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Temas de historia regional y local

jueves, 27 de julio de 2023

El cambio cultural en una familia sefardita: Los Senior López Henríquez de Coro, Venezuela (1861-1972)


 Hamsa: Journal of Judaic and Islamic Studies 5 (2018- March 2019): 48 - 64.

Blanca Isabel De Lima

Jubilada de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM)

blancadelima@hotmail.com


Raimundo Senior y Marcelle Mertzlufft
         Archivo Iris Senior, EUA.

El cambio cultural en una familia sefardita: Los Senior López Henríquez de Coro, Venezuela (1861-1972) (openedition.org)

Resumen. La familia Senior López Henríquez, de origen sefardita curazoleño, migró hacia Venezuela a comienzos de la República. En la migración, el peso de determinados factores, en particular aquellos que inducen la integración en la sociedad de residencia, llevó al distanciamiento de la norma religiosa y de las pautas culturales que le identificaban como sefarditas. A partir de la historia regional y transatlántica se pretende analizar su cambio cultural, producto de la interface de estos dos aspectos.

Palabras-claves: Cambio cultural, Judaismo, Comunidad, Curaçao, Venezuela.

Resumo. A Família Senior López Henríquez, de origem sefardí de Curaçao, emigrou no início da Venezuela como República. Diversos factores da vida na migração, nomeadamente aqueles que induzem a integração na sociedade de acolhimento, levaram a um afastamento da norma religiosa e dos padrões culturais que a identificaram como sefardí. A partir da historia regional e transatlântica se pretende a analise da mudança cultural da família, produto da interface destes dois aspectos.

Palavras-chaves: Mudança cultural, Judaismo, Curaçao, Venezuela.

Abstract. The Sephardic Curaçaocan Senior López Henríquez family migrated towards Venezuela at the beginning of the Republic. In the migration, the weight of certain factors, especially those inducing the integration in the host society, led to the distancing of the religious norm and the cultural patterns that identified her as Sephardic. Departing from the regional and transatlantic history, this article tries to analyze the cultural change, as a product of the interface of these two aspects, in a Jewish origin family established in Venezuela.

Key-words: Cultural Change, Judaism, Community, Curaçao, Venezuela.


 El cambio cultural en una familia sefardita: Los Senior López Henríquez de Coro, Venezuela 

(1861-1972).

 

INTRODUCCIÓN

El tema del cambio cultural en la comunidad sefardita de Curaçao y sus comunidades satélites ha sido motivo de investigación en solitario o en equipo durante varios años. Los matrimonios mixtos y las uniones consensuales han sido el eje del análisis[1]. Avanzando sobre el tema y utilizando la memoria oral y las fuentes primarias en esta ocasión abordo un caso concreto: la familia Senior López Henríquez, sefarditas de Coro, Venezuela. Una familia donde topamos con una progresiva inobservancia de la endogamia matrimonial y los enlaces acordados característica de los sefarditas. Esta inobservancia tuvo como precedente la ausencia de sinagoga y rabino. De esta manera, la debilidad para cumplir con la norma hizo posible en los Senior López Henríquez la transgresión en lo referido a familia y matrimonio, propiciando el cambio cultural.

Este giro profundo forma parte del cambio cultural que vivió esta familia y su grupo religioso de pertenencia. Cambio cultural entendido como una adaptación al entorno que no se limita a lo material, sino que involucra la visión del mundo, el cuerpo normativo, la interpretación de los hechos, el imaginario social, la identificación grupal. Actitudes, creencias y valores que inciden sobre la identidad del individuo y su grupo de pertenencia[2].

Las aproximaciones al tema del cambio cultural entre los sefarditas caribeños y su asimilación a los países de acogida, han sido escasas, menos aun conjugando antropología e historia. Hay aproximaciones muy gruesas al tema y ninguna desde el tamiz que representa la religiosidad. Josette Capriles es la autora que más se ha aproximado, abordándolo desde la variable tolerancia como elemento inductor del cambio cultural[3]. Eva Abraham-Van der Mark analizó el rol intracomunitario de la mujer judía y el tema del concubinato de los varones judíos en Curaçao, pero sin establecer conexión con el cambio cultural[4]. En general, la investigación histórica se ha centrado en el tema económico: comercio importador-exportador, evolución de capitales, áreas de inversión, contrabando. De ahí que esta propuesta sea un intento pionero para comprender el cambio cultural a partir de elementos internos de la comunidad relacionados con la observancia de la tradición oral judía.

Los Senior López Henríquez pertenecían a una comunidad reducida de manera gradual, al punto de quedar en la segunda mitad del siglo XIX contados grupos familiares, cada vez menos integrados a la congregación madre de Curaçao. Redes familiar-comerciales debilitadas y en desintegración cedieron el paso de manera progresiva a uniones consensuales y matrimonios mixtos. Una descendencia donde la madre gentil aportó la educación católica. Estos son aspectos palmarios del cambio cultural apreciado en el seguimiento y detalle de los matrimonios y la vida matrimonial de este grupo familiar.

          El cambio cultural de esta familia y de la histórica comunidad judía de Coro, Venezuela, se dio en menos de un siglo, no estando exento de los conflictos personales y grupales que acompañan, en general, este tipo de procesos. De manera sutil en los primeros tiempos, confundida con gestos de cortesía social, de solidaridad comunitaria y diplomacia interreligiosa; la convivencia con el conservador medio coriano, unida a la pérdida de los soportes que le hubieran permitido reconocerse en el tiempo como grupo familiar culturalmente diferenciado a partir de las prácticas propias del mundo sefardita, condujeron al debilitamiento de la red familiar y grupal. Cada familia y cada individuo tomaron el rumbo que mejor se avino a sus particularidades e intereses.

          Las bodas mixtas celebradas a fines del siglo XIX fueron el parteaguas que marcó un punto de no retorno para los descendientes de Isaac de Abraham Senior y Raquel López Henríquez. A partir de estas bodas se encauzó el futuro de los Senior de Coro: el matrimonio por amor, el peso de la sociedad y cultura venezolanas se impusieron por sobre la endogamia grupal y los enlaces acordados. Su integración cultural pasó por el olvido de las tradiciones holandesas, la pérdida en Curaçao del portugués, y en Venezuela del papiamento y el holandés, y lo más importante: la transición al catolicismo con el olvido de todo uso y toda costumbre judía, sobreviviendo apenas el aporte ibérico en sus apellidos.

          Las decisiones tomadas décadas después, en el siglo XX, por algunos descendientes, fueron la culminación previsible de un proceso integrador a Venezuela. Curaçao pasó a ser la isla de los afectos y recuerdos, mas no un punto de referencia cultural vigente en sus vidas. Yahvé se convirtió en respetuosa evocación no asociada a una identificación religiosa.

 

1. QUIÉNES FUERON LOS SENIOR LÓPEZ HENRÍQUEZ

La primera migración hacia Venezuela, una vez constituida la Gran Colombia, fue de judíos sefardíes provenientes de la Antilla holandesa de Curaçao, que tenía ya para ese entonces una colonia judía arraigada, llegada a la isla en el siglo XVII. El momento: los años veinte y treinta del siglo XIX. El punto geográfico: el plano costero del estado Falcón próximo a la ciudad de Coro, al occidente venezolano y justo enfrente de las islas ABC (Aruba-Bonaire-Curaçao). Era Venezuela un país que se abría al liberalismo económico paecista[5], flexibilizaba las leyes para inmigrar y mantenía privilegios coloniales en lo social.

Un nutrido grupo de holandeses sefarditas, que ya tenían añeja relación comercial con la costa coriana por vía del contrabando[6], decide dar el salto y se posicionan como comerciantes formales en la ciudad de Coro y puntos cercanos: el puerto de La Vela de Coro y el puerto de Cumarebo. Venían bien con capitales propios o representando poderosas firmas sefarditas asentadas en Curaçao.

En una primera etapa que abarca los años veinte y treinta del siglo XIX, se constituye una pequeña pero poderosa comunidad que rápidamente entró en conflicto con los grupos criollos, suscitándose en 1831 los primeros brotes xenofóbicos en la ciudad de Coro. Pese a ello persistieron en arraigar en esa ciudad, tuvieron su propio cementerio, salas de oración en distintas casas, de las cuales una plenamente identificada, la cual funcionó en la casa de Abraham Senior Namias de Crasto, misma casa donde está ubicada la única Mikvé hasta ahora para ese grupo religioso[7].

En una segunda etapa, posterior a los eventos xenofóbicos de 1855[8], la comunidad quedó mermada pues muchos no retornaron a Venezuela, aunque sí muy activa en el mundo económico a través de firmas que trabajaban el comercio al mayor de exportación e importación y también locales de venta al detal. Con el avance de la segunda mitad del siglo estos comerciantes pasaron del comercio a la industria y también participaron en los primeros pasos del sistema bancario en el estado Falcón[9]. Entre los que retornaron estuvieron los hermanos David e Isaac de Abraham Senior.

La familia Senior López Henríquez se formó con el matrimonio de Isaac de Abraham Senior y Raquel de Josias López Henríquez en Coro, el nueve de enero de 1861. El matrimonio también fue registrado en Curaçao[10]. Isaac había nacido en Curaçao en 1826 y llegado a Coro desde su infancia[11]. Sus padres -Abraham de Mordechay Haim Senior   y   Leah de Abraham Senior- emigraron a Coro durante los años treinta del siglo XIX. De los hijos de Abraham y Leah solo Isaac radicó definitivamente en Venezuela[12].


          Isaac y su hermano David fundaron en Coro la que fuera por más de cien años la firma exportadora-importadora y mayorista más importante de lo que hoy es el estado Falcón: la Casa Senior. Un emporio comercial cuyos orígenes remontan a los años cuarenta del siglo XIX en el Libro del Comercio de David Senior, quien era el mayor de los hermanos[13]. La firma se consolidó entre los años cincuenta y sesenta, por encima de los eventos xenofóbicos de 1855, que forzaron la salida temporal de la familia Senior[14]. Los hermanos retornaron y constituyeron una sociedad que ubicó a David en Curaçao e Isaac en Coro. Para 1868 ya estaba identificada como Casa Senior, así se presentó en publicidad inserta en la Guía de Venezuela de Benet: «Casa fundada en 1868»[15]. 

Quizás a la muerte de su padre, en 1865, los hermanos hayan replanteado la sociedad. El caso es que para fines de los años sesenta aparecen libros de inventario firmados en Curaçao por David A. Senior o por D. A. de Lima Jr. en su nombre. Se confirma la presencia de un depósito de mercancías en la isla atendido por David, mientras que Isaac gerenciaba la compra-venta desde Coro[16].

El primero de enero de 1884 Isaac asumió por sí solo las riendas de la Casa Senior. Puede especularse que se haya planteado la necesidad de independizarse dado que contaba con casi 60 años de edad, su hermano no tenía sucesión y sobre él recaía la responsabilidad de preparar a su hijo mayor, Josias, quien heredaría las riendas de la firma. Isaac fallece en Curaçao el 23 de diciembre de 1885[17], dejando cinco hijos menores y a su hijo Josias, de 23 años, recién incorporado al negocio familiar.

Isaac Senior puso las bases de la firma comercial que, con el devenir del guzmancismo y la decidida participación de varios de sus hijos respaldados por importantes casas comerciales de Curaçao, Estados Unidos y Europa; llegó a ser la más importante razón social del estado Falcón, abarcando su accionar el comercio importador-exportador, el comercio al mayor y detal y la representación de firmas exclusivas. A partir de ella sus descendientes alcanzaron la producción industrial y el sector financiero, siendo los típicos exponentes del empuje del capital comercial en los siglos XIX y XX a partir de sus diversos emprendimientos.

 

2.  TODO COMENZÓ EN CURAÇAO

El cambio de conducta en materia de familias de destino tuvo su origen en Curaçao y no en la tierra firme. La norma era el matrimonio endogámico, determinante en la preservación de la identidad de grupo, la fe religiosa y la transmisión de capitales[18]. Sin embargo, eran recurrentes las uniones exogámicas con esclavas, con manumitidas de diversas categorías social-raciales, con católicas y protestantes siempre de menor estatus social. Los varones judíos nunca procedieron a matrimonios mixtos, expresamente prohibidos por su comunidad religiosa, pero sí a uniones exogámicas consensuales. Era un hecho conocido que muchos varones judíos tenían familias en paralelo con afrocurazoleñas y la iniciación sexual de los jóvenes judíos partía de las relaciones con estas mujeres.[19] Deben haberse presentado desde el siglo XVIII, pero documentadas están solo desde el siglo XIX. Mencionaremos varios casos a guisa de ejemplo: Samuel Maduro, judío viudo de Hannah Sasso, quien hizo vida en Aruba con la católica Anna Martha Broen desde los años ochenta del siglo XVIII, con una numerosa prole de nueve niños. Nunca se casaron, pero todos sus hijos llevaron su apellido y al contraer matrimonio quedó expresado el nombre de su padre[20]; Isaac Abinun de Lima (judío) y Regina Jerusun (mestiza libre nacida esclava) procreando siete hijos entre 1800 y 1811, mismos que fueron reconocidos como legítimos por decreto del rey Guillermo I en 1839[21], David Capriles Jr., quien hizo vida en Aruba cuando menos desde 1830 con la católica Eugenia Lobo (hija del judío Abraham Lobo), tuvo cinco hijos y contrajo matrimonio en 1851[22]; Manuel Penso (judío) y Clementina Pensu (esclava de Manuel) manumitida junto a sus diez hijos en 1842 y estos reconocidos como hijos extramatrimoniales en 1862[23], Moisés Levy Maduro (judío) y la gentil Dorothea Elizabeth Lingstuyl, con quien tuvo ocho hijos legitimados en 1852[24]. Finalmente, David Cohen Henríquez y Penso, quien hizo vida consensual con la católica Isabel Apitz, teniendo nueve hijos entre los años cuarenta a sesenta del siglo XIX, mismos que fueron legitimados al contraer matrimonio en 1855 [25].

          Por otra parte, tenemos la transgresión al interior de la misma comunidad, con parejas que procedían a cohabitar antes del matrimonio, al extremo que el parnassim decidió ya en la segunda mitad del siglo XVIII, apoyado en las autoridades religiosas, que la comunidad cortaría lazos con las parejas que incurrieran en ello. Si la pareja decidía después contraer matrimonio, el hahám o rabino de la comunidad no oficiaría en la ceremonia y ni siquiera podría firmar como testigo de la ketuba[26]. Las madres solteras no faltaron en este escenario, aquí documentamos el caso de Raquel León, quien tuvo dos hijos de padre desconocido: Mordechay en 1848 y Benjamín en 1850; ambos llevaron el apellido de su madre y fueron circuncidados por Moses Frois Ricardo, quien dejó en blanco en el registro el lugar correspondiente al nombre del padre [27].

          Los Senior que pasaron a Coro venían, entonces, de una comunidad acostumbrada a la vivencia cotidiana de la transgresión de los varones en materia de emparejamientos. Tras radicar en Venezuela, un país donde se imponían los valores del catolicismo, sentirán en pocas décadas el peso de la modernidad venezolana con su carga de laicismo, a la que se sumarán vigorosamente.

 

3. PARA COMPRENDER EL CAMBIO CULTURAL

Para comprender el proceso que vivieron los Senior López Henríquez hay que considerar el anclaje religioso, la dinámica demográfica familiar sustentada en la endogamia grupal y, por último, las redes económicas transcontinentales que formaban una estructura orgánica con la familia clánica y los matrimonios endogámicos. Estos dos últimos aspectos estaban entrelazados, teniendo como piso el judaísmo.

3.1 El anclaje religioso

Abraham Mordechay Senior, padre de Isaac, fue un hombre muy religioso. Dispuso que su casa funcionara como sitio de culto, siguiendo así la disposición venezolana que autorizaba a los no católicos el ejercicio de su religión en casas privadas. De esto quedó constancia en 1847, cuando el periódico The Occident and American Jewish Advocate (Philadelphia, EUA), publicó una nota enviada por el Sr. Brandao desde la ciudad de Coro, comentando que todos los viernes en la noche, sábados mañana y noche, y los días de fiesta, se reunían más de veinte personas en la casa de Abraham M. Senior. Un fuerte espaldarazo a su hijo David, quien arrancaba como comerciante, representó el hecho de que la casa adquirida por este en 1852 fungiera desde 1853 como sala de oración[28].

  Sin embargo, la imposibilidad de practicar abiertamente su ritualidad fue factor decisivo para el cambio cultural pues, en términos filosóficos “el judío eligió como base de la comunión religiosa la práctica y no los dogmas”[29]. El pueblo elegido se vincula con Dios a través de la práctica de las normas contenidas en la Torá y otros cuerpos de leyes judías. El peso de la práctica para cumplir la norma se diluyó en Coro, en la medida que el tiempo transcurrió sin que el colectivo sefardita fuera capaz de retomar la relación norma-práctica en materia de fe religiosa.

Isaac Senior se encargó de poner en el tapete la ortodoxia que su padre intentaba conservar. De manera tardía con respecto al promedio de varones sefarditas en el eje Curaçao-Coro (25 años de edad), casa a los 35 con Raquel López Henríquez y Namias de Crasto. La novia, de 19 años, era 16 años más joven que el novio[30].

La familia Senior López Henríquez nace en medio de la transgresión de uno de los valores más atesorados: la castidad. Su primogénito Abraham nace el 17 de junio del mismo año. La fecha de nacimiento forma parte de los datos insertados por el mohel itinerante Moses Frois Ricardo en su registro de circuncisiones[31]. Al compararla con la fecha de boda: 9 de enero de 1861, nos encontramos ante la circunstancia de una boda precedida de un embarazo: el niño nació a los cinco meses del matrimonio.

Muy posiblemente la mikvá encontrada en la crujía este y al fondo de la Casa Senior haya sido construida expresamente para el baño ritual que Raquel debía tomar antes del matrimonio, y dado servicio después a otros miembros de la comunidad.

          No fue este el primer caso coriano de violación de la norma. Está documentado uno previo, en 1841, cuando Isaac Moreno dejó “grávida y ofendida” a su novia Sara Levi Maduro. Lo reconoció Isaac en la escritura esponsalicia firmada, casando la pareja apenas 21 días después de los esponsales[32].

 En el caso de Isaac y Raquel, como contraste, la carta dotal es una joya documental que sigue la tradición en torno al aseguramiento económico de la mujer y su sujeción al futuro marido:

  

“Mas como por mi sexo y posición social yo no puedo adelantar ni conservar la expresada suma como lo hará mi presunto esposo Señor Isaac Abm Senior, desde ahora la pongo en sus manos para que la tenga en su poder con el derecho y con las obligaciones que las leyes de este país dan e imponen a los maridos que toman a su cargo las dotes adventicias o profecticias de sus esposas, y cualesquiera otros bienes de ellas, y recomiendo los privilegios con que las mismas favorecen a las mujeres”[33].

3.2 La familia sefardí en la diáspora y las redes económicas

La dispersión del colectivo judío español tras el Decreto de Expulsión de 1492 dio lugar a una familia con características particulares, descrita por Kaplan como un clan familiar sefardí occidental, el cual para el siglo XVII consistía en grupos familiares con un núcleo central ubicado en la República de las Provincias Unidas y filiales en sitios tan lejanos entre sí como el imperio Otomano y el suroeste brasileño. Una familia sometida a presiones resultantes de su constante migración, con repercusiones en lo religioso, identitario y económico; todo lo cual puede observarse en la legislación rabínica y en los conflictos legales entre familias de un mismo clan[34].

          Por su parte, Swetschinski sustenta esta diáspora en relaciones familiares, un pasado y una historia común e intereses comerciales mutuos. Detrás de todo ello, el terror a la Inquisición. En especial, Swetschinski indica cómo los sefarditas de Ámsterdam –de donde provenían los Senior- eran conscientes de sus relaciones de parentesco. En Ámsterdam, fueron comunes los matrimonios entre familias aliadas, unidas tanto por consanguineidad como por negocios; y donde los paterfamilias organizaron verdaderas congregaciones con una estructura clánica[35].

        Los Senior repitieron este patrón familiar en Ámsterdam, Curaçao y hasta las primeras décadas del siglo XX, ya en tierra venezolana. En Coro, la merma en el tiempo de la pequeña comunidad no dejó de reflejar esta mecánica familiar-matrimonial, detectándose como familias aliadas de los Senior a los Abinun de Lima, Capriles, Curiel, Henríquez y López Henríquez; pero con mayor énfasis a la familia Álvarez Correa, matrimoniando dos hermanos Senior con tres hermanas Álvarez Correa, hijas de Raymundo Álvarez Correa y Julia Rois Méndez: Josias con Carmen y Sara, tras enviudar de la primera; y Morry con su cuñada Emma.

La conservación de la Casa Senior exigía mantener tanto la familia clánica sefardí y la endogamia matrimonial, como la persistencia de estructuras económicas y redes comerciales específicas. Era una familia hecha a la medida del capitalismo mercantil imperante en los siglos XVI a XIX, pero también a la medida de valores como el amor conyugal, la familia numerosa, la sumisión de la mujer y su reducción al mundo de lo familiar. Mientras, el hombre era cabeza de familia, hacía vida pública, participaba en los negocios, la política del país de residencia y de su comunidad religiosa. Al generarse cambios definitivos tanto en el comportamiento de la comunidad sefardita caribeña como en el capitalismo mundial, muchos de estos valores entraron en crisis, influyendo en el contexto familiar.

4. LAS LEYES, LOS VALORES CULTURALES, LA DEMOGRAFÍA Y LA ASIMILACIÓN A VENEZUELA

El marco legal de Venezuela garantizaba a los inmigrantes libertad económica y religiosa. Recordemos el Tratado de paz, amistad, navegación y comercio, suscrito entre Holanda y la Gran Colombia el primero de mayo de 1829, y posteriormente la ley sobre libertad de cultos de 18 de febrero de 1834 y la de libertad de contratos del 10 de abril del mismo año, asegurando la tolerancia religiosa y la no intervención del Estado en las operaciones comerciales entre privados. Tras ellas nuevos instrumentos legales para favorecer la inmigración: la ley del 19 de mayo de 1837 y la ley de 12 de mayo de 1840, que sustituyó a la primera[36].

          Sin embargo, la formalidad del aparato legal no siempre coincide con los valores culturales. Esta incoherencia se deja ver en el Coro que recibió a los sefarditas hacia 1823. En una sociedad conservadora y católica, que incluía los estereotipos relacionados con el antijudaísmo, la llegada de los holandeses sefarditas, con sus capitales y relaciones económicas robustas y consolidadas, se fue transformando en malestar por el éxito alcanzado en lo económico y en el poder político. La pugna existente entre civiles y militares se aderezó con el elemento étnico-religioso; ello ayuda a comprender los eventos xenofóbicos de 1831[37].

Es posible que estos eventos hayan limitado a la comunidad sefardita coriana para reproducir las prácticas que le hubieran permitido mantener su identidad y valores religiosos, reconociéndose como un colectivo con su propio perfil. Finalmente, eran holandeses, políglotas, con una culinaria particular, una fe religiosa con su ritualidad; claramente distinguibles de los criollos venezolanos.

Aunque la comunidad alcanzó a tener su propio cementerio, no sucedió así con el espacio para el culto. El cementerio judío de Coro nace, según memoria oral, con la tumba de la niña Haná Curiel, fallecida en 1832. Sin embargo, la presencia de no menos de 30 tumbas sin identificación ni fecha permiten suponer que en una comunidad que inició su actividad antes de 1825 difícilmente no haya habido decesos en siete años [38].

Es significativo que tanto la sala de oración como la mikvá de la casa de David Senior, estaban ubicadas discretamente al fondo de la propiedad; lejos de la mirada curiosa del “otro-criollo”, a resguardo del comentario errado. Todo ello signo de un clima de tolerancia más formal que real. La intolerancia sólo terminó con la asimilación del “otro-judío”.

Tras nuevos eventos xenofóbicos en 1855, vino una debacle demográfica de la cual este grupo de inmigrantes nunca se recuperó. A esto se sumaron las uniones mixtas, bien por matrimonio o concubinato. Todo ello debilitó al colectivo y afectó la práctica de la fe. En este sentido, se coincide con Capriles en que el cambio cultural tuvo dos tiempos, cada uno con distintas circunstancias demográficas y de soporte para la práctica de la fe religiosa[39]. En Coro hubo un antes y un después, marcados por los eventos de 1855.

Otro elemento de importancia es la masonería. La intensa actividad de la logia coriana Unión Fraternal N° 17 Oriente de Coro desde su creación en 1856 abonó la asimilación cultural de los judíos, ya debilitados tras décadas de fragilidad en su infraestructura de culto. A ella pertenecía el grueso de los sefarditas, que incluso participaron en su fundación, y numerosos católicos corianos.

La masonería proporcionó a los varones sefarditas la opción de una ritualidad no conflictiva, la posibilidad de ascender y ostentar posiciones elevadas en una institución que no les enfrentaba. A la vez los relacionó con sus pares católicos, posibilitando a estos varones romper con la norma homogénica de su colectivo religioso a través del matrimonio o uniones consensuales con gentiles, casi siempre de su mismo estatus social, aunque ajenas a su mundo de fe.

5. FAMILIAS DE DESTINO Y CAMBIO CULTURAL

Para cuando los hijos de Isaac y Raquel formaron sus familias de destino la comunidad judía coriana presenciaba, cada vez con mayor frecuencia, las uniones exogámicas. Los jóvenes Senior con seguridad supieron que Abraham Ysaac Curiel Abenatar casaba con Paula Emelicia Penso en diciembre de 1894, y el Dr. José Curiel Abenatar con María Sánchez en diciembre de 1896, siendo ambas novias católicas. Conocieron que David Curiel Delvalle, de su misma comunidad, levantaba su familia de destino en unión consensual con Virginia Henríquez, naciendo su primogénito, Diógenes, en 1895; y que en 1899 nacía Ángel Maduro Acosta, hijo de Salomón Levy Maduro Vaz en unión libre con la gentil Ignacia Acosta[40]. No extraña que también llegaran noticias de las bodas y uniones mixtas entre los emigrados sefarditas a la vecina Colombia[41].

Hubo dos respuestas para esta crisis sistémica, una por cada género: mujeres condenadas a la soltería y hombres que enlazaron con gentiles. En Coro son ejemplos icónicos de esta circunstancia las cuatro hijas solteras de David López-Fonseca y Johebeth Moreno, las siete hijas de Isaac López-Fonseca y Abigail Curiel, y las tres hijas solteras de Morry Senior López Henríquez.

El resultado fue la progresiva destrucción de la familia clánica sefardí: menos matrimonios endogámicos, dispersión de los capitales, destrucción de las redes familiares-comerciales. La crisis dejó de serlo en la medida que culminó la asimilación cultural y se pasó a ser uno más dentro del colectivo criollo.

5.1 Isaac A. Senior: el paterfamilias que no pudo ser

Ya en Isaac asoman puntos de fuga que anunciaban lo que vendría en la siguiente generación. Una hija llamada Auristela –nombre no bíblico- era indicativo de cierta liberalidad que debilitaba una tradición profundamente enlazada con elementos identitarios de la familia clánica sefardí, donde los hijos recibían el nombre comenzando por los abuelos paternos y maternos y luego los tíos paternos y maternos, alternándose uno a la vez. Estos eran procedimientos de identificación al interior del grupo. Al perderse su uso se estaban debilitando las bases mismas de la estructura clánica familiar.

Si bien su herencia cultural estaba muy consolidada por una madre nacida y educada en Curaçao, y que debe haberle transmitido con vigor los elementos identitarios que le arraigaban en su mundo isleño incluso viviendo en Venezuela, Isaac no escapó a los necesarios gestos de cortesía que, quizás hayan terminado por permear a sus descendientes, facilitando su aproximación al mundo católico. Por ejemplo, colaboró en 1880 con el bazar de la Sociedad de Beneficencia Santa Ana y también hizo un aporte para la reparación del templo católico del pueblo de San Luis[42].

Sin embargo, Isaac muere de manera prematura. No alcanza a definir los roles a jugar por sus hijos en la empresa familiar, excepto con Josias. No terminó de concretar los posibles enlaces intracomunitarios de sus herederos. Su viuda se mantuvo a la sombra de su hijo mayor, quien asumió las funciones de su padre. Pese a que había aún contactos fuertes y estables con familias aliadas en Curaçao y Coro, y el respaldo del tío David en la isla, dos hijos de Isaac matrimoniaron con gentiles.

Sin un paterfamilias que mantuviera la añeja tradición en materia de alianzas matrimoniales, con una educación liberal reforzada por la participación en la logia coriana y sin soporte religioso consistente; los niños Senior López Henríquez crecieron y devinieron en adultos de dos mundos, siendo Abraham Haim y Sigismundo en quienes encarnó de manera más profunda esa circunstancia, pues casaron con dos hermanas gentiles: Rosario y Eugenia Molina.

5.2 Josias L. Senior y Sara Álvarez Correa

El joven Josias siguió la ruta de vida esperada por su comunidad casando en 1887 con Carmen Álvarez Correa. En menos de un año queda viudo[43]. La tumba de la joven madre presenta la figura angelical de mayores dimensiones en el cementerio judío de Coro: un arcángel de la Anunciación que sigue estrictamente la iconografía católica. Tal representación es ajena al judaísmo, pero siendo símbolo de estatus social en su época, sintetizaba tal vez la magnitud del dolor por el ser amado perdido, a la vez que el rango social adquirido por la familia Senior.

Cuatro años después de enviudar, el cinco de agosto de 1891 y manteniendo la tradición de matrimonios endogámicos entre familias aliadas, Josias contrajo matrimonio con Sara, hermana de su difunta esposa. De su nueva unión nacieron tres hijos: Isaac Abraham/Iván, Miguel Ángel y Raimundo. Un nuevo hijo, en afecto y crianza, asumió la pareja en 1902: se trató de Raúl Senior Álvarez Correa, sobrino directo por ser hijo de Morry Senior López Henríquez. Huérfano al morir su madre poco después del parto, Sara y Josias lo asumieron como su cuarto hijo[44].

Josias y Sara son un claro ejemplo de pareja que se desenvolvió entre dos mundos, y donde quizás la identificación como judío ya era más étnica que religiosa. La ketubá de esta pareja no figura en el registro de la congregación sefardita de Curaçao, como sí lo fue la del primer matrimonio de Josias. El nombre de su segundo hijo, Miguel Ángel, es un nuevo punto de fuga en materia de identidad. Correspondía al niño haberse llamado Raimundo, como su abuelo materno. Sin embargo, la pareja escogió nombres ajenos a la tradición familiar. Su hijo mayor, Isaac Abraham, antepuso a sus nombres el de Iván. Sabemos por cartas familiares que el menor de sus hijos, Raimundo, fue circuncidado en Coro en 1896, esto hace suponer que sus dos hermanos mayores también lo fueron. De las mismas cartas se desprende el contacto cuando menos nominal con el mundo de los ritos y festividades judías como Yom Kipur y Rosh Hashaná, que les eran recordados por sus familiares curazoleños[45].

Como contraparte, en Venezuela Josias y Sara hicieron aproximaciones formales y de importancia hacia la iglesia católica. Sara cotizaba mensualmente a la Sociedad de Beneficencia Santa Ana, así como otros miembros de la comunidad judía coriana, enfrentados por un lado a la necesaria socialización a través de los grupos que hacían vida en la ciudad, y por otro a la ausencia de instituciones del mismo tipo, pero emergidas de su propio colectivo, como sí las había en Curaçao. Josias fue tesorero de las juntas directivas que organizaran en 1904 veladas a beneficio del templo de San Francisco y de la Iglesia Matriz[46]. Para Josias y Sara, tal vez lo más destacado haya sido su gesto de 1907, cuando hicieron un espléndido donativo a la iglesia catedral de Coro: una imagen de Santa Ana[47].

          Tras esta experiencia de vida su llegada a Europa, un año después, coincidió con el momento de asimilación cultural y progreso económico del colectivo judío. Josias, Sara y sus hijos encontraron:

 

“…una comunidad relativamente acomodada, constituida esencialmente por clases medias, pertenecientes con pleno derecho a las diferentes capas de la burguesía cultivada. Se esbozaba entonces, bajo el impulso de sus elites (reformadas y de orientación liberal), una estrategia de confesionalización de la minoría judía. Sus miembros se veían como ciudadanos alemanes de “fe mosaica”[48].

 

Pero simultáneamente, en la misma Alemania, se vivía la tensión entre los judíos alemanes avanzando en su asimilación cultural germana, y un colectivo alemán para el cual los judíos eran étnica y culturalmente diferentes, por lo tanto, no alemanes. El sociólogo judío alemán Norbert Elías, quien viviera en el mismo tiempo que los Senior en Alemania, al referirse a este proceso expresó:

 

“Es una experiencia singular la de pertenecer a un grupo minoritario estigmatizado y, al mismo tiempo, sentirse completamente inserto en la corriente cultural y en el destino político y social de la mayoría que lo estigmatiza”[49].

 

La familia Senior Álvarez Correa debió haberse insertado al proceso de asimilación cultural, pero lo cierto es que Sara nunca aprendió alemán y ello, con seguridad, fue factor que limitó su contacto social y eliminó cualquier posibilidad de un nuevo cambio cultural. Por el contrario, sus hijos hicieron estudios de primaria y bachillerato en Alemania y se integraron a la cultura alemana en el marco de las tensiones étnico-culturales analizadas por Elías. Coincidiendo con el inicio de la Gran Guerra la familia se trasladó a Suiza, escogiendo la Suiza alemana quizás por la proximidad cultural, y sus hijos cursaron la educación superior fuera de Alemania[50].

Hasta el momento no hay indicio documental de que los Senior Álvarez Correa se hubieran integrado a alguna comunidad religiosa judía en Alemania. Si los niños celebraron el Bar Mitzvá en Alemania o Suiza es algo aún ignorado. El escenario de una débil incorporación a la religiosidad judía en Europa sería comprensible porque, finalmente, el anclaje religioso se había deteriorado a extremos desde su vida en Venezuela.

Transitando entre dos mundos, la memoria oral nos dice que esta singular pareja no educó a sus hijos en el judaísmo, pero tampoco en la fe católica. En su breve estadía en Suiza, interrumpida de forma abrupta por la muerte de Josias, la familia Senior Álvarez Correa tampoco contactó con otros correligionarios, viviendo en Frauenfeld, un pueblo cercano a la frontera con Alemania, donde no había sinagoga[51].

5.3 Abraham Haim y Rosario, Sigismundo y Eugenia: el punto de no retorno

Abraham Haim Senior es el primero en romper con el valor y tradición de la endogamia matrimonial, al casar el 15 de abril de 1894 con Rosario Molina[52], joven venezolana de fe católica. El mes anterior su hermana, Auristela, había casado con Alberto Henríquez, de su misma comunidad religiosa.  Es interesante acotar que este matrimonio no fue participado a la congregación sefardita curazoleña. Esta no participación a la comunidad madre es otro marcador de cambio cultural.

Un nuevo mundo asomaba en la boda de Abraham Haim y Rosario, la cual fue comentada en la prensa local destacando su carácter de primera unión mixta judeo-católica en la ciudad de Coro:

 

“Si no estuviésemos mal enterados, que nosotros sepamos; es la vez primera que en Coro se ve el caso que un joven de sangre hebrea, rompiendo de lleno con las antiguas tradiciones de su raza y sin abjurar por ello de sus arraigadas creencias religiosas, una su vida y su suerte con una hija meritoria del nativo suelo coriano. Tal acto, a nuestro juicio, implica un rasgo abnegado de sincero liberalismo”[53].

 

Abraham Haim tuvo seis hijos: Arturo, Alberto, Raquel, David, Ricardo Alberto e Irma. Toda su descendencia fue criada en el catolicismo, pero Abraham Haim se mantuvo apegado a la fe de sus mayores, reposando en el cementerio judío de Coro tras morir en esa ciudad, el primero de abril de 1934.

Sigismundo, el menor de los Senior López Henríquez, casó el 22 de diciembre de 1898 con su concuñada Eugenia Molina. Su primogénita recibió el nombre de Auristela, como su única tía paterna; después de ella nacieron Pedro Ysaac, Uladimira, Amelia Eugenia, Eugenia, Emma Antonia y Emilia María.

Nuestro personaje nació y murió al seno de la religión judía. Como otros de su comunidad, terminó viviendo una religiosidad sin apoyo de rabino y sin sinagoga. Sus nietas Edna y Mercedes recuerdan que respetaba los días de fiesta judíos y comía pan ácimo, pero desconocen de dónde lo obtenía. Aunque casó con católica y sus descendientes fueron criados y educados en el catolicismo, él nunca manifestó intención de abandonar la fe de sus ancestros[54].

Sigismundo falleció en Coro el 31 de marzo de 1957. Encargó personalmente su ataúd, fabricado siguiendo los usos sefarditas. Su nieta Edna recuerda que era un ataúd sencillo, de madera; y que para el velorio se le colocó en la parte inferior una palangana con hielo, a efectos de preservar el cuerpo mientras se le velaba. El funeral fue en su domicilio y fue sepultado al día siguiente de fallecido. Los ritos fueron dirigidos por Alberto Henríquez López, de la misma comunidad judía. En un hecho excepcional y por voluntad de él, fue enterrado en el cementerio municipal de la ciudad de Coro junto a su esposa y cercano a la tumba de su hijo Pedro, lo que constituye una situación poco convencional dada su fe religiosa.  

5.4 Raimundo y Marcelle

Raimundo Senior hizo, casi 30 años después, lo que su tío abuelo Abraham Haim: rompió la norma endogámica al casar en Zurich, Suiza, el 12 de agosto de 1922 con Marcelle Mertzlufft, cristiana ortodoxa, lo cual fue punto de inflexión para el cambio religioso de su descendencia[55]. Josette fue su única hija, nacida en Suiza en 1919. La pareja llegó a Coro en 1924, instalándose en la conocida entonces como Casa de la Huerta. En Coro nacieron Josias (1926) y Ben (1929).

        Raimundo y Marcelle sí siguieron la tradición y su primogénito recibió el nombre de su abuelo, pero la madre aportó la religión y los niños fueron bautizados. Aunque apegado a su condición de judío, la familia no recuerda ni asocia a Raimundo con una práctica religiosa, como sí se recuerda a su tío Sigismundo[56].  

        Raimundo Senior Correa fallece en Coro el 30 de diciembre de 1964. Muere judío y es sepultado como católico en un evento singular. Un bautismo ajeno a la ortodoxia religiosa fue realizado por el Pbro. Lucas María Arcila; según algunos en la inconsciencia de Raimundo, según otros, instantes después de su muerte. Aunque no tuviera valor formal, la ceremonia fue soporte para un grupo familiar donde ya había desaparecido todo elemento de religiosidad o práctica del judaísmo: “El deseo de mi papá [Ben Senior] fue que lo enterraran como católico”, recuerda Iris Senior[57]. El cuerpo fue trasladado a Caracas y las honras fúnebres fueron católicas, siendo sepultado en el Cementerio General del Sur junto a su hijo Josias. Tras la muerte de su esposa Marcelle, ocurrida en Caracas el 31 de marzo de 1983, las cenizas de Raimundo y Josias fueron trasladas para su definitivo reposo junto a Marcelle, en el Cementerio del Este de la misma ciudad.

5.5 Miguel Ángel y Séfora

Miguel Ángel Senior Álvarez Correa casó con su prima hermana Séfora Curiel Álvarez Correa en 1921. Fue este el último matrimonio endogámico en la alianza de apellidos Senior-Álvarez Correa, de la cual resultaron seis bodas.

Probablemente el retorno a Venezuela aceleró en Miguel Ángel la decisión de formar su propia familia. Ya era un hombre de empresa, con la responsabilidad de la firma en Coro y obligado por compromisos familiares a enrumbar su destino personal en el marco de su grupo cultural y religioso. En octubre de 1920 suscribe esponsales con Séfora Curiel, siendo participado el evento por la prensa local [58].

Contrajeron matrimonio el primero de octubre de 1921, al año de los esponsales[59], naciendo en Coro sus hijos Honoria, Iván, Frank y Norman. El menor, Charlie, nacería en Caracas.

El escenario de vida de esta pareja asoma la hipótesis de una decisión que enrumbó a sus hijos hacia un mundo católico. Exceptuando a Honoria -llamada así por una tía materna fallecida- ninguno de ellos recibió un nombre proveniente de la tradición familiar. Su primogénito se llamó Iván, recordando la identidad no oficial del tío paterno, y no Josias, como se llamaba el abuelo. La educación transcurrió en colegios laicos y sus hijos procedieron al bautismo de manera tan discreta que no ha quedado documentada en las tradicionales tarjetas de recuerdo, y la familia no recuerda fechas ni quiénes fueron los padrinos. Con certeza se sabe que el primogénito, Iván, optó por el catolicismo ya de adulto, siendo bautizado a los 23 años de edad por monseñor Lucas Guillermo Castillo, arzobispo de Caracas y quien fuera obispo de Coro en el periodo 1923-1939.[60]

La memoria oral y los documentos hablan del crecimiento de los niños en el marco de un catolicismo que les atraía, y al que tal vez les orientaba su madre, si no de manera explícita, sí con algunas de sus actividades: “Yo [Annabella Cupello Senior] tengo una carta de mi mamá [Honoria Senior] a los siete años, en Coro, donde ella le pide al Niño Jesús una medalla de oro de la virgen de Coromoto”.[61] Y es que Séfora abrazó las prácticas del catolicismo y la familia lo tiene muy presente:

 

[Oscar Senior] Tía Séfora era muy practicante siempre, del catolicismo. (…) Antes de bautizarse tía Séfora iba a misa y rezaba el rosario. (…) Nosotros íbamos a Playa Azul y la misa los domingos la primera que estaba era tía Séfora. (…) Miguel Ángel no era así”[62].

 

Todo indica que fue la madre, una vez más, quien orientó la fe religiosa que asumirían sus hijos; manteniéndose el padre a distancia. Miguel Ángel nunca manifestó interés en una práctica religiosa particular. Por el contrario, Séfora sí fue apegada a la ritualidad del catolicismo.

En su vejez, de manera discreta, y apadrinados por sus hijos Iván y Honoria, fueron bautizados por el obispo de Coro, monseñor Francisco José Iturriza, el 29 de septiembre de 1972 [63]. Él tenía 78 años y ella 72. Todo indica que, tras una vida sin soporte religioso e impedidos –tal vez de manera voluntaria- de acercarse a la nutrida y bien estructurada comunidad sefardita radicada en Caracas, decidieron dar el paso definitivo. Ya no había comunidad de pertenencia y con ella había desaparecido la posibilidad de identificarse en su singularidad cultural. Annabella Senior recuerda a su abuela mencionar a “el dios de mis padres”, marcando con ello distancia respecto a la que fuera su fe religiosa de nacimiento[64].

El hilo de la historia es claro: Miguel Ángel y Séfora transitaron hacia el catolicismo de manera progresiva a lo largo de sus vidas. Sus hijos procedieron al bautismo y posteriormente les acompañaron en su propia conversión. Miguel Ángel Senior falleció en Caracas el 11 de abril de 1979. Su esposa le sobrevivió dieciséis años, falleciendo en la misma ciudad el 27 de junio de 1995. Como sus ancestros, descansan juntos, pero ahora no en Curaçao, no en el cementerio judío de Coro, sino en un cementerio laico: el Cementerio del Este, en Caracas.

5.6 Raúl y Josefa, Oscar y Felicia

Raúl y Oscar Senior, padre e hijo, descendientes de Morry Senior Henríquez y Emma Álvarez Correa, también obviaron la endogamia matrimonial. Siguiendo la tradición, Raúl debía casar con una prima curazoleña, pero la distancia no ayudó a concretar el proyecto. Toda la planificación en torno a la vida familiar de Raúl se alteró tras conocer en Barquisimeto a Josefa Castillo Fernández, con quien casó por civil el 28 de junio de 1930, siendo aceptado por su suegro Lisandro del Castillo, pero no tanto por su suegra Dolores, católica de comunión diaria en la memoria de su hijo Oscar. La objeción: el novio era judío.

        Pero Raúl era un judío muy particular. Su hijo recuerda que:

 

“Mi papá no había sido judío tampoco, nunca, no tuvo ninguna religión (…) Mi papá no estuvo expuesto nunca ni a una religión ni a la otra, ni a una comunidad judía a su paso por Europa”[65].

 

          Ese era nuestro singular sefardita. La aún pequeña ciudad se sacudió con aquella boda mixta. La mañana del domingo, el deán de la catedral cuestionó desde el púlpito: “Anoche se ha cometido el gran sacrilegio, que una hija de María, la señorita Josefina Segunda del Castillo, se casa con un judío; cómo les parece”. Pero Josefa hizo caso omiso del cuestionamiento. El nacimiento del primogénito y único varón, Oscar, el 20 de junio de 1931, saldó las divergencias sobre la boda a nivel familiar: “Pero inmediatamente yo nací y todo se acabó. Yo fui el catalizador de la situación. Papá y mamá fueron muy felices en su matrimonio”[66]. Tras Oscar nacerían Alice en 1932, Sarita en 1940 y Josette en 1944.

          Precediendo a Miguel Ángel, Raúl Senior procedió a bautizarse en 1958, poco antes del matrimonio de su hija Alice; siendo cristianado en la Iglesia Parroquial de Chacao por su amigo monseñor Enrique María Dubuc, obispo de Barquisimeto. Es posible que la decisión estuviera en conexión a la necesidad de llevar a su hija hasta el altar. En el recuerdo familiar, Raúl no recibió presión alguna para su conversión, siendo un acto de estricta decisión personal. Sólo su hermano Rubén, judío practicante, expresó su desacuerdo con el acto.

La pauta de la educación en la fe de Oscar Senior y sus hermanas la marcó su madre, que era católica. Sin embargo, no fue bautizado a corta edad, y esto fue obstáculo para el ingreso a la escuela primaria. Siendo los colegios más acreditados instituciones católicas, le fue negado el ingreso tanto por no estar bautizado como por no estar sus padres casados por la iglesia. No contaban los directivos con los estrechos lazos de amistad entre Raúl Senior y monseñor Enrique María Dubuc, mismos que dieron salida al problema:

 

“No sé por qué razón, pero había una gran amistad. Mi papá le dijo a monseñor que cómo podía solucionarse el problema, entonces la solución fue el bautizo. Mi papá no se negó (…). Papá aprobó la idea de que nos bautizáramos. Entonces fuimos a la Iglesia de la Divina Pastora, en Santa Rosa, y el obispo nos bautizó. Los padrinos fueron los mismos de la familia. (…) Tras ese impasse entramos a los colegios católicos y fuimos católicos desde el primer momento. Hicimos la primera comunión”[67].

 

        El bautizo de Oscar y su hermana Alice tuvo lugar en 1936. Sus hermanas menores sí fueron bautizadas el mismo año de sus nacimientos.

        Desechado el criterio de la endogamia grupal, Oscar inició su familia de destino basado en una elección personal mediada por lazos amorosos y con la aprobación de sus padres. A los 23 años casó en Barquisimeto en 1954 con la joven Felicia Pérez Anzola.

Oscar llegó a estar en situación particularmente sensible por ser el único varón de su rama, ya que su tía Rebeca no había matrimoniado y su tío Rubén, pese a dos matrimonios con primas cercanas, no tenía descendencia, aspirando para su sobrino un enlace que preservara la endogamia, la alianza de familias, el rescate de la tradición y la unión de capitales; todo esto esperaba de Oscar el tío Rubén, cuya vida había transcurrido en Curaçao, marcada por los valores de su comunidad religiosa. Se había llegado al extremo de programar la fiesta de 18 años de Oscar para hacer el anuncio del compromiso, sin mediar consulta con el joven ni su padre. Fue el último intento en los descendientes de Isaac de Abraham Senior por acordar un matrimonio siguiendo las milenarias tradiciones que excluían a los futuros esposos de cualquier decisión. Sin embargo, el joven de 18 años eludió el compromiso y optó por el matrimonio por amor con Felicia. Con Oscar se cerró, de manera definitiva, el ciclo de enlaces endogámicos en los Senior López Henríquez.

6. EL BALANCE

La historia del cambio cultural en la familia Senior López Henríquez sigue el patrón de cambio cultural de cientos de otras familias sefarditas que, entre los siglos XIX y XX, abandonaron Curaçao para asentarse en la tierra firme latinoamericana y diversas islas caribeñas.

El balance de estas bodas y las diversas reacciones y actitudes, gestos y detalles de los personajes en materia de religiosidad, retrata una red familiar que desde finales del siglo XIX comenzó a perder su carácter clánico, y esto se relaciona con la pérdida de su identidad como grupo étnico y religioso. Recordemos que: “La sociedad israelita está íntimamente relacionada con su religión desde sus orígenes como cultura pastoril, donde lo religioso englobaba toda la vida social-cultural” [68].

En Coro se dieron cambios profundos en la vida social-cultural: ya no se hablaba judeoespañol ni portugués, objetos y ritos de culto habían sido olvidados o deformados en su interpretación, las estructuras comunitarias propias de los sefarditas (La Dotar, protección a desvalidos, manejo ritual de los fallecidos…) nunca existieron en Coro, tampoco hubo una estructura de poder como el parnassim, o jerarquías como el rabino. En la identidad personal se fueron sustituyendo o combinando los nombres de tradición familiar con nombres hispanos, ingleses y otros.

Donde se hizo más evidente el cambio fue en la esfera matrimonial. El impedimento de mixta religión, que nació para proteger la fe religiosa, tradiciones y capitales del pueblo judío, fue desacatado abiertamente. De los matrimonios acordados entre familias se pasó a la imposición del amor romántico, asociado a la libre elección de la pareja. Esto se unió a la ausencia en Coro de una vigorosa práctica religiosa, pues como ya vimos se carecía de rabino y sinagoga. La mesa estaba servida tanto para la ruptura definitiva en materia de fe como para la destrucción de las estructuras familiares que permitían la reproducción de los capitales en un ciclo permanente de alianzas económicas y matrimoniales sustentadas en el fuero religioso. Las distintas familias de destino que surgieron tomaron rumbos asociados a las nuevas dinámicas socio-culturales que enfrentaban. La milenaria red comercial-étnica no pudo sustentarse en este nuevo escenario.

Las familias mixtas que emergieron de los Senior López Henríquez a partir de Abraham Haim, no podían transmitir otra religión que no fuera la de las madres. Milenaria costumbre judeo-cristiana: la madre educa en la fe. Las madres cristianas de la familia venían de una práctica consistente, las madres sefarditas: Auristela, Sara y Séfora; no vivieron el mismo escenario, y esta debilidad en la vivencia del judaísmo fue transmitida a sus descendientes, potenciándose para culminar en la adopción de una nueva fe religiosa: la de la sociedad católica.

        Los Senior transitaron por la vía del cambio cultural a una nueva identidad grupal y social. Cultura e identidad están estructuralmente conectados. Apropiarse, asimilarse, a la sociedad venezolana exigía pasar de un cuerpo de valores a otro. De ser un “otro”, el cambio cultural les permitió pasar a formar parte del grupo criollo. La frontera cultural desapareció y la identidad pasó a ser construida con nuevos elementos, entre ellos la nueva religión y nuevas pautas para construir las familias de destino.

 



[1] Blanca De Lima e Isidoro Aizenberg, “Bodas judías en el Coro del siglo XIX”. Tierra Firme 100 (2007), pp. 597-613.

Blanca De Lima e Isidoro Aizenberg, “Amor y mujer: esponsales y dotes judías en el Coro del siglo XIX”. Montalbán 42 (2008), pp. 83-108.

Isidoro Aizenberg y Blanca De Lima, “De María a Josefina. Exogamia y supervivencia judía en la comunidad sefardita curazoleña y sus comunidades satélites”. Tiempo y Espacio 61 (2014), pp. 241-266.

Blanca De Lima, “La Nación Portuguesa en la Diáspora: Los Abinun de Lima entre Curazao y Coro, Venezuela”, en La Península Ibérica, el Caribe y América Latina: Diálogos a través del Comercio, la Ciencia y la Técnica (Siglos XIX-XX), Ed. Xavier Antonio da Abreu, Évora, Publicações do Cidehus, 2017, pp. 179-199.

[2] Clifford Geertz, La interpretación de las culturas, Barcelona, Gedisa, 1992.

J. S. Kahn (Ed.), El concepto de cultura: textos fundamentales, Barcelona, Anagrama, 1975.

[3] Josette Capriles, Once Jews. Stories of Caribbean Sephardim, Princeton, EUA, Markus Wiener Publishers, 2009.

[4] Eva Abraham,“Marriage and the family in a white Caribbean elite”, Anthropologica, 22 (1), 1980, pp. 119-134.  

Eva Abraham-Van der Mark, “Marriage and concubinage among the Sephardic merchant elite of Curaçao”, en Women and change in the Caribbean. A Pan-Caribbean perspective, Ed. J. Momsen, EUA, Indiana University Press., 1993, pp.38-49.

[5] El paecismo, llamado así por el presidente José Antonio Páez, abarca el periodo 1830-1847. Bajo el paecismo el Estado redujo al mínimo sus funciones, teniendo como norte hacer cumplir el marco legal, mantener el orden público interno, la defensa exterior, educación y algunas obras públicas. En lo social fue conservador, pues mantuvo la esclavitud, la pena de muerte, el catolicismo como religión oficial, el voto restringido a la elite social y económica y la preeminencia de comerciantes, propietarios e intelectuales por sobre el resto de la población.

[6] Celestino Arauz, El contrabando holandés en el Caribe durante la primera mitad del siglo XVIII, Tomo I, Caracas, Academia Nacional de la Historia, Colección Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. N° 168, 1984, pp. 47-48.

[7] Isidoro Aizenberg, La comunidad judía de Coro, 1824-1900. Una Historia, Caracas, Edición Asociación Israelita de Venezuela, 1995, pp. 33-47.

Samuel Garzón, “Importante descubrimiento para la historia del judaísmo en Venezuela”, Maguén-Escudo 177 (2016), pp. 11-14.

[8] Maarten-Jan Bakkum, La comunidad judeo-curazoleña de Coro y el pogrom de 1855, Caracas, Edición INCUDEF-CIHEF, 2001, pp. 53-63.

[9] Blanca De Lima, “La primera fase del capitalismo industrial en Coro (1878-1910)”. Revista de Ciencias Sociales y Educativas-UNEFM 1 (2004), pp. 81-104.

Blanca De Lima, Coro: fin de diáspora. Isaac A. Senior e hijo. Redes comerciales y circuito exportador (1884-1936), Caracas, Edición FHE-UCV, 2001, p. 26.

[10] “Ketubá de Isaac Senior y Raquel López Henríquez”, Coro, 9-I-1861, en Archivo Histórico del Estado Falcón-Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (AHEF-UNEFM), Sección Instrumentos Públicos (SIP), T. LXVIII (1858-1862), folios 354v.-355.

“Registro de matrimonio de Isaac Senior y Raquel López Henríquez” en Archivo Nacional de Curaçao (ANC), Sección Registro Civil (SRC), 1866, Doc. N° 91.

[11] ANC, SRC, Libro N° 92, Registro N° 294, folios. 52v.-53.

[12] Blanca De Lima, “De Curazao a la tierra firme venezolana: historia familiar de Abraham de Mordechay Haim Senior y Leah de David Senior”, Maguén-Escudo 172 (2014), pp. 30-39.

[13] La historia de esta firma y su perfil exportador se desarrollan en: B. De Lima, Coro: fin de diáspora…

[14] M. Bakkum, La comunidad…, p. 67.

B. De Lima, Coro: fin de diáspora…, pp. 39-40.

[15] Fernando Benet, Guía General de Venezuela, Tomo I, Leipzig, Oscar Brandstetter, 1929, p. 583.

[16]Libro de Inventario de Mercancías, enero 1866-diciembre 1871”, en AHEF-UNEFM, Fondo Senior (FS).

[17] ANC, SRC, Defunciones 1885, Acta N° 360.

[18] Francis Karner, The Sephardics of Curaçao. A Study of Socio-Cultural Patterns in Flux, Assen, Van Gorkum & Comp. N. V., 1969, p. 12.

[19] Alan Benjamin, Jews of the Dutch Caribbean. Exploring Ethnic Identity on Curaçao, Routlegde, Inglaterra, 2002, pp. 113-114.

[20] Matrimonios 1828, Acta N° 38 (Isaac Maduro). Matrimonios 1831, Acta N° 34 (Simon Maduro). Matrimonios 1877, Acta N° 7 (Jonathan Maduro), en Archivo Nacional de Aruba (ANA).

[21] “Decreto N° 82, firmado por Guillermo I, legitimando los hijos de Isaac Abinun de Lima y Regina Jesurun”, La Haya, 21-I-1839, en Archivo Nacional La Haya. Depósito General de Archivos Estatales. Ministerio de Colonias, Secretaría de Estado, Inventario N° 5019.

[22] ANA, Matrimonios 1851, Acta N° 36.

[23] Libro de Trabajo N° 57”, en ANC, Libros de Gobierno Colonial, p. 596A-597B.

“Reconocimiento notarial que hace Manuel Penso de sus hijos habidos con Clementina Pensu”, Curaçao, 12-VIII-1862, en ANC, Sección Protocolos Notariales 1862, N° de Inventario 50, Documento N° 163.

[24] “Acta de legitimación de hijos con Dorothea Elisabeth Lingstuyl que hace Moses van Samuel Levy Maduro”, Curaçao, 17-IV-1852, ANC, SRC, Acta N° 7.

[25] ANC, SRC, Matrimonios 1866, Acta N° 100.

[26] Isaac Emmanuel y Suzanne Emmanuel, History of the Jews of the Netherlands Antilles, Tomo I, EUA, American Jewish Archives, 1970, p. 269.  

[27] Cuaderno de circuncisiones de Moses Frois Ricardo (1840-1878), en Museo Sefardí de Caracas Morris E. Curiel, Colección Bibliográfica, Registros N° 22 y N° 36.

[28] I. Aizenberg, La comunidad… p. 100.

[29] José Ferrater, Diccionario de Filosofía, Tomo I, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1964, p. 692.

[30] “Ketubá de Isaac Senior y Raquel López Henríquez”, Coro, 9-I-1861, en  AHEF-UNEFM, SIP, Tomo LXVIII, folios 354v.-355.

[31] Cuaderno de circuncisiones de Moses Frois Ricardo (1840-1878), en Museo Sefardí de Caracas Morris E. Curiel, Colección Bibliográfica, Registro N° 98.

[32] “Escritura esponsalicia de Isaac Moreno y Sara Levy Maduro”, San Luis, 23-VII-1841, en AHEF-UNEFM, SIP, Tomo LXIII, folios 145v.-146v.

[33] “Carta dotal de Raquel López Henríquez”, Coro, 2-I-1861 en Archivo Familiar Senior Phelan, Miami, EUA.

[34] Yosef Kaplan, Judíos nuevos en Ámsterdam, Gedisa Editorial, España, 1996, pp. 109-117.

[35] Daniel Swetschinski, “Kinship and commerce: the foundations of Portuguese Jewish life in seventeenth-century Holland”, Studia Rosenthaliana (15) 1, 1981, pp. 52-74.

[36]  Cuerpo de leyes, decretos y resoluciones sancionados por los congresos de Venezuela en los años de 1840, 41 y 42, Caracas, Imprenta de Valentín Espinal, 1843.

[37] I. Aizenberg, La comunidad … pp. 33-48.

[38] Blanca De Lima, “Dolor y amor, ángeles y plañideras: cementerio judío de Coro”, Apuntes 1-2 (2005), pp. 56-69.

[39] J. Capriles, Once Jews…  pp. 219-222.

[40] Blanca De Lima, Informe final de historia. Fichas biográficas de personas sepultadas en el cementerio judío de Coro, Coro, UNEFM, Centro de Investigaciones Históricas Pedro Manuel Arcaya, 2011, p. 13 Ficha N° 39, p. 31 Ficha N° 94, p. 35 Ficha N° 106, p. 39 Ficha N° 125.

[41] Adelaida Sourdis Nájera, Los judíos sefardíes en Barranquilla. El caso de Jacob y Ernesto Cortissoz, Cartagena, Universidad Jorge Tadeo Lozano Seccional del Caribe, Serie de Estudios sobre la Costa Caribe, N° 2, 1999, p. 17.

Fredy González Zubiría, Emigrantes holandeses de Curazao a Riohacha en el siglo XIX, Barranquilla, Colombia, Editorial Orígenes, 2011, pp. 50-53.

[42] La Industria, Coro, 27-V-1880, p.1. La Industria, Coro, 21-X-1880, p. 1.

[43] AHEF-UNEFM, Defunciones Coro (DC) 1887, f. 58v, Acta Nº 265.

[44] Entrevista a Oscar Senior Castillo, hijo de Raúl Senior Álvarez Correa (EOS). Caracas, 4-02-2014.

[45] AHEF-UNEFM, FS, Caja 11 (1896-1897), Docs. 310, 311, 320, 321 y 322.

[46] El Águila. Coro, 11-VI-1904, p. 4. El Águila. Coro, 8-VII-1904, p. 2.

[47] El Águila. Coro, 26-IV-1907, p. 4.

[48] Enzo Traverso, “De la emancipación al exilio: el cosmopolitismo de los judíos alemanes”, en Cosmópolis. Figuras del exilio judeo-alemán, Ed. Enzo Traverso, México, Edición UNAM-Fundación Cultural Eduardo Cohen, 2004, pp. 27-28.

[49] Norbert Elías en Traverso, “De la emancipación…”, p. 30.

[50] EOS, Caracas, 4-02-2014.

[51] EOS, Caracas, 4-02-2014.

[52] “Matrimonio de Abraham Haim Senior y Rosario Molina”, Coro, 15-IV-1894, en Archivo General Alcaldía del Municipio Miranda, Estado Falcón (AGAMM), Fondo Histórico, Secretaría de Cámara, Serie Matrimonios, folio 12v., acta S/N.

[53] Caño Amarillo, Coro, 15-IV-1894, p. 4.

[54] Entrevista a Edna Molina y Mercedes Arocha, nietas de Sigismundo Senior, Coro, 31-08-2010.

[55] “Acta de matrimonio de Raimundo Senior y Marcelle Mertzlufft.”, Zurich, 12-VIII-1922, en Archivo Familia Senior Phelan, Miami, EUA.

[56] Entrevista a Caresse Lansberg Senior, nieta de Raimundo Senior Álvarez Correa, Caracas, 6-02-2014.

[57] Correo electrónico Iris Senior, hija de Ben Senior Mertzlufft, 6-10-2014.

[58] El Día, Coro, 4-X-1920. p. 2.

[59] AGAMM, Estado Falcón, Fondo Histórico, Secretaría de Cámara, Serie Matrimonios, Código 005-1-006-01, Acta S/N, folio 91.

Médanos y Leyendas, Coro, 31-X-1920, p.12.

[60] “Certificado de bautismo de Iván Senior”, Caracas, 14-I-1953, en Archivo Familia Cupello Senior.

[61] La virgen de Coromoto es la patrona de Venezuela, declarada como tal por el papa Pío XII en 1950.

[62] EOS, Caracas, 4-02-2014.

[63] Arquidiócesis de Coro, Archivo Catedral de Coro (ACC), Sección Bautismos, Libros de Bautismo N° 37 (1970-1975), folio 248, actas N° 1194 y N° 1195.

[64] Entrevista a Annabella Cupello Senior, nieta de Miguel Ángel Senior Curiel, Caracas, 5-02-2014.

[65] EOS, Caracas, 4-02-2014.

[66] EOS, Caracas, 4-02-2014.

[67] EOS, Caracas, 4-02-2014.

[68] Blanca De Lima e Isidoro Aizenberg, “Bodas judías en el Coro del siglo XIX”, Tierra Firme 100, (2007), pp. 597-614.

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