). A nivel nacional, una vez recolectado
el fruto se consignaba en casas comerciales que lo exportaban o vendían a
curtidores nacionales, siendo los principales mercados de consignación, en
orden oeste-este: Maracaibo, La Vela, Puerto Cabello, La Guaira, Guanta,
Carúpano y Porlamar (Álamo, F., 1920: 58). En Falcón el producto era vendido,
según el lugar de extracción, bien
puesto a bordo o en tierra en los puertos de Adícora, Los Taques, Zazárida, La
Vela o Cumarebo (4).
El ensacamiento y embarque del
dividive exigía una serie de cuidados. Las mezclas de dividive tenían
proporciones estimadas que jugaban a
alcanzar la mejor calidad de la muestra aun no siendo 100% fino, por
ello, la pre-clasificación al comprar el intermediario debía ser muy precisa,
apartándose el dividive sucio del limpio, el viejo del nuevo, el ordinario del
fino, a los efectos de combinar adecuadamente los distintos productos y lograr
una homogeneización aceptable al mercado y que dejara la mayor ganancia.
Al respecto de la cosecha, la información
primaria señala que en Paraguaná se cosechaba este grano en forma permanente,
aunque cada sitio tenía su propia época de recolección: «... la cosecha aquí es
todo el año, dándose en una época aquí [Pueblo Nuevo], otra en
Santa Ana y Moruy y otra en Jadacaquiva y Los Taques,...» (5). La primera recolección del año se asociaba a la floración de los
dividivales, que ocurría hacia marzo, cuando el negociante esperaba lluvias que
permitieran una buena producción. Si la
cantidad de agua excedía levemente lo requerido la producción se afectaba,
también si no caía el agua exacta que los árboles necesitaban y en el tiempo
preciso de la floración. Bajo tales
circunstancias comerciales y naturales, prácticamente se carecía de controles
que garantizaran la calidad del producto.
Pero más grave aún fueron los estilos agresivos que
llegaron a emplearse para recolectar, y que solían verse en momentos de alta
demanda, como ocurrió en el año 1905. Entonces los dividivales eran sometidos a
un verdadero saqueo que muy probablemente haya incidido en su disminución, y
que consistió en recoger el fruto verde y apaleando el árbol, sin esperar a que
cayera (6). La atrasada –y por momentos agresiva- forma de recoger el fruto fue
uno de los soportes de clasificación en los mercados internacionales. Así, por
su calidad hubo dividive fino, bueno, bueno regular, regular y ordinario. Otras
clasificaciones hablaban de dividive ensacado y dividive sano, mojoso y
averiado (7). El dividive coriano se desplegaba en las diferentes calidades.
Pero es preciso acotar que dada la
constante adquisición del producto paraguanero por exportadores de otros puntos
del país y de las Antillas holandesas, es seguro que no puede hablarse hoy
–como sí se hizo entonces- de dividive coriano, curazoleño o de Maracaibo, pues
en realidad los lotes, dependiendo de las circunstancias, pueden haber sido en
su totalidad de esos puntos, una mezcla de frutos antillanos y de tierra firme
o el producto coriano presentado como curazoleño o marabino (8).
Del
vendedor al agente consignatario
El
sistema de adquisición del fruto tánico tenía cuatro personajes: el vendedor,
el intermediario, el exportador y el agente consignatario en el puerto
extranjero. El vendedor, personaje oculto a los documentos, solía ser dueño de
un comercial al detal. Organizaba la recolección del fruto en los montes.
Ensacado el producto, era traslado a lomo de bestias a algún punto de
concentración para su posterior negociación con el intermediario o su venta
directa a la casa comercial. Este
«productor» no tenía mayor compenetración con el rubro que explotaba. Quizás su
carácter de recolección, lo imprevisible de las cosechas, la ausencia de
propiedad y la inexistencia de una relación de trabajo constante en torno al
fruto, se configuraron para hacer de este un negocio de ocasión, con muy baja
inversión.
El
intermediario era el agente local de alguna firma interesada en el producto.
Era el hombre de confianza, un experto en la materia, conocedor de la zona y de
los recolectores, con buenas relaciones y capacidad administrativa que le
permitía llevar aspectos contables. Se ubicaba en puntos estratégicos de las
zonas productoras, trabajando por comisión por compra y embarque, y además
tenía otras prebendas, como el que su dividive –porque el rol de intermediario
y vendedor se sumaban- le fuera comprado al más alto precio pagado en el
momento, y el recibir crédito comercial de la firma.
El
exportador que convergía en la zona del dividive falconiano provenía no sólo de
Falcón, sino también de Puerto Cabello y Caracas, e incluso Curazao y Aruba.
Los comerciantes sefarditas de Curazao mostraron particular interés por el
dividive, entre ellos las firmas Moses Maduro, Maduro Jr. & Co., Chumaceiro & Co., Edwards, Henríquez &
Co. y Próspero Baiz & Co. (9). A la
huella curazoleña deben sumarse los comerciantes nacionales, casas de
importancia de Maracaibo, Puerto Cabello y Caracas interesadas en el grano de
oro, bien para exportarlo o para la industria local, como Kolster & Co., R.
& O. Kolster & Co., Duchari, Federico Groos (Puerto Cabello) y Boccardo
& Co. (Caracas). Pero la presencia de estas firmas nacionales nunca tuvo el
peso ni la asiduidad que los curazoleños, más bien se reflejó por épocas,
dependiendo de la demanda internacional del producto. Finalmente estuvo el
exportador local, entre los que se incluyen a Isaac A. Senior e hijo, Salomón
López Fonseca, Henríquez & Co., Quiterio Henríquez y la firma Caribbean Trading Corp., con sede en
La Vela de Coro, en la cual tuvo intereses el general León Jurado, su asociado
estadounidense Harold G. Foss y Víctor Lovera (10).
Finalmente
está la figura del agente comisionista. Estas firmas se presentaban y ofrecían
sus servicios por correspondencia, especificando sus cualidades y reforzando su
imagen con datos adicionales como la antigüedad de la casa y las firmas para
las cuales trabajaba o había trabajado. En el caso de Isaac A. Senior e hijo se
ha detectado recepción de correspondencia enviada por Roberts, Evans &
Woodhead (Liverpool, Ing., 1899), A. Wm. Laue, Magdeburg u. Hamburg (Hamburgo, 1908), Selma
Mercantile Corporation (New York, 1921), Marais & Cie. (Martinica,
1924) y N. V. Handelmaatschappy «Quebracho» (Holanda, 1925) (11).
El negocio del dividive y la Casa Senior
Por las fuentes primarias
sabemos que distintos comerciantes corianos exportaban dividive hacia finales
del siglo XIX, entre ellos Salomón López-Fonseca, Herman Leiva y la firma
Guillermo Cook e hijos. Este inciso detalla las operaciones que en torno a este
producto realizara Isaac A. Senior e hijo, seguimiento que ha sido posible
gracias a la documentación que reposa en el Fondo Senior-Archivo
Histórico de Coro (UNEFM) (12).
El
negocio del dividive fue tardío y complementario para la Casa Senior, aunque no
por ello menos importante en los lapsos en que se estimuló. El interés de los
Senior por este artículo se detecta en la última década del siglo XIX, a través
de ofrecimientos del fruto por comerciantes paraguaneros. Es factible inferir
que el uso inicial se canalizó hacia la industria de suelas que la firma Senior
Hermanos tenía en Coro.
Su
agente en Hamburgo, Sigismundo Weil, siempre pendiente de los buenos negocios,
le estimulaba a exportar el fruto, animándolo a enviar consignaciones cuando
los precios eran favorables. En el transcurso del año 1900 Sigismundo Weil
envió correspondencia, indicando que el mercado hamburgués para el grano de oro
presentaba oscilaciones. Fuertes arribos del producto y la quiebra de uno de
los más importantes compradores lo habían aflojado. Había una fuerte
competencia en los diferentes puntos de Venezuela que comerciaban el fruto y,
pese a todo, el balance no debe haber sido desfavorable, ya que le sugirió a
Senior enviar consignaciones y «extender más este ramo de negocios»
(13).
Hasta
ese año, el interés de la Casa Senior por el
dividive se había centrado en sus necesidades de materia prima y en
facilitar negociaciones que con este fruto hacía la firma curazoleña Maduro Jr.
& Co. Pero al año siguiente, quizás abriéndose nuevas opciones comerciales,
Senior inició exportaciones del fruto tánico. El inductor de este proceso fue
el ya mencionado Pedro J. Sierraalta. Al comenzar 1900 avisó a la casa coriana
que tenía dividive comprado y puesto en Adícora. Se ofreció además como
intermediario cobrando comisión de compra y embarque. Para tornar atractiva su
oferta agregó que podía conseguir grandes lotes e informó sobre precios y competencia.
Pedía precios para negociar. La respuesta de Senior fue un acto de confesión: «Nosotros
no conocemos el negocio de dividive y no tenemos una idea del precio que se
pueda pagar. Único medio para entrar en la especulación es pagar el precio que
otro paga. Sin hacer la competencia aumentando. Así pues compraríamos uno o dos
cargamentos al precio corriente allá puesto a bordo en Adícora y Ud. Nos dirá
cuál sería la comisión que Ud. Cobra por tonelada. Caso convenga el negocio y
la calidad sea buena, según el resultado podríamos entrar en compra de alguna
consideración» (14).
Senior
tardó casi un año en reaccionar a las propuestas de Sierraalta, quien durante
cada cosecha enviaba cartas desgranando sus conocimientos sobre la materia y
ofreciendo dividive que tenía en diversos puntos: Pueblo Nuevo, Adícora y
Sabanas Altas (15). Es factible pensar que con la cosecha de marzo de 1901 se
haya efectuado algún envío exitoso, pues en mayo de ese año Senior escribió a Sierraalta: «Como
nuestro deseo era hacer un embarque para experimentar prácticamente el
resultado y habiéndolo ya conseguido, esperamos recibir correspondiente cuenta
venta para seguir en la compra» (16).
Tras
el desastroso año 1902 Senior avanzó sobre las exportaciones del grano de oro,
haciendo negocios a cuenta mitad con la firma curazoleña Maduro Jr. & Co.,
con quien a lo largo de 1903 efectuó remisiones a Sigismundo Weil, en Hamburgo,
y a New York, dependiendo de qué mercado reaccionaba mejor (17). El
intermediario fue Pedro J. Sierraalta, que en su abultada correspondencia
seguía muy de cerca los devenires del negocio.
Para 1904 las miras fueron más
ambiciosas. Las operaciones con Maduro Jr. & Co. desaparecieron. Sierraalta
y Senior se propusieron crear una extensa red comercial en Paraguaná sobre la
base de dos movimientos: la adquisición de una goleta para hacer los envíos a
Curazao y el control de Los Taques y Adícora, puntos clave para la captación
del grano de oro. No tardarían en avanzar hacia Maracaibo. Con esta división
peninsular sobre la base de los principales puertos occidental y oriental,
Senior facilitó a sus intermediarios la cobertura de los centros productores
del grano de oro y agilizó el traslado del fruto tánico hacia el mar. La
península prácticamente quedó dividida en dos grandes áreas: una que enlazó con
Los Taques y otra con Adícora.
Para
controlar la península, Sierraalta captó a individuos de confianza, experimentados en la materia,
que desde Los Taques y Adícora se dedicaron a acumular la mayor cantidad del
grano de oro. Se alquiló una casa en Adícora. Sierraalta, optimista, escribió:
«se procuran las relaciones que ya con los buques como con los tenedores de
dividive y cueros necesita el negocio, y vendrá la bonanza cogiéndonos ya
organizados» (18). Las operaciones del año 1904 tuvieron como enlace
europeo a Weil y como agente en Curazao a Edwards, Henríquez & Co.,
representante de la naviera Hamburg American, a través de los cuales el
fruto era enviado a Hamburgo. Para una segura acumulación del grano se
suscribían contratos con los vendedores peninsulares, por los cuales se
obligaban a entregar determinada cantidad de toneladas en tiempos precisos y
puertos especificados, comprometiéndose todas las partes a apoyar las
negociaciones por la buena marcha y prosperidad del negocio (19).
1905
fue un año particularmente duro. En su plan de inversión y expansión sobre el
dividive los asociados Senior-Sierraalta entraron en negocios con la firma
marabina Pinedo & Co., con la que más pronto que tarde hubo problemas por
la clasificación y aceptación del fruto y la consignación de los buques. El
meollo del asunto estribó en que Pinedo & Co., al enterarse de cambios de
precios a la baja en el mercado europeo, se recargaba sobre los envíos
procedentes de Coro, a los que castigaba el precio o simplemente no los quería
recibir, aun habiendo previo acuerdo (20).
Pero
más dañinas para Senior fueron las prácticas de Próspero Baiz y algunos
comerciantes paraguaneros, quienes intercambiaban el fruto, incluso el de menor
calidad, por mercancía de contrabando, recibiendo además mejor paga que la
ofrecida por la firma coriana. La mercancía contrabandeada y «lavada» por el
dividive era vendida en la península a precios más bajos que los del mayor en
Coro: «... estos señores [Próspero Baiz, Nicolás Soto y la firma Salima
Hermanos] ganan más en su dividive que nosotros, por las circunstancias del
cambio por mercancía, que introducen clandestinamente; y sobre las cuales
obtienen siempre una utilidad de 20 a 25% líquida, pudiendo vender a precios
más ventajosos que los que especulamos legalmente» (21). A lo anterior se
sumó la baja del dividive en Hamburgo. Para finalizar, se decretó el cierre de
los puertos venezolanos a las embarcaciones de las Antillas holandesas, lo cual
obligó a triangular los trasbordos La Vela-Puerto Cabello-Curazao. Sin
embargo, Sierraalta y la Casa Senior
siguieron operando alrededor del dividive en los años siguientes.
El
accionar agresivo de Baiz y las mejores ofertas de otros compradores
presionaron a Senior. La competencia prosiguió en 1906, llegando de los
diversos puntos comprometidos en operaciones con el fruto tánico respuestas
negativas, excusándose por no poder vender a precios tan bajos como los
ofertados por Senior, bien porque pagaban más en la misma Paraguaná o en el
occidente del estado, donde la influencia marabina se hacía sentir ofreciendo
pagos más altos por el producto puesto en Maracaibo, mientras Senior lo exigía
puesto en Curazao pagando menos (22). Y por si no bastara, el verano se anunció
con fuerza, afectando la cosecha del dividive. Las cosechas de primavera y
verano mermaron, por fortuna llovió para octubre y la de invierno logró
salvarse, aunque con fuertes pérdidas causadas por las aguas, que unidas a la
fuerte presión de los compradores estimuló el alza de los precios (23).
Para
1907 Paraguaná tuvo excelentes cosechas de dividive. Fue el comienzo de una
espiral ascendente para esta materia prima, que duró hasta 1911 y que se
reflejó en las cifras de exportación. Senior se continuó moviendo en la
península a través de Pedro J. Sierraalta, y en La Vela a través de la agencia
comisionista Senior & Brigé. Mantenía su política de preferir las calidades
finas y rechazar las malas. Aproximándose la cosecha de otoño, Sierraalta lo
estimuló a recordar a sus relacionados las promesas hechas sobre negocios con
el grano, que Senior respondió con una carta dirigida a sus clientes (24). La
competencia, como siempre, se centraba en quién pagaba los mejores precios;
Sierraalta y otros relacionados le informaban a Senior en detalle lo que
ofrecía cada competidor, para que sobre esa referencia la firma coriana bajara
instrucciones.
1908
inició con buen pie, al lograr la Casa Senior firmar un contrato con Salima
Hermanos, que para entonces se había convertido en un negociador de importancia
con el grano de oro. Posteriormente firmaría otro con Sierraalta Hermanos.
Dichos contratos tenían cláusulas coercitivas, que obligaban al vendedor a
recibir el pago en mercancías o cancelar adeudos (25). Psicológicamente, el
efecto de la firma de estos contratos debe haber sido benéfico para la casa
coriana, pues muchos pequeños vendedores se orientaban a entregar su producto
siguiendo la pauta marcada por los más grandes, como estas firmas paraguaneras.
Al saberse que Senior les había comprado, los más pequeños deben haberse
animado a seguir los pasos de los más experimentados en la materia.
Pese a un descenso de precios en el inicio de
1908, la situación global debe haber sido favorable, pues ese año y por única
vez se registró la venida de veleros europeos para recoger el fruto. Entre mayo
y diciembre llegaron cuando menos los veleros daneses Mardor y H. C.
Christensen, la barca francesa Saint Laurent y el velero
sueco Dag, los cuales fondearon en La Vela, recibieron orden de despacho
para alguno de los puertos peninsulares –Adícora y/o Los Taques- donde botaron
el lastre y cargaron el dividive, retornando a La Vela para salir hacia
Hamburgo. Dado que los puertos peninsulares no estaban habilitados, Senior
obtuvo un permiso especial que permitió a estos veleros tomar los cargamentos.
Tras estas operaciones de envergadura estuvo Sigismundo Weil, quien recibió las
cargas y tramitó los contratos con las agencias navieras (26).
La
bonanza continuó, alcanzándose el record nacional de 9.907.091 kilos en 1911,
cifra que ni la efervescencia de 1919 logró superar (27). Los años doce y trece
fue para la región coriana de severos problemas climatológicos, veranos
prolongados que se sumaron a un mercado europeo inestable. Los reportes de Weil
en marzo de 1913 indicaban una paralización en los negocios de artículos
curtientes y el arribo de cuando menos ocho cargamentos de Maracaibo y dos de
Paraguaná. A esto se agregó la
retracción de los tres más importantes compradores de dividive en Hamburgo, que
Weil explicó como una maniobra para abatir los precios (28). Pero la puntilla
fue la primera guerra mundial, que depreció por completo el artículo y bloqueó
los mercados, disminuyendo la exportación en un 40%: «Cosechas enteras se
perdieron porque los gastos eran muy superiores al valor de la especie. El
desaliento general cundió y el labriego buscó una nueva fuente de producción y
la buscó en el algodón y productos mineros» (Ortiz, H., 1925: 2075; Álamo,
F., 1920: 58). Entre 1914 y 1915 las exportaciones continuaron su descenso
incluso por debajo de la crítica cifra del año doce, y la situación se mantuvo
inestable hasta el final de la guerra.
Pese
a las consecuencias de la guerra, Venezuela siguió exportando y a partir de
1918 se dio una recuperación de las cifras, que se vieron impactadas
favorablemente por el final de la
conflagración mundial. Para 1918, desde el puerto de La Vela de Coro salieron
hacia Curazao 2.073.187 kilos del grano de oro, y hacia los Estados Unidos un total de 600.000 kilos, lo que representó
más del 30% de la producción nacional (BMF, 1920: 59). Sin embargo, la corta y
profunda crisis de 1921-1922 minó el mercado, que se reportó en Europa y
Estados Unidos débil y flojo, con precios a la baja. Los pequeños comerciantes
resintieron rápidamente, tanto la crisis del mercado como el prolongado verano
que coincidió con ella (29).
A
medida que avanzaron los años veinte fue disminuyendo la importancia de esa
rudimentaria explotación agrícola, patentándose en la gradual indiferencia de
los comerciantes hacia el producto y surgiendo otros en el horizonte
paraguanero, como lo fue el caso del ajonjolí, que comenzó a acompañar al
dividive en los depósitos, y del algodón. La memoria oral evoca: «De
Paraguaná lo que venía era dividive y ajonjolí. Se traía por tierra, era una
carreterita mala, que los camiones se enterraban en los médanos (...) El
dividive salía de varias partes. Chucho Reyes y Zoilo García, de El Hato,
mandaban dividive (...) Se enviaba para Maracaibo a Gustavo
Zingg., que lo usaba para curtir cueros y luego mandaba la suela. Con dividive
componía los cueros. El fuerte de los Zingg eran los cueros» (30). El
petróleo también socavó los cimientos: «Los trabajos petrolíferos en donde
la obra de mano se está pagando a precios altos, también ha sido una de las
principales causas de la poca recolección del dividivi. Los potreros para
pastos, los caminos y la desidia han hecho causa común para que la producción
del grano de oro se haya reducido notablemente...» (Ortiz, H., 1925: 2075).
Con todo, aún Senior recibía propuestas para negociar con productos curtientes.
En 1924 se aproximaron franceses de la isla Martinica, interesados en el
producto y en el palo de campeche. En 1925 la holandesa N. V. Handelmaatschappÿ
«Quebracho» se interesó por el dividive venezolano. Por su parte, los
compradores se tornaron más exigentes, exigiendo garantía de que el porcentaje
de tanino del producto no fuera menos de 38%. Esto fue el resultado de la
aparición en escena de otros taninos, más económicos (31). Ese mismo año la
región coriana fue afectada por un riguroso verano, particularmente Paraguaná,
por lo cual se afectó el ganado y el dividive mermó; comenzando noviembre aún
no se había sembrado en la península (32).
Todo
desplazaba no sólo al dividive, sino a los curtientes vegetales, del sitial que
por siglos habían detentado en la industria del cuero. Los avances de la
investigación química sobre el curtido al cromo dieron como resultado un
procedimiento sencillo y, sobre todo, acelerado para curtir las pieles. De las
semanas y meses se pasó a los días. Imaginemos lo que esto representó en la
reproducción del ciclo del capital y extraigamos las lógicas consecuencias.
Tras el cromo llegaron el aluminio y el circonio, cuyo uso dio por resultados
los cueros blancos. También se aceleró el estudio de los taninos sintéticos. A
estos avances se agregó la aplicación de la energía eléctrica en la industria
del cuero, lo que aceleró la mecanización, mejoró el rendimiento laboral y
coadyuvó a disminuir el tiempo de adobo de las pieles. El biodegradable tanino
no logró seguir el desesperado ritmo que impuso el vigoroso siglo XX. Tampoco
lo lograron otros productos vegetales y animales relacionados con la industria
del cuero, como el campeche y la cochinilla, que fueron desplazados por los
colorantes sintéticos.
Era
el final, pero Próspero Baiz no cejaba. En 1926 I. A. Senior e hijo se hizo con
la representación de la Hamburg
American en Coro y La Vela de Coro. El primer vapor que llegó fue fletado
por Baiz para cargar un lote de dividive de Adícora para Hamburgo. Para este
vapor se consiguió un permiso especial, que le permitió cargar en Adícora sin
retornar a La Vela, prosiguiendo con no menos de 200 Ton. del fruto tánico
hacia Puerto Barrios (Guatemala) y puntos intermedios, retornando a Curazao
para recoger otras 175 Ton. del producto y zarpar hacia Hamburgo, su último
destino (33).
La crisis mundial que se estrenó con
el crack de 1929 en los Estados Unidos vino a empeorar para 1930 las condiciones
para el fruto y en general para todos los productos exportables, que perdieron
precio en el mercado. Los comerciantes se limitaban a vender en condiciones
seguras y a recoger sus acreencias. No era para menos, la capacidad de consumo
había disminuido en los países afectados y los mercados estaban saturados de
reservas, producto de una industria que había recobrado su capacidad
productiva. El Boletín de la Cámara de Comercio de Caracas informó al
finalizar 1930: «Continúa el mismo estado de depresión que venimos
diciendo en estos artículos desde hace muchos meses: no puede esperarse que
nuestro movimiento comercial se active en medio de una crisis agrícola,
industrial y consiguientemente mercantil en todo el mundo» (34). El informe
sobre Coro, fechado 19 de noviembre, describió la completa paralización del
mercado regional y el comercio al detal, una situación calificada de «alarmante».
Un largo verano azotaba a todos los pueblos, había desempleo y baja del
consumo, escaso circulante y carestía de artículos de primera necesidad: «La
situación proveniente de este mal estado actual es incalculable, pues hay
muchos brazos desocupados y, por la sequía reinante, se completa la falta de
trabajo en los campos». El fruto tánico se sumó a este cuadro crítico: «Igualmente
el dividive que se exportaba en grandes cantidades y era muy solicitado ha
sufrido desde hace poco tiempo una depreciación considerable» (35).
El
negocio del dividive persistió hasta cuando menos el fin de operaciones del
Ferrocarril La Vela-Coro, en 1938. Todas las tablas de fletes de esta empresa
que han sido ubicadas (1897, 1905, 1909, 1930) lo incluyen como producto de
exportación. También figura en las tarifas de la aduana de Amuay para productos
exportables, en 1928 (36). El dividive vivió el declive y muerte de la economía
agroexportadora. Muchos productos aparecieron y desaparecieron en las listas de
exportados, el dividive permaneció firme. Su seguimiento permite ver los
cambios que se fueron operando en el patrón exportador-importador del estado
Falcón y su región de influencia. Lamentablemente, los dividivales tendieron a
desaparecer estimulando la desertificación de la península; quizás haya habido
una suma de factores, entre los que habría que considerar la comentada
sobreexplotación de los árboles, la presencia de ganado cabrío –importante
porque se come parte de la cosecha- y alteraciones ecosistémicas.
Hoy,
contradictoriamente, la industria petrolera –que emplea taninos sintéticos e
importados, de costos elevados y que pierden en poco tiempo su potencial
químico- posa su mirada en el dividive y algunas de sus propiedades. De hecho,
se usa para dar consistencia a los lodos resultantes de perforaciones
petroleras en terrenos de cohesión mínima. Por otra parte, las normativas internacionales
exigen a la industria de la curtiembre producir con limpieza, lo cual obliga a
tomar medidas para procesar las toneladas de cromos que van a parar ríos, lagos
y mares; avanzando la investigación sobre tecnologías de tratamiento de
residuos originados en el procesamiento de las pieles, buscando reducir la
concentración de cromo en los desagües de las fábricas de cuero y mirando hacia
los taninos vegetales. Quizás este sea el comienzo de una nueva época y de un
manejo racional de este recurso. Quizás el grano de oro tenga otra oportunidad.
NOTAS
1 La
Industria. Coro, 22 de julio de 1880, p. 1; 4 de julio de 1884, p. 3; 5 de
septiembre de 1885, p. 1; El Anunciador Comercial. Coro, 23 de
noviembre de 1888, p. 1; 15 de marzo de 1889, p. 1; AHC-UNEFM, FS, caja
103, doc. 173; Manuel Landaeta, Ob. cit., t. I, p. 69.
2 “Carta de Pedro
Sierraalta sobre el manejo del dividive [14-02-1901]”, AHC-UNEFM, FS, caja N° 38.
3 «Informe sobre negocios
con dividive [17-10-1907]», AHC-UNEFM, FS, caja 93.
4 «Carta de Pedro
Sierraalta a I. A. Senior e hijo sobre el manejo del dividive [14-02-1901]»,
AHC-UNEFM, FS, caja N° 38; caja 187,
doc. 369.
5 «Informe de Pedro
Sierraalta sobre el dividive. [25-03-1904]», AHC-UNEFM, FS, caja N° 44.
6 «Informe de Pedro
Sierraalta sobre el dividive. [15-05-1905]», AHC-UNEFM, FS, caja N° 68.
7 AHC-UNEFM, FS,
caja sin número (1899-1901), docs. 166, 178, 190, 200, 224 y 313; «Weil envía a
Senior cuenta venta de dividive [15-11-1908], [1-04-1909]», AHC-UNEFM, FS,
caja 110.
8 AHC-UNEFM, FS, caja 6, Doc. 110. Es poco factible concluir en una alta
producción de exportación exclusivamente curazoleña, debido a la superficie de
la isla, más viable es pensar en una mezcla de granos.
9 AHC-UNEFM, FS,
cajas 6, 44, 74, 93, 157, 187, 247.
10 «Sobre negociación con
dividive de Caribbean Trading Corp. [14-10-1925]», AHC-UNEFM, FS, caja
228.
11 AHC-UNEFM, FS,
caja 32, Doc. 170; «Se interesan por comprar dividive [24-02-1908]», AHC-UNEFM,
FS, caja 92; «Se interesan por comprar dividive [25-11-1921]», AHC-UNEFM,
FS, caja 189; «Se interesan por comprar dividive [21-12-1924]»,
AHC-UNEFM, FS, caja 249; «Se interesan por comprar dividive
[16-10-1925]». AHC-UNEFM, FS, caja 129.
12 La correspondencia del Fondo
Senior y los periódicos locales permiten ver con claridad a los
involucrados en el negocio del dividive en distintos años.
13 AHC-UNEFM, FS, caja sin número (1899-1901),
Doc. 298.
14 «Pedro Sierraalta ofrece
dividive a Senior [21-05-1900]», AHC-UNEFM, FS, caja 38.
15 La caja 38 del Fondo Senior contiene la correspondencia
de Sierraalta entre 1900-1901.
16 «Pedro Sierraalta ofrece dividive a Senior
[24-05-1901]», AHC-UNEFM, FS, caja 38.
17 Estas operaciones fueron
notificadas desde Hamburgo por Sigismundo Weil. La documentación reposa en la
caja 110 del Fondo Senior, que contiene operaciones de dividive enviado
a Europa durante la primera década del siglo XX; AHC-UNEFM, FS, caja 54,
Docs. 156 y 158. Curiosamente, el dividive no fue incluido en el decreto de 5
de enero de 1901, que sí pechó al café y las pieles mediante el llamado
impuesto de guerra. Leyes y decretos de Venezuela, t. XXIII, p. 4.
18 «Pedro Sierraalta informa sobre negocios con
dividive [22-03-1904]», AHC-UNEFM, FS, caja 44.
19 La caja del Fondo Senior sin número
(1905-1912) contiene varios de estos contratos.
20 «Víctor Medina informa
sobre dividive rechazado por Pinedo & Co. [1-08-1905]», AHC-UNEFM, FS,
caja 74; «Informe sobre negocios con
dividive [18-09-1905]», AHC-UNEFM, FS, caja 84.
21 Esta es una de las
rarísimas alusiones a contrabando que se ubican en el Fondo Senior.
«Pedro Sierraalta informa sobre negocios con dividive [10-08-1905]», AHC-UNEFM,
FS, caja 84.
22 «Alfredo Medina se
excusa por no vender dividive a Senior [31-01-1906]», AHC-UNEFM, FS,
caja 74; «José del Cristo Laguna se excusa por no vender dividive a Senior
[23-06-1906]», AHC-UNEFM, FS, caja 74.
[1] «Informan
sobre dividive y actividades comerciales de Salima Hermanos [5-03-1906]»,
AHC-UNEFM, FS, caja 74.
23 «Alfredo Medina &
Ca. informa sobre el negocio del dividive [17-04-1906]», AHC-UNEFM, FS,
caja 74; «Víctor Medina informa sobre el negocio del dividive [11-06-1906]»,
AHC-UNEFM, FS, caja 74; «Alfredo Medina & Ca. informa sobre el
negocio del dividive [28-10-1906]», AHC-UNEFM, FS, caja 84; «Alfredo
Medina & Ca. informa sobre el negocio del dividive [15-01-1907]»,
AHC-UNEFM, FS, caja 84.
24 «Informe sobre negocios
con dividive [14-10-1907]», AHC-UNEFM, FS, caja 93. Los relacionados que
se citan en este documento son: Augusto Barrios, Adolfo García R., Alfredo
Medina, Renato Medina, José Ma. García, Eugenio Cayama, V. Manuel Medina y Eloy
Bracho.
25 «Contrato I. A. Senior e
hijo-Salima Hermanos para venta de dividive [3-01-1908]», AHC-UNEFM, FS,
caja sin número (1905-1912); «Contrato I. A. Senior e hijo-Sierraalta Hermanos
para venta de dividive [3-02-1908]», AHC-UNEFM, FS, caja sin número
(1905-1912).
26 «Oficio que autoriza al velero danés H. C.
Christensen a tomar carga [30-07-1908]», AHC-UNEFM, FS, caja sin
número (1905-1912); AHC-UNEFM, FS, caja 103, Doc. 20.
27 Estadística mercantil y
marítima del Ministerio de Hacienda en Boletín Ministerio de Fomento,
1921, pp. 157-159.
28 «Weil informa sobre el
mercado de dividive en Hamburgo [3-03-1913]», AHC-UNEFM, FS, caja 157;
«Weil informa sobre el mercado de dividive en Hamburgo [17-03-1913]»,
AHC-UNEFM, FS, caja 157.
29 «J. Tomás Ávila avisa cierre de su negocio
[20-01-1921]», AHC-UNEFM, FS, caja 183.
30 Entrevista a Victoriano Arión. Coro,
26-12-1998.
31 Los reportes de mercado
de R. Desvernine exponen esta nueva exigencia sobre el porcentaje de taninos.
AHC-UNEFM, FS, caja 247.
32 BCCC, diciembre
1925, p. 3067.
33 «Confirman a Senior su
representación para la Línea Hamburguesa Americana [23-04-1926]», AHC-UNEFM, FS,
caja 247; «Contrato Hamburg America Line-Próspero Baiz para enviar un vapor a
recoger dividive a Adícora [23-04-1926]», AHC-UNEFM, FS, caja 247.
34 BCCC,
diciembre 1930, p. 4963.
35 BCCC,
, diciembre 1930, p. 4966.
36 El
Día. Coro, 23 de enero de 1928, p. 4.
BIBLIOGRAFÍA
FUENTES PRIMARIAS
- Documentación de archivo
Biblioteca Nacional-Fondo Arcaya
Hemeroteca Nacional –Sección microfilmes
Archivo Histórico de Coro. Universidad Nacional
Experimental Francisco de Miranda (AHC-UNEFM). Fondo Senior (AHC-UNEFM, FS)
2.
Fuentes impresas
2.1
Documentos oficiales
Apuntes
estadísticos del estado Barquisimeto.
Caracas, Imprenta de La Opinión Nacional, 1876.
Apuntes
estadísticos del estado Falcón. Caracas, Imprenta
Federal, 1875.
Boletín Ministerio de Fomento (BMF). Año 1, Nº 4, enero 1921.
Leyes y decretos de Venezuela. Caracas, Edición Academia
Nacional de Ciencias Políticas y Sociales, t. XXIII, 1992.
2.2
Recopilaciones documentales
ALTOLAGUIRRE Y DOVALE, Angel
(Comp.), Relaciones geográficas de la
Gobernación de Venezuela (1767-1768). Madrid, Imprenta de Huérfanos de Administración
Militar, 1909.
3. Fuentes hemerográficas
3.1 Periódicos
Periódicos
del estado Falcón que reposan en la Biblioteca Nacional:
El
Anunciador Comercial, Coro, 23 de noviembre de 1888.
El Día,
Coro, 23 de enero de 1928.
La
Industria, Coro, 22 de julio de 1880.
3.2 Revistas
Boletín
de la Cámara de Comercio de Caracas (BCCC), año XIV, Nº 145, diciembre 1925.
Boletín
de la Cámara de Comercio de Caracas (BCCC),
año XIX, Nº 205, diciembre 1930.
4.
Fuentes orales
Entrevista
a Victoriano Arión (86 años. Último presidente de la Casa Senior en Coro).
Coro, 26-12-1998.
FUENTES SECUNDARIAS
1.
Libros
CARVALLO,
G., y HERNÁNDEZ, J. Temas de la Venezuela
Agroexportadora. Caracas, Fondo Editorial Tropykos, 1984.
CODAZZI, Agustín, Resumen de la geografía de Venezuela. 1841.
Caracas, Ediciones Ministerio de Educación, 1940, t. III.
CORRÊA, M. Pío, Diccionario
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edición Ministerio da Agricultura, 1931.
DE LIMA, Blanca, The Coro and La Vela Railroad and Improvement Co. (1897-1938). Coro, edición
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LANDAETA, Manuel, Gran
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edición BCV, 1963, tomos I y II.
MAZA, Domingo, Venezuela una economía dependiente.
Caracas, Fondo editorial del IUTAJS, 1985.
PÉREZ-ARBELÁEZ, Enrique, Plantas
útiles de Colombia. Bogotá, Fondo Colombiano de Investigaciones
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PITTIER, Henri, Manual de
las plantas usuales de Venezuela y su suplemento. Caracas, Edición
Fundación Eugenio Mendoza, 1971.
RANGEL, Domingo Alberto, El proceso del capitalismo contemporáneo en
Venezuela. Caracas, Edición UCV, 1968.
------------------------------------ Capital y
Desarrollo (La Venezuela Agraria). Caracas, Ediciones FACES-UCV, 1974, t.
I.
SCHNEE, Ludwig, Plantas
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VILA, Marco A., Aspectos
geográficos del estado Falcón. Caracas, edición CVF, 1961.
--------------------- Aspectos
geográficos del estado Lara. Caracas, edición CVF, 1966.
--------------------- Plantas
de cultivo y de recolección en la geohistoria venezolana. Caracas, edición
UCV, 1981.
2. Artículos
ALAMO, Francisco de Paula,
«Información o reseña acerca del dividive en Venezuela» en Boletín del
Ministerio de Fomento, año 1, Nº 2, 1920.
ORTIZ, Héctor, «El cultivo
del dividivi en Venezuela» Boletín de la Cámara de Comercio de Caracas,
segunda época, año XIV, Nº 134, enero 1925.
RODRÍGUEZ, José Ángel, «De la carpintería del historiador» Tierra Firme. Caracas, año XVI, N° 63,
junio-septiembre 1998, pp. 593-606.
SIEVERS, Guillermo, «Coro y
Barquisimeto» en Humanidades. Mérida,
t. I, N° 2, abril-junio de 1959.
3. Obras de referencia
ASIMOV, Isaac, Enciclopedia
biográfica de ciencia y tecnología. Madrid, Alianza Editorial, 1982.
4. Publicaciones en medios electrónicos
Paulo Müller «Curtidos ao
tanino vegetal» en
«Curtientes vegetales» en
cueronet.com/tecnica/curtientes
vegetales.htm [5-07-2000].
Greenpeace Argentina,
«Futuro sin contaminación tóxica» en
http://greenpeace.org.ar/mvtoxi.htm
[7-11-2000].
Etherington & Roberts, «Dictionary
vegetable tannins bookbinding and the conservation of books» en
www.palimpsest.stanford.edu/don/dt1039.html [1-07-2000].
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