Publicado en:
Ensayos Históricos. Anuario del Instituto de Estudios Hispanoamericanos.
Universidad Central de Venezuela. Caracas, Venezuela.
Segunda Etapa, Nº 13, 2001, pp. 139-155.
Introducción
Pese a no estar identificada con el cultivo del café, la región coriana alcanzó a ser exportadora de este grano, cuyo cultivo se dio particularmente en la zona serrana, captando además el fruto que provenía de Lara e incluso del norte de Trujillo. Alrededor de operaciones con café, en algún momento de la segunda mitad del siglo XIX, se encontraron los ingredientes necesarios para impulsar el negocio: un exportador con visión capitalista – entre ellos Isaac A. Senior, que a partir de 1884 pasó a llamarse Isaac A. Senior e hijo (Casa Senior)-, un pequeño productor, un agro ineficiente y un mercado internacional ávido de café. Todo estaba listo para que la región se adentrara en una serie de procesos económicos que condujeron, finalmente, a su particular inserción en el mercado capitalista mundial.
La firma coriana Isaac A. Senior se inició temprano en el negocio cafetalero. Menciones constantes a goletas se encuentran en los más antiguos libros de caja del Fondo Senior (Libro del comercio de David A. Senior (1851-1865), f. 5 y 9; Libro de caja 1860-1866, f. 63; Libro de caja 1864-1869, f. 13 y ss.; Libro de caja 1870-1873, f. 50 y ss.). Las más antiguas operaciones detectadas con el grano retrotraen a febrero y marzo de 1851. Los libros de caja de años posteriores continúan con el registro intermitente de transacciones con café, enviado a Curazao por goletas, transacciones que se incrementaron progresivamente, a tono con el auge del grano, que Senior exportó a Hamburgo vía Curazao cuando menos desde 1873 (AHC-UNEFM, FS, Libro de caja 1873-1875: f 58, 84 y 136).
Coro se hizo exportador de lo que en el mercado de fines del XIX y primeras décadas del XX se llamaron «clases ordinarias»: cafés de baja calidad y bajos precios utilizados como mezcla para hacer rendir el café tostado y molido. Con todo, un grano que llegó a tener nombre propio en diversos mercados internacionales, que logró hacerse un nicho y no supo desarrollarlo, perdiendo la región su vocación cafetalera y desapareciendo incluso del panorama nacional.
El Coffea arabica coriano: origen y destino
Flores blancas con suave fragancia y evocación a jazmín. Entre tres y cinco metros de altura y hasta diez metros en su estado natural, pero podado para efectos de cultivo no rebasa los dos metros de altura, a fin de facilitar su cosechado y generar mayor floración. Su fruto, llamado «cereza», encierra la historia económica de la Venezuela post independentista y pre petrolera. Es el café venezolano, clasificado entre los cafés suaves, llamados así por su menor contenido de cafeína y mayor calidad, que les otorga amplia competitividad y un mejor precio (1).
Un proceso largo y artesano, sometido a la dictadura del sol y la lluvia, a la carencia de brazos, la inestabilidad política, las exigencias del comprador y los avatares de las bolsas internacionales marcaba la ruta del grano: cosecharlo en varios periodos o recorridas porque no todos los frutos maduran a la vez, descerezarlo, lavarlo, secarlo, trillarlo, seleccionarlo separando granos según calidades. El café coriano, hasta donde dejan ver los documentos, nunca fue lavado, proceso que resta impurezas y elimina granos de baja calidad, garantizando sabor y aroma superiores en el producto final. Todo orienta a la prevalencia de cafés ordinarios y trillados -proceso que elimina la cáscara apergaminada y plateada que cubre el grano- con la técnica del pilón: «han hecho los días con mucha atmósfera que no he podido pilar» (AHC-UNEFM, FS, Caja 36, Doc. 482). Los informes procedentes de Europa y New York en diferentes décadas de los siglos XIX y XX describen el café de Coro abundando calificativos como ordinario, trillado, corriente, finos, buenos y malos (AHC-UNEFM, FS, Cajas 4, 5, 6, 10, 11, 36, 52, 93, 120, 161, 188, 216, 249). La excepción a esto fue el llamado café tipo sierra, un tanto mejor posicionado en el mercado internacional.
La Casa Senior captó la producción de los viejos y nuevos poblados del piedemonte y la sierra de San Luis (San Luis, Cabure, Curimagua, Pedregal, Pecaya, ...) y de los más nuevos que surgieron y formaron la microrregión San Luis-Churuguara, como la villa de Churuguara, Pueblo Nuevo de la Sierra y Mapararí, así como los del eje Purureche-Piedra Grande hacia el occidente. Todos ellos afianzaron su prosperidad económica sobre la base de cultivos comerciales, predominando el café. Penetrando el estado Lara se ubican en la depresión de Barquisimeto poblados asociados al café en esos años, como Aguada Grande, antes San Miguel, registrada en el censo de 1875 como zona productora de café en gran escala, y Siquisique; este último con importantes operaciones de café hacia Coro, resultantes de su ubicación privilegiada con respecto a espacios dedicados al cultivo del aromático grano, como la serranía de la Venta, colindante con Falcón (Apuntes Barquisimeto: 331-332). Hacia la depresión de Carora se localizan de sur a norte El Tocuyo, Carora y Baragua. Estas tres poblaciones formaban parte de la antigua ruta colonial hacia Coro, la estratégica ruta de la sal -negocio monopolizado en buena medida por comerciantes tocuyanos- que conectaba con el occidente falconiano. La Casa Senior usó la misma red para crear una ruta del café y captar el grano que fluía desde Trujillo y de las vegas a lo largo de los ríos Tocuyo y Curarigüita. Baragua fue punto importante por sus sitios de posada, sus jagüeyes y su ubicación fronteriza en la red de comunicaciones de la región. Fue un puesto de avanzada de Carora hacia Coro, que los comerciantes corianos usaron a la vez para beneficios comerciales como captador de la producción de café de su entorno (Cunill Grau, P., 1999: Vol. I, cap. IV).
New York, El Havre y Hamburgo fueron el destino del humilde Coffea arabica coriano, un café de muy dispar calidad que debido a la heterogeneidad de su procedencia y la pobre tecnología de procesamiento carecía de tipos fijos. Ello determinó que la Casa Senior no asumiera una postura estricta en cuando a comprar sólo sacos muy escogidos, enfatizando más bien otros aspectos del grano, como que estuviera seco y sin olor a humedad, para garantizar el peso del producto, y que no estuviera excesivamente mezclado, para facilitar el proceso de clasificación. Sin embargo, los compradores destacaban el llamado tipo Sierra, descrito como un café de grano grande, parejo en tamaño y color, con pocos granos negros y algo terroso en sus clases corrientes. Otros tipos de café manejados por Senior fueron el Carora y el Parupano (AHC-UNEFM, FS, Caja 2, Doc. 48).
La red comercial
El café coriano exportado por la Casa Senior provenía de una miríada de pequeñas propiedades enclavadas a lo largo del sistema coriano y de las depresiones de Barquisimeto y Carora, en los llamados paisajes montañosos e intraserranos. El pequeño productor era doblemente débil. En primer lugar, la explotación que hacía de la tierra no era integral, carecía de las fuertes tendencias autárquicas que sí tuvo, por ejemplo, el hato. Su magro excedente se canalizaba hacia la adquisición de aquello que no producía. Lo usual era la venta adelantada de cosechas. En segundo lugar, están los diversos momentos de la producción y comercialización del café, severamente limitados por factores que restaban velocidad a la reproducción del ciclo del capital, como por ejemplo, tecnologías atrasadas para la cosecha, lavado y trillado del grano.
Por otra parte estaba la persistencia del entonces inevitable sistema de transporte que eran los arreos, única alternativa para sacar el producto desde la sierra y más al sur, hasta el plano costero falconiano, y que estaba sometido a los imperativos del tiempo climático y el tiempo político, como cuando en 1898 desde Siquisique le avisaron a Senior que por motivos de la guerra no habían podido enviar café para pagar una deuda, o cuando en 1912 le avisaron desde Pedregal que no podían levantar cargas: «por estar los animales en muy mal estado», o en 1926 Chirinos Hermanos, desde Churuguara, avisó que había escasez de recuas debido al verano y no iban a poder enviar todo el café comprometido (AHC-UNEFM, FS, Caja sin número (1898), Doc. 267; AHC-UNEFM, FS, Caja 137, «Eusebio López se excusa por no poder llevar unas cargas [24-04-1912]»; AHC-UNEFM, FS, Caja 269, «Explican escasez de arreos a Senior que impide enviar el café [19-02-1926]») (2).
El productor-intermediario regional solía ser un cafeticultor que además controlaba, mediante compras adelantadas, la producción agrícola próxima a su hinterland. Estas compras las hacía bien con su propio capital o con dinero entregado por la firma coriana. Este grupo fue una mezcla de personajes que reveló el nuevo perfil del agro coriano, completamente distinto al de la Colonia: italianos (Faraco, Gonnella, Cardosi, Magrini...), árabes (Abraham, Bohana, Sarquis, Elies...), apellidos del antiguo estado llano (Romero, Rojas, Morles,...), descendientes católicos de judíos sefarditas (De Lima, López, López-Fonseca), viejos generales de las distintas revoluciones ocurridas desde mediados del s. XIX y descendientes de esclavos en proceso de ascenso social sustituyeron los otrora dominantes apellidos y las grandes posesiones. Pero además, este intermediario regional era propietario de un comercio, generalmente al detal, que se surtía en I. A. Senior e hijo y gozaba de los créditos de esta razón social.
En cuanto a los exportadores, la razón social I. A. Senior e hijo fue una de las firmas exportadoras más fuertes de la región coriana. Otras firmas y/o comerciantes relacionados con exportaciones de café fueron: Guillermo Cook e hijos, Quiterio Henríquez, Isaac C. Henríquez, Henríquez & Ca., José López Fonseca, Salomón López Fonseca y Julio Capriles. La Casa Senior adquiría el café en compras menudeadas, que iban entrando por partes desde los diferentes puntos de la región. Teniendo a Coro como centro de acopio, Senior contactaba con los intermediarios regionales, asegurándose que mantuvieran el control de los productores directos, control que significaba tanto que vendieran para Senior, y aceptaran los precios impuestos al grano en sus vaivenes cíclicos, como que fueran fieles consumidores de las mercaderías importadas por ella.
El café en el nuevo siglo
El mundo vivía el frenesí de trust y carteles que no tardaron en dar paso a los monopolios. La masa de capital acumulada en Europa y Estados Unidos se derramó sobre el planeta. La población en aumento y con un poder adquisitivo fuerte empujaba adelante la demanda de productos. Los países industrializados buscaban más y más materias primas. La región coriana contribuyó generosamente: café, pieles y dividive; cada uno en su momento fue eje de nuestra economía, que pugnaba y era arrastrada a insertarse en la dinámica impuesta por el comercio internacional. El avance sobre la industrialización se intentó, pero sin éxito, la región quedó bajo el influjo de las fuerzas exógenas que la exigían como aportadora de materias primas, nada más.
La producción de café alcanzó niveles únicos. Brasil estaba, una vez más, a la cabeza. Las plantaciones de las Indias Holandesas padecieron las consecuencias de plagas. La coyuntura colocó a Venezuela como segundo productor mundial de café y primer productor mundial de cafés suaves. El mercado en New York abrió el siglo firme y avanzando. Los consignatarios se aproximaban a Senior buscando operaciones con café y enviando cuentas-ventas simuladas, lo cual era frecuente en épocas de auge de algún producto: desde Barcelona (España), J. Palau Puig; desde New York, Henry W. Peabody & Co. (AHC-UNEFM, FS, Caja 38, «Ofrecimiento para consignación de prueba de café a New York [24-04-1900]», «Ofrecimiento para consignación de café hacia España [20-06-1900]»). Pese a la diversidad de ofrecimientos, Senior daba prioridad en sus contactos y operaciones a las firmas estadounidenses Boulton, Bliss & Dallet y D. A. de Lima & Co.( AHC-UNEFM, FS, Caja sin número (1893-1909); AHC-UNEFM, FS, Caja sin número (1904-1905); AHC-UNEFM, FS, Cajas 36, 52, 93 y 120).
Tras la aguda crisis de 1895, que desplomó los precios de café en todo el mundo, la calma fue corta. El café seguía llegando desde Carora, Churuguara, Mapararí, Parupano... pero las oscilaciones del mercado no tardaron en imponerse, presentándose fluctuaciones violentas de precios. Era la marca de la libre competencia que caracterizó al café en esta etapa. Bruscas caídas y ascensos de precios que quedaron plasmadas en numerosos reportes enviados a Senior a lo largo de los años: marzo de 1900: mercado fluctuando un poco últimamente; junio de 1900: mercado fluctuando violentamente; noviembre de 1903: mercado del café venezolano continúa muy quieto; abril de 1904: temen que si los arribos siguen siendo considerables los precios bajen; mayo de 1904: la depresión del mercado se acentúa; julio de 1907: muchos creen que se verá pronto otra baja del café; mayo de 1910: mercado del café muy estable; agosto de 1910: mercado del café firme, activo y avanzando, principalmente para las clases de Brasil; enero de 1911: mercado desmoralizado, precios declinando (AHC-UNEFM, FS, Cajas 36, 52, 93 y 120).
Debe también considerarse lo que puede llamarse la ruta crítica natural del precio de los cafés suaves, que enlazaba cosechas, estaciones del año y precios. Esta ruta se desprendió de 44 documentos que abarcan desde mayo de 1910 hasta marzo de 1911, remitidos por Bliss & Dallet desde New York con periodicidad semanal. Para los cafés suaves la ruta era la siguiente: en enero comienzo de la nueva cosecha de cafés suaves. En marzo apogeo de la cosecha de suaves y baja de precios. Junio y julio -el verano en general- meses de menor consumo. Septiembre: inicio de la demanda de invierno, siendo esta la estación de mayor actividad del grano, mayor demanda y elevación de precios (AHC-UNEFM, FS, Caja 247). En un año de ruta típica, como lo fuera 1910 según los informes enviados por Bliss, Dallet & Co., los meses de mayo y junio se caracterizaron por un mercado generalmente quieto y estable, hacia finales de agosto comenzó a mostrarse activo y avanzando, permaneciendo firme con ligeras variaciones desde septiembre hasta fines de diciembre, en que nuevamente volvió a reportarse como quieto, pues el final del año incidía tornando lento el mercado (AHC-UNEFM, FS, Caja 120).
1899 escribió Vicente Kock, comerciante alemán de Puerto Cabello, a la Casa Senior: «Parece que la revolución se está acabando, falta saber cuándo vendrá la próxima» (AHC-UNEFM, FS, Caja sin número (1899), Doc. 285). No pudo intuirlo mejor. Venezuela se estremeció entre 1901 y 1903 con la Revolución libertadora y el bloqueo de las potencias europeas. De toda la región llegaron las malas nuevas de los deudores insolventes y los detallistas temerosos, evocando lo ya sucedido en el quinquenio anterior: «Yo pensé el año que expiró haber dejado satisfecha esa cuenta, pero se presentó esa atroz guerra la cual acabó de arruinarme. Agregando a ella la depreciación completa del café que ha venido a ser la verdadera tumba de nosotros los agricultores». Eran letras de Ismael Arraez desde Siquisique en 1903 (AHC-UNEFM, FS, Caja 52, «Sobre adeudo vencido de Ismael Arraez [12-10-1903]»).
Guerra interna, bloqueo externo. La región convulsionó. Con este telón de fondo Boulton, Bliss & Dallet reportó desde New York en 1903 un mercado del café debilitado en los meses de mayor actividad, con demanda restringida a las calidades altas. Los informes regulares enviados por de Lima en 1904 no fueron mejores: precios nominales, compradores presionando a la baja y tenedores resistiendo. Depresión acentuada a mediados de año, arribos considerables de varias procedencias. La situación repercutió en las importaciones: «... notamos con gran sentimiento lo escaso que se nos hacen sus muy apreciados encargos. Saben Uds. que manejamos sus gratos pedidos con muy preferida atención, y que nos causa verdadera pena vernos privados de ellos por tanto tiempo» (AHC-UNEFM, FS, caja sin número (1904-1905), «Informes sobre mercado de pieles y café en New York [1904]»; AHC-UNEFM, FS, caja sin número (1904-1905), «Everett, Heaney & Co. extraña retiro de Senior [11-11-1904]»).
La situación se tendió a normalizar en lo interno para el año 1905. Pero el café continuaba deprimido. Mientras, Senior estaba muy ocupado negociando pieles de chivo en grandes cantidades asociado a Boulton & Co. de Puerto Cabello. Si bien no desapareció, el café disminuyó su presencia en las operaciones exportadoras de la Casa Senior. El volumen de la correspondencia se invierte, predominando documentos relacionados con las pieles de caprino. No ayudó a la región el intenso verano de 1908, que se abatió sobre la sierra coriana perdiéndose cuando menos la cosecha de primavera, pues en febrero Senior fue informado: «La cosecha se perdió en este mes por el serio verano, creemos que todo lo que arrojará esta cosecha no pasará de 500 quintales en todo el distrito» (AHC-UNEFM, FS, Caja 93, «Carta de J. M. Suárez sobre la crisis del café en Churuguara [18-02-1908]»).
El resultado de la primera década del siglo no fue halagador para el café coriano. La depresión en los precios fue evidente. A mediados de 1910 en New York eran inferiores a los de diciembre de 1896 en la misma plaza, y al terminar el año, con todo y un buen empuje al alza, apenas alcanzaron a los precios de enero de 1896. En 15 años los exportadores corianos no avanzaron en materia de precios, como tampoco el campo en la mejora del grano. La situación de estancamiento se mantuvo a lo largo de la segunda década, y fue hasta fines de la tercera cuando los precios rebasaron aquellos con que se iniciara la crisis de 1895. Esto sin que medie, en todo este tiempo, algún esfuerzo de comerciantes o productores por lograr un producto con mayor margen de competitividad en el extranjero. Toda la fuerza del empresariado agroexportador coriano repitió la viciada dinámica de la ganancia fácil, huyendo de aquellos artículos que se debilitaban para apoyarse en los de mayor fortaleza coyuntural. Hasta ahora, no se ha detectado el menor indicio de una alianza comerciantes-productores destinada a incidir en la mejora del producto.
Nada estuvo tan unido y tan disociado como estos polos de la cadena de comercialización. Una unidad retorcida, soportada en el endeudamiento crónico, la compra de cosechas, en relaciones de amistad y compadrazgo; y el distanciamiento marcado tanto por lo geográfico como por lo social y una visión del negocio completamente opuesta: el productor no rebasaba el nivel de sus necesidades ingentes y no se veía ni se asumía como un capitalista del campo, era una imagen anclada en la época colonial; por el contrario, el comerciante mayorista era de un individualismo feroz, voraz y agresivo en su manejo del mercado. Para ejemplo, en un año favorable como 1910, con precios en constante alza, Senior no se detuvo para avisar a sus clientes sobre una baja en el precio del grano, situación que volvió a repetir a finales de 1911 (AHC-UNEFM, FS, Caja 120, «Sabas Arraez envía café a Senior, quien le anuncia baja de precios [30-11-1910]»; AHC-UNEFM, FS, Caja 136, «Isidro Eliés envía café a Senior y comenta baja del precio [4-11-1911]»).
En busca de nuevos puntos de colocación para su café, Senior se orientó durante la segunda década del siglo XX hacia el mercado curazoleño y el venezolano, haciendo envíos a Boulton & Co. de Puerto Cabello, a Edwards, Henríquez & Co. de Curazao; consignaciones que eran vendidas en esas mismas plazas. Fue una década particularmente difícil para la región, que además de verse involucrada en las repercusiones de la primera guerra mundial, vivió el culmen de un proceso de sequías y lluvias violentas que se arrastraban alternadamente desde el siglo anterior. Fue la crisis ambiental y demográfica de los años 1911-1913. Un atroz verano que se inició en 1911 y se prolongó hasta 1913, acompañado de una plaga de langostas que asoló cosechas y generó una hambruna fatal para el plano costero coriano. Ante tal circunstancia Senior avisó a uno de sus vendedores en Europa: «Siento tener que manifestar que la situación general de Coro sigue siendo muy crítica, por el azotador verano el pueblo sufre miseria y nada podemos vender. Tengo en suspenso los embarques y sírvanse tener nuestros bultos en su poder hasta que les avise» (AHC-UNEFM, FS, Caja 144, «Josías Senior informa a Jaffé & Sons sobre la crítica situación de Coro causada por el verano [31-08-1912]»).
Hasta mayo de 1913 se dieron las primeras lluvias sobre el plano costero, y apenas terminaba la crisis local cuando Francisco Fernando cayó en Sarajevo, desencadenándose la Gran Guerra. 1914 representó un año de pérdidas importantes para la Casa Senior. Murió Sigismundo Weil, el factor de toda la vida, quien aperturó -prácticamente- las puertas de Europa a la firma y fuera mentor comercial de Josías Senior. Este quedó atrapado en la conflagración con su familia, dispersa entre Inglaterra y Suiza. Nada más lejano y a la vez más cercano a la Casa Senior que la guerra. Venezuela estaba lejos, pero parte de la familia estaba allá. El grueso de sus importaciones eran inglesas y alemanas, buena parte de sus exportaciones se orientaban hacia Europa. Lo que se imaginaba iba a ser una guerra de corta duración terminó en prolongado conflicto que afectó las importaciones, obligando a Senior a contraer sus operaciones, restringiendo créditos y limitando sus existencia al surtido de los clientes más antiguos. Surgieron progresivamente y quizás estimuladas por la guerra, fábricas nacionales que captaron a firmas como I. A. Senior e hijo, quien comenzó a comercializar productos nacionales de empresas como los Telares de Caracas y Valencia, aunque sin abandonar del todo a sus relacionados del exterior, como lo revelan tanto la documentación como libros diarios y mayores donde continuaban figurando firmas newyorquinas como Neuss, Hesslein & Co., D. A. de Lima & Co., Everett Heaney & Co.; inglesas como Jaffé & Sons, Morreau & Spiegelberg, A. & S. Henry & Co. Lim.; francesas como H. Felsenheld, Fortunato Rocha, S. L. Behrens Ltd. y Meyer-Borel & Co., entre otras (AHC-UNEFM, FS, Libro diario 1916-1918; Libro Mayor 1916-1920; Caja 166).
Fueron años duros para el café, represados sus precios a niveles de finales del siglo XIX. Continuaron los excesos de grano y se sumaron las dificultades impuestas por la guerra. Coincidiendo con la entrada de los Estados Unidos a la Gran Guerra, en 1917, Senior se vio obligado a participar a firmas europeas que le sugerían hacer consignaciones que ya no estaba exportando café (AHC-UNEFM, FS, Caja 168, Doc. 67).
El café en los turbulentos años veinte
Mal final de guerra. En 1918 la pandemia de influenza hizo estragos en Coro. El primero de noviembre del mismo año la Casa participó a sus relacionados la muerte en Lucerna, Suiza, de Josías Senior. El ingreso de sus hijos a la firma y los cambios en el panorama mundial trajeron profundos cambios en la gerencia de la Casa Senior. Una decidida y nueva política de cobros utilizando abogado -David López Fonseca, de la comunidad sefardita, se hizo cargo de estos cobros- fue dirigida a deudores empantanados por una postguerra difícil para la región coriana, que volvió a vivir en 1920-1921 oscilaciones de fuerte verano y lluvias, además de una epidemia de viruela, sin contar el lógico impacto de la depresión mundial de ese lapso. De todas partes de la región llegaron cartas de deudores. Se pedía prórroga, condonación de intereses, fraccionamiento de la deuda y otros mecanismos que facilitaran el honrar los compromisos. La angustia era evidente: «en virtud de estar esto tan mal, perdido el año y acentuado el verano, y por tanto sin vender absolutamente nada» (AHC-UNEFM, FS, Caja 190, «Solicitud de prórroga para pagar un adeudo [13-07-1920]»), participaba desde la península de Paraguaná Alfredo Recao. «Adviértoles que estos lugares están mal y a la gente es poco lo que le falta para gritar y volar», informaban desde el piedemonte serrano (AHC-UNEFM, FS, Caja 200, «Reportan a Senior situación en La Cruz de Taratara [28-04-1921]»). Y desde la distante Carora anunciaban: «las ventas en esta plaza están completamente paralizadas, de tal modo que pocas veces hemos visto aquí una situación semejante» (AHC-UNEFM, FS, Caja 200, «Flavio Herrera e hijos se excusa por no hacer un pedido de mayor consideración al agente viajero [25-02-1922]»).
El mercado internacional del café iba y venía de la firmeza a las fuertes fluctuaciones. Pero quien realmente iba de salida era el aromático Coffea arabica venezolano. Desde comienzos del siglo hubo signos de pérdida expansiva en la producción nacional, y salvo una ligera recuperación en la segunda década que superó las cifras de comienzos de centuria y logró el récord de exportación de 1919, la tercera marcó un nuevo descenso que ya no se detuvo. A su llegada el petróleo simplemente tomó el sitial que el café abandonaba, acosado por una crónica baja de precios que los productores fueron incapaces de afrontar. El ilusorio segundo lugar mundial de Venezuela fue producto de una adversa coyuntura para otros países. La última ficción se vivió en la postguerra, cuando el frenesí de la paz empujó las exportaciones a cifras nunca antes vistas en el siglo, más de 81 millones de kilos de café exportó Venezuela en 1919 (Bol. Min. Fom., 1921: 157-159). Sin embargo, en 1921 nuestro país retrocedió ante el empuje de Colombia, quien con sus cafés suaves generó un nicho que aún hoy conserva, insertando en el mercado internacional los llamados cafés suaves colombianos, granos lavados sometidos progresivamente a estrictas normas de control de calidad que han hecho famoso su aroma, color, tamaño, humedad y textura.
En el caso coriano el productor laboraba cada vez con mayores desventajas, derivadas de sus mermadas ganancias en el estira y afloje de precios donde siempre se imponía el dictamen de las grandes casas exportadoras. Pero para comerciantes como Senior la cosa no pintaba mejor. El café coriano -quizás sometido a un proceso de desmejoramiento por falta de tecnologías adecuadas, de cuidado de las plantaciones, e incluso dado el agotamiento de los cafetos- era cada vez más difícil de colocar en un mercado donde los competidores abundaban y reaccionaban con mayor agresividad y decisión en el manejo de sus productos. De nada sirvieron medidas de estímulo como la Exposición del café y cacao convocada por el Gobierno nacional para el 5 de julio de 1923, a la cual el gobierno estadal agregó la adjudicación de una copa de plata al expositor de la mejor muestra de café de Falcón (El Conciliador, 1923: 2).
Senior persistió en sus intentos por colocar el grano, pero las muestras que envió durante esta década a distintos puntos recibieron pobres cuando no duras descripciones: «El café ha sido descrito como de grano corriente y de color, algunos rojos y negros, ligeramente quebrados y tostados» (AHC-UNEFM, FS, Caja 188, «Bliss, Dallet & Co. informa sobre muestra de café enviada por Senior [27-01-1922]»). La firma R. Desvernine, en 1924, advirtió a Senior que la calidad del café de Coro era poco apetecida en New York por ser un grano de pobre calidad (AHC-UNEFM, FS, Caja 216, «R. Desvernine informa sobre el mercado del café en New York [8-12-1924]»). En 1925 llegó de Amsterdam el reporte implacable de otra muestra enviada por Senior: era un café demasiado mal beneficiado, de calidad muy irregular y por tanto de bajo interés en ese mercado. El café estaba mal lavado, con toda clase de irregularidades como granos negros, basura, pergamino, granos amarillos e incluso piedras (AHC-UNEFM, FS, Caja 228, «E. J. Martens informa sobre muestra de café enviada por Senior [17-03-1925]»). Senior también envió muestras y consignaciones a Barcelona (España), que resultaron de difícil cotización y colocación en medio de un mercado que padecía una severa baja, fuertes fluctuaciones y compras de escasas a paralizadas (AHC-UNEFM, FS, Caja 228, «Informes de Molina & Co. S. en C. sobre el mercado del café en España [16-04-1925 y 20-05-1925]»).
A nivel local la situación era de malestar, el cual se agudizaría con los años y la crisis mundial en puerta. El reporte enviado al Boletín de la Cámara de Comercio de Caracas –de la cual la Casa Senior era miembro para 1925- ilustraba: «Las ventas al detal del comercio de esta plaza se han paralizado un tanto últimamente así como también las transacciones en el ramo del café, por la poca estabilidad del mercado extranjero. Disminuyendo las entradas de café, disminuyen también las ventas en los detales. La gente pobre de los campos que traen sus lotecitos de café, destinan su producto por lo general a comprar en el detal» (Bol. Cam. Com. de Ccas, 1925: 2832).
En Venezuela se acentuaba la debacle del café y el petróleo brotaba de las entrañas. En Falcón se vivió una vez más la sequía prolongada, que se prolongó desde 1926 hasta el segundo semestre de 1927, causando nuevamente parálisis en las transacciones. El café coriano corría con mala suerte en New York. Si para los cafés suaves había en general problemas -a New York llegaban informes de sequía en Colombia y Venezuela-, los ordinarios o inferiores trabajados por Senior resultaban con frecuencia invendibles, según los reportes. Las calidades venezolanas se caracterizaban por su escasa demanda, mientras se acrecentaba el nicho de los suaves colombianos incluso por encima del verano atroz que hizo de 1926 un año difícil para los cafés suaves. La baja del caudal del río Magdalena complicó las cosas para Colombia, que no podía sacar el grano con facilidad, y se estimó en general una cosecha de suaves 30% menor a la normal. El año terminó con un mercado deprimido por factores políticos, pues el nuevo gobierno de Brasil no tomaba medidas para controlar el precio de su café y la perspectiva de cosechas sobrantes hacía pensar en baja de precios. Las circunstancias hicieron retroceder el café coriano unos cinco centavos entre junio de 1926 y julio de 1927, cuando se colocó en 16 cts. libra, precio del mismo café en 1895 (AHC-UNEFM, FS, Cajas 246, 247 y 269).
Fue una década de reajustes más o menos definitivos que marcaron el inicio de la reestructuración de la región por largos años bajo influencia de Isaac A. Senior e hijo. En la región centro-occidental Barquisimeto consolidó su posición nodal gracias a su enlace carretero y ferroviario con el centro del país y un incremento demográfico excepcional que la ubicó como cuarta ciudad del país, mientras Coro se posicionó en el catorceavo lugar, superada a nivel de región inclusive por San Felipe (Estaba, R., Alvarado, I., 1985: 94-95).
Senior respondió a estos reajustes mirando hacia Barquisimeto e intensificando o iniciando la comercialización de nuevos productos que vinieron a compensar el deprimido café coriano. Destacan en esta última década en estudio los sacos de henequén -que se usaban para productos como cacao, café y sal- los cuales competían, como siempre, con los sacos barquisimetanos y eran vendidos en Puerto Cabello y La Guaira, con ofertas incluso del oriente del país; considerables negocios con ajonjolí en Adícora, el cual fue exportado a Europa; importantes operaciones nacionales con maíz procedente del occidente falconiano, especialmente de la zona de Pedregal, el cual era vendido hasta en la isla de Margarita.
Contradictoriamente, el mismo petróleo que minaba la estructura de la cual surgía la bonanza de la Casa Senior vino a dar soporte a la firma, a través de la expansión del mercado interno regional que causó en esa tercera década la derrama de dinero proveniente del hidrocarburo. Fueron movimientos encontrados: por un lado, crisis de exportaciones resultante de la depresión en los centros importadores a partir de 1930, por el otro, fortalecimiento de las importaciones de la firma coriana, que se articularon con la derrama monetaria ocasionada por el petróleo y con su avance decidido sobre el mercado larense. Ello a pesar de que en 1930 hubo retiro de trabajadores por parte de las compañías petroleras asentadas en Falcón. El contexto global para el comercio venezolano era malo, los boletines de la Cámara de Comercio de Caracas siguieron, paso a paso, la evolución de la crisis. En enero de 1930 se planteó la perspectiva de «una lucha seria con circunstancias adversas», para marzo reportó una «pesadez impresionante», pues sólo se importaba lo necesario, se vendía en condiciones seguras y se recogían deudas; la circulación era baja por la baja de todos los productos exportables. El año terminó a la baja para el café coriano, reportándose una mala cosecha por falta de lluvias, calculándose un 50% de pérdidas en la sierra, principal productor (Bol. Cam. Com. Ccas, N° 194, 1930: 4629; N° 196, 1930: 4693; N° 205, 1930: 4966).
El momento de crisis mundial trajo consigo la debacle de los precios internacionales del café, lo que coincidió en Venezuela con la pérdida de su sitial como principal producto generador de divisas: «Mientras en 1920 el café y el cacao aportaban el 92% del valor total por exportaciones, el petróleo aportaba un 2%; para 1930 el petróleo figuraba con un 83%, mientras el café y el cacao descendían a un 15%» (Maza Zavala, D., 1985: 22). El perfil exportador del estado cambió, también el perfil productor y el demográfico. El campo comenzó a sentir el peso de la nueva industria. La sierra y su piedemonte iniciaron un cambio que las alejó del café, del maíz, del henequén, las panelas y la cocuiza, mermando demográficamente al cambiar el patrón de asentamiento.
Con los años treinta el llamado café coriano desapareció de la escena internacional. La Casa Senior aceleró sus actividades en Barquisimeto, lo que consta en las numerosas cajas con facturas consulares, duplicados de facturas, telegramas, cuentas corrientes, documentos de embarque, notas de compra, facturas comerciales y otros documentos fechados en Lara. A medida que avanzó en el área larense la política fue tomar distancia de los llamados «cafeceros», clientes que pagaban con café: «... no nos convienen y a medida que vamos aumentando nuestras relaciones buenas, iremos eliminando a los que no nos pagan sino con café» (AHC-UNEFM, FS, Caja sin número (1929-1940), «Lista de acreedores de la agencia I. A. Senior e hijo Barquisimeto [31-12-1934]»). Y es que la apertura de la agencia barquisimetana implicó el paso a operaciones estables de detal al contado y rompió con la subordinación al crédito, propia de una comercialización con escasez de numerario, basada en el ritmo de las cosechas, cuya inestable dinámica determinaba la honra de los compromisos o bien la suspensión de los pagos. Sin embargo, las operaciones en base al trueque, indicadoras del atraso económico, continuaron en la región, y la firma coriana no las descartó en su totalidad.
Para fines de los años treinta no se identificaba el café coriano en el mercado de New York, aunque Falcón continuó produciendo en los distritos Bolívar, Federación y Petit. Senior siguió exportando café en forma esporádica, figurando unos años sí y otros no como exportador. El mapa agrícola de Falcón 1957-1958 no incluyó al café, el cual fue marginalmente aludido por Marco Aurelio Vila (Vila, M., 1961: 175).
Hoy no hay café coriano de exportación.
NOTAS
1 Existen dos tipos de cafés suaves: los suaves colombianos y los suaves centrales, estos últimos incluyen los cafés venezolanos, centroamericanos y de México, así como de algunos países del sudeste asiático. Se obtienen de la variedad Coffea arabica y en su mayoría son cafés lavados, es decir, cafés que se remojan para someterlos a una suave fermentación que da su particular aroma al café lavado.
2 El Fondo Senior (Archivo Histórico de Coro, UNEFM) se encuentra parcialmente catalogado. En el caso de documentos que aún carecen de clasificación, se colocó la caja donde se ubica, un título que lo resume y la fecha del documento.
BIBLIOGRAFÍA
Fuentes primarias
Fuentes documentales
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Ensayos Históricos. Anuario del Instituto de Estudios Hispanoamericanos.
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Segunda Etapa, Nº 13, 2001, pp. 139-155.
Introducción
Pese a no estar identificada con el cultivo del café, la región coriana alcanzó a ser exportadora de este grano, cuyo cultivo se dio particularmente en la zona serrana, captando además el fruto que provenía de Lara e incluso del norte de Trujillo. Alrededor de operaciones con café, en algún momento de la segunda mitad del siglo XIX, se encontraron los ingredientes necesarios para impulsar el negocio: un exportador con visión capitalista – entre ellos Isaac A. Senior, que a partir de 1884 pasó a llamarse Isaac A. Senior e hijo (Casa Senior)-, un pequeño productor, un agro ineficiente y un mercado internacional ávido de café. Todo estaba listo para que la región se adentrara en una serie de procesos económicos que condujeron, finalmente, a su particular inserción en el mercado capitalista mundial.
La firma coriana Isaac A. Senior se inició temprano en el negocio cafetalero. Menciones constantes a goletas se encuentran en los más antiguos libros de caja del Fondo Senior (Libro del comercio de David A. Senior (1851-1865), f. 5 y 9; Libro de caja 1860-1866, f. 63; Libro de caja 1864-1869, f. 13 y ss.; Libro de caja 1870-1873, f. 50 y ss.). Las más antiguas operaciones detectadas con el grano retrotraen a febrero y marzo de 1851. Los libros de caja de años posteriores continúan con el registro intermitente de transacciones con café, enviado a Curazao por goletas, transacciones que se incrementaron progresivamente, a tono con el auge del grano, que Senior exportó a Hamburgo vía Curazao cuando menos desde 1873 (AHC-UNEFM, FS, Libro de caja 1873-1875: f 58, 84 y 136).
Coro se hizo exportador de lo que en el mercado de fines del XIX y primeras décadas del XX se llamaron «clases ordinarias»: cafés de baja calidad y bajos precios utilizados como mezcla para hacer rendir el café tostado y molido. Con todo, un grano que llegó a tener nombre propio en diversos mercados internacionales, que logró hacerse un nicho y no supo desarrollarlo, perdiendo la región su vocación cafetalera y desapareciendo incluso del panorama nacional.
El Coffea arabica coriano: origen y destino
Flores blancas con suave fragancia y evocación a jazmín. Entre tres y cinco metros de altura y hasta diez metros en su estado natural, pero podado para efectos de cultivo no rebasa los dos metros de altura, a fin de facilitar su cosechado y generar mayor floración. Su fruto, llamado «cereza», encierra la historia económica de la Venezuela post independentista y pre petrolera. Es el café venezolano, clasificado entre los cafés suaves, llamados así por su menor contenido de cafeína y mayor calidad, que les otorga amplia competitividad y un mejor precio (1).
Un proceso largo y artesano, sometido a la dictadura del sol y la lluvia, a la carencia de brazos, la inestabilidad política, las exigencias del comprador y los avatares de las bolsas internacionales marcaba la ruta del grano: cosecharlo en varios periodos o recorridas porque no todos los frutos maduran a la vez, descerezarlo, lavarlo, secarlo, trillarlo, seleccionarlo separando granos según calidades. El café coriano, hasta donde dejan ver los documentos, nunca fue lavado, proceso que resta impurezas y elimina granos de baja calidad, garantizando sabor y aroma superiores en el producto final. Todo orienta a la prevalencia de cafés ordinarios y trillados -proceso que elimina la cáscara apergaminada y plateada que cubre el grano- con la técnica del pilón: «han hecho los días con mucha atmósfera que no he podido pilar» (AHC-UNEFM, FS, Caja 36, Doc. 482). Los informes procedentes de Europa y New York en diferentes décadas de los siglos XIX y XX describen el café de Coro abundando calificativos como ordinario, trillado, corriente, finos, buenos y malos (AHC-UNEFM, FS, Cajas 4, 5, 6, 10, 11, 36, 52, 93, 120, 161, 188, 216, 249). La excepción a esto fue el llamado café tipo sierra, un tanto mejor posicionado en el mercado internacional.
La Casa Senior captó la producción de los viejos y nuevos poblados del piedemonte y la sierra de San Luis (San Luis, Cabure, Curimagua, Pedregal, Pecaya, ...) y de los más nuevos que surgieron y formaron la microrregión San Luis-Churuguara, como la villa de Churuguara, Pueblo Nuevo de la Sierra y Mapararí, así como los del eje Purureche-Piedra Grande hacia el occidente. Todos ellos afianzaron su prosperidad económica sobre la base de cultivos comerciales, predominando el café. Penetrando el estado Lara se ubican en la depresión de Barquisimeto poblados asociados al café en esos años, como Aguada Grande, antes San Miguel, registrada en el censo de 1875 como zona productora de café en gran escala, y Siquisique; este último con importantes operaciones de café hacia Coro, resultantes de su ubicación privilegiada con respecto a espacios dedicados al cultivo del aromático grano, como la serranía de la Venta, colindante con Falcón (Apuntes Barquisimeto: 331-332). Hacia la depresión de Carora se localizan de sur a norte El Tocuyo, Carora y Baragua. Estas tres poblaciones formaban parte de la antigua ruta colonial hacia Coro, la estratégica ruta de la sal -negocio monopolizado en buena medida por comerciantes tocuyanos- que conectaba con el occidente falconiano. La Casa Senior usó la misma red para crear una ruta del café y captar el grano que fluía desde Trujillo y de las vegas a lo largo de los ríos Tocuyo y Curarigüita. Baragua fue punto importante por sus sitios de posada, sus jagüeyes y su ubicación fronteriza en la red de comunicaciones de la región. Fue un puesto de avanzada de Carora hacia Coro, que los comerciantes corianos usaron a la vez para beneficios comerciales como captador de la producción de café de su entorno (Cunill Grau, P., 1999: Vol. I, cap. IV).
New York, El Havre y Hamburgo fueron el destino del humilde Coffea arabica coriano, un café de muy dispar calidad que debido a la heterogeneidad de su procedencia y la pobre tecnología de procesamiento carecía de tipos fijos. Ello determinó que la Casa Senior no asumiera una postura estricta en cuando a comprar sólo sacos muy escogidos, enfatizando más bien otros aspectos del grano, como que estuviera seco y sin olor a humedad, para garantizar el peso del producto, y que no estuviera excesivamente mezclado, para facilitar el proceso de clasificación. Sin embargo, los compradores destacaban el llamado tipo Sierra, descrito como un café de grano grande, parejo en tamaño y color, con pocos granos negros y algo terroso en sus clases corrientes. Otros tipos de café manejados por Senior fueron el Carora y el Parupano (AHC-UNEFM, FS, Caja 2, Doc. 48).
La red comercial
El café coriano exportado por la Casa Senior provenía de una miríada de pequeñas propiedades enclavadas a lo largo del sistema coriano y de las depresiones de Barquisimeto y Carora, en los llamados paisajes montañosos e intraserranos. El pequeño productor era doblemente débil. En primer lugar, la explotación que hacía de la tierra no era integral, carecía de las fuertes tendencias autárquicas que sí tuvo, por ejemplo, el hato. Su magro excedente se canalizaba hacia la adquisición de aquello que no producía. Lo usual era la venta adelantada de cosechas. En segundo lugar, están los diversos momentos de la producción y comercialización del café, severamente limitados por factores que restaban velocidad a la reproducción del ciclo del capital, como por ejemplo, tecnologías atrasadas para la cosecha, lavado y trillado del grano.
Por otra parte estaba la persistencia del entonces inevitable sistema de transporte que eran los arreos, única alternativa para sacar el producto desde la sierra y más al sur, hasta el plano costero falconiano, y que estaba sometido a los imperativos del tiempo climático y el tiempo político, como cuando en 1898 desde Siquisique le avisaron a Senior que por motivos de la guerra no habían podido enviar café para pagar una deuda, o cuando en 1912 le avisaron desde Pedregal que no podían levantar cargas: «por estar los animales en muy mal estado», o en 1926 Chirinos Hermanos, desde Churuguara, avisó que había escasez de recuas debido al verano y no iban a poder enviar todo el café comprometido (AHC-UNEFM, FS, Caja sin número (1898), Doc. 267; AHC-UNEFM, FS, Caja 137, «Eusebio López se excusa por no poder llevar unas cargas [24-04-1912]»; AHC-UNEFM, FS, Caja 269, «Explican escasez de arreos a Senior que impide enviar el café [19-02-1926]») (2).
El productor-intermediario regional solía ser un cafeticultor que además controlaba, mediante compras adelantadas, la producción agrícola próxima a su hinterland. Estas compras las hacía bien con su propio capital o con dinero entregado por la firma coriana. Este grupo fue una mezcla de personajes que reveló el nuevo perfil del agro coriano, completamente distinto al de la Colonia: italianos (Faraco, Gonnella, Cardosi, Magrini...), árabes (Abraham, Bohana, Sarquis, Elies...), apellidos del antiguo estado llano (Romero, Rojas, Morles,...), descendientes católicos de judíos sefarditas (De Lima, López, López-Fonseca), viejos generales de las distintas revoluciones ocurridas desde mediados del s. XIX y descendientes de esclavos en proceso de ascenso social sustituyeron los otrora dominantes apellidos y las grandes posesiones. Pero además, este intermediario regional era propietario de un comercio, generalmente al detal, que se surtía en I. A. Senior e hijo y gozaba de los créditos de esta razón social.
En cuanto a los exportadores, la razón social I. A. Senior e hijo fue una de las firmas exportadoras más fuertes de la región coriana. Otras firmas y/o comerciantes relacionados con exportaciones de café fueron: Guillermo Cook e hijos, Quiterio Henríquez, Isaac C. Henríquez, Henríquez & Ca., José López Fonseca, Salomón López Fonseca y Julio Capriles. La Casa Senior adquiría el café en compras menudeadas, que iban entrando por partes desde los diferentes puntos de la región. Teniendo a Coro como centro de acopio, Senior contactaba con los intermediarios regionales, asegurándose que mantuvieran el control de los productores directos, control que significaba tanto que vendieran para Senior, y aceptaran los precios impuestos al grano en sus vaivenes cíclicos, como que fueran fieles consumidores de las mercaderías importadas por ella.
El café en el nuevo siglo
El mundo vivía el frenesí de trust y carteles que no tardaron en dar paso a los monopolios. La masa de capital acumulada en Europa y Estados Unidos se derramó sobre el planeta. La población en aumento y con un poder adquisitivo fuerte empujaba adelante la demanda de productos. Los países industrializados buscaban más y más materias primas. La región coriana contribuyó generosamente: café, pieles y dividive; cada uno en su momento fue eje de nuestra economía, que pugnaba y era arrastrada a insertarse en la dinámica impuesta por el comercio internacional. El avance sobre la industrialización se intentó, pero sin éxito, la región quedó bajo el influjo de las fuerzas exógenas que la exigían como aportadora de materias primas, nada más.
La producción de café alcanzó niveles únicos. Brasil estaba, una vez más, a la cabeza. Las plantaciones de las Indias Holandesas padecieron las consecuencias de plagas. La coyuntura colocó a Venezuela como segundo productor mundial de café y primer productor mundial de cafés suaves. El mercado en New York abrió el siglo firme y avanzando. Los consignatarios se aproximaban a Senior buscando operaciones con café y enviando cuentas-ventas simuladas, lo cual era frecuente en épocas de auge de algún producto: desde Barcelona (España), J. Palau Puig; desde New York, Henry W. Peabody & Co. (AHC-UNEFM, FS, Caja 38, «Ofrecimiento para consignación de prueba de café a New York [24-04-1900]», «Ofrecimiento para consignación de café hacia España [20-06-1900]»). Pese a la diversidad de ofrecimientos, Senior daba prioridad en sus contactos y operaciones a las firmas estadounidenses Boulton, Bliss & Dallet y D. A. de Lima & Co.( AHC-UNEFM, FS, Caja sin número (1893-1909); AHC-UNEFM, FS, Caja sin número (1904-1905); AHC-UNEFM, FS, Cajas 36, 52, 93 y 120).
Tras la aguda crisis de 1895, que desplomó los precios de café en todo el mundo, la calma fue corta. El café seguía llegando desde Carora, Churuguara, Mapararí, Parupano... pero las oscilaciones del mercado no tardaron en imponerse, presentándose fluctuaciones violentas de precios. Era la marca de la libre competencia que caracterizó al café en esta etapa. Bruscas caídas y ascensos de precios que quedaron plasmadas en numerosos reportes enviados a Senior a lo largo de los años: marzo de 1900: mercado fluctuando un poco últimamente; junio de 1900: mercado fluctuando violentamente; noviembre de 1903: mercado del café venezolano continúa muy quieto; abril de 1904: temen que si los arribos siguen siendo considerables los precios bajen; mayo de 1904: la depresión del mercado se acentúa; julio de 1907: muchos creen que se verá pronto otra baja del café; mayo de 1910: mercado del café muy estable; agosto de 1910: mercado del café firme, activo y avanzando, principalmente para las clases de Brasil; enero de 1911: mercado desmoralizado, precios declinando (AHC-UNEFM, FS, Cajas 36, 52, 93 y 120).
Debe también considerarse lo que puede llamarse la ruta crítica natural del precio de los cafés suaves, que enlazaba cosechas, estaciones del año y precios. Esta ruta se desprendió de 44 documentos que abarcan desde mayo de 1910 hasta marzo de 1911, remitidos por Bliss & Dallet desde New York con periodicidad semanal. Para los cafés suaves la ruta era la siguiente: en enero comienzo de la nueva cosecha de cafés suaves. En marzo apogeo de la cosecha de suaves y baja de precios. Junio y julio -el verano en general- meses de menor consumo. Septiembre: inicio de la demanda de invierno, siendo esta la estación de mayor actividad del grano, mayor demanda y elevación de precios (AHC-UNEFM, FS, Caja 247). En un año de ruta típica, como lo fuera 1910 según los informes enviados por Bliss, Dallet & Co., los meses de mayo y junio se caracterizaron por un mercado generalmente quieto y estable, hacia finales de agosto comenzó a mostrarse activo y avanzando, permaneciendo firme con ligeras variaciones desde septiembre hasta fines de diciembre, en que nuevamente volvió a reportarse como quieto, pues el final del año incidía tornando lento el mercado (AHC-UNEFM, FS, Caja 120).
1899 escribió Vicente Kock, comerciante alemán de Puerto Cabello, a la Casa Senior: «Parece que la revolución se está acabando, falta saber cuándo vendrá la próxima» (AHC-UNEFM, FS, Caja sin número (1899), Doc. 285). No pudo intuirlo mejor. Venezuela se estremeció entre 1901 y 1903 con la Revolución libertadora y el bloqueo de las potencias europeas. De toda la región llegaron las malas nuevas de los deudores insolventes y los detallistas temerosos, evocando lo ya sucedido en el quinquenio anterior: «Yo pensé el año que expiró haber dejado satisfecha esa cuenta, pero se presentó esa atroz guerra la cual acabó de arruinarme. Agregando a ella la depreciación completa del café que ha venido a ser la verdadera tumba de nosotros los agricultores». Eran letras de Ismael Arraez desde Siquisique en 1903 (AHC-UNEFM, FS, Caja 52, «Sobre adeudo vencido de Ismael Arraez [12-10-1903]»).
Guerra interna, bloqueo externo. La región convulsionó. Con este telón de fondo Boulton, Bliss & Dallet reportó desde New York en 1903 un mercado del café debilitado en los meses de mayor actividad, con demanda restringida a las calidades altas. Los informes regulares enviados por de Lima en 1904 no fueron mejores: precios nominales, compradores presionando a la baja y tenedores resistiendo. Depresión acentuada a mediados de año, arribos considerables de varias procedencias. La situación repercutió en las importaciones: «... notamos con gran sentimiento lo escaso que se nos hacen sus muy apreciados encargos. Saben Uds. que manejamos sus gratos pedidos con muy preferida atención, y que nos causa verdadera pena vernos privados de ellos por tanto tiempo» (AHC-UNEFM, FS, caja sin número (1904-1905), «Informes sobre mercado de pieles y café en New York [1904]»; AHC-UNEFM, FS, caja sin número (1904-1905), «Everett, Heaney & Co. extraña retiro de Senior [11-11-1904]»).
La situación se tendió a normalizar en lo interno para el año 1905. Pero el café continuaba deprimido. Mientras, Senior estaba muy ocupado negociando pieles de chivo en grandes cantidades asociado a Boulton & Co. de Puerto Cabello. Si bien no desapareció, el café disminuyó su presencia en las operaciones exportadoras de la Casa Senior. El volumen de la correspondencia se invierte, predominando documentos relacionados con las pieles de caprino. No ayudó a la región el intenso verano de 1908, que se abatió sobre la sierra coriana perdiéndose cuando menos la cosecha de primavera, pues en febrero Senior fue informado: «La cosecha se perdió en este mes por el serio verano, creemos que todo lo que arrojará esta cosecha no pasará de 500 quintales en todo el distrito» (AHC-UNEFM, FS, Caja 93, «Carta de J. M. Suárez sobre la crisis del café en Churuguara [18-02-1908]»).
El resultado de la primera década del siglo no fue halagador para el café coriano. La depresión en los precios fue evidente. A mediados de 1910 en New York eran inferiores a los de diciembre de 1896 en la misma plaza, y al terminar el año, con todo y un buen empuje al alza, apenas alcanzaron a los precios de enero de 1896. En 15 años los exportadores corianos no avanzaron en materia de precios, como tampoco el campo en la mejora del grano. La situación de estancamiento se mantuvo a lo largo de la segunda década, y fue hasta fines de la tercera cuando los precios rebasaron aquellos con que se iniciara la crisis de 1895. Esto sin que medie, en todo este tiempo, algún esfuerzo de comerciantes o productores por lograr un producto con mayor margen de competitividad en el extranjero. Toda la fuerza del empresariado agroexportador coriano repitió la viciada dinámica de la ganancia fácil, huyendo de aquellos artículos que se debilitaban para apoyarse en los de mayor fortaleza coyuntural. Hasta ahora, no se ha detectado el menor indicio de una alianza comerciantes-productores destinada a incidir en la mejora del producto.
Nada estuvo tan unido y tan disociado como estos polos de la cadena de comercialización. Una unidad retorcida, soportada en el endeudamiento crónico, la compra de cosechas, en relaciones de amistad y compadrazgo; y el distanciamiento marcado tanto por lo geográfico como por lo social y una visión del negocio completamente opuesta: el productor no rebasaba el nivel de sus necesidades ingentes y no se veía ni se asumía como un capitalista del campo, era una imagen anclada en la época colonial; por el contrario, el comerciante mayorista era de un individualismo feroz, voraz y agresivo en su manejo del mercado. Para ejemplo, en un año favorable como 1910, con precios en constante alza, Senior no se detuvo para avisar a sus clientes sobre una baja en el precio del grano, situación que volvió a repetir a finales de 1911 (AHC-UNEFM, FS, Caja 120, «Sabas Arraez envía café a Senior, quien le anuncia baja de precios [30-11-1910]»; AHC-UNEFM, FS, Caja 136, «Isidro Eliés envía café a Senior y comenta baja del precio [4-11-1911]»).
En busca de nuevos puntos de colocación para su café, Senior se orientó durante la segunda década del siglo XX hacia el mercado curazoleño y el venezolano, haciendo envíos a Boulton & Co. de Puerto Cabello, a Edwards, Henríquez & Co. de Curazao; consignaciones que eran vendidas en esas mismas plazas. Fue una década particularmente difícil para la región, que además de verse involucrada en las repercusiones de la primera guerra mundial, vivió el culmen de un proceso de sequías y lluvias violentas que se arrastraban alternadamente desde el siglo anterior. Fue la crisis ambiental y demográfica de los años 1911-1913. Un atroz verano que se inició en 1911 y se prolongó hasta 1913, acompañado de una plaga de langostas que asoló cosechas y generó una hambruna fatal para el plano costero coriano. Ante tal circunstancia Senior avisó a uno de sus vendedores en Europa: «Siento tener que manifestar que la situación general de Coro sigue siendo muy crítica, por el azotador verano el pueblo sufre miseria y nada podemos vender. Tengo en suspenso los embarques y sírvanse tener nuestros bultos en su poder hasta que les avise» (AHC-UNEFM, FS, Caja 144, «Josías Senior informa a Jaffé & Sons sobre la crítica situación de Coro causada por el verano [31-08-1912]»).
Hasta mayo de 1913 se dieron las primeras lluvias sobre el plano costero, y apenas terminaba la crisis local cuando Francisco Fernando cayó en Sarajevo, desencadenándose la Gran Guerra. 1914 representó un año de pérdidas importantes para la Casa Senior. Murió Sigismundo Weil, el factor de toda la vida, quien aperturó -prácticamente- las puertas de Europa a la firma y fuera mentor comercial de Josías Senior. Este quedó atrapado en la conflagración con su familia, dispersa entre Inglaterra y Suiza. Nada más lejano y a la vez más cercano a la Casa Senior que la guerra. Venezuela estaba lejos, pero parte de la familia estaba allá. El grueso de sus importaciones eran inglesas y alemanas, buena parte de sus exportaciones se orientaban hacia Europa. Lo que se imaginaba iba a ser una guerra de corta duración terminó en prolongado conflicto que afectó las importaciones, obligando a Senior a contraer sus operaciones, restringiendo créditos y limitando sus existencia al surtido de los clientes más antiguos. Surgieron progresivamente y quizás estimuladas por la guerra, fábricas nacionales que captaron a firmas como I. A. Senior e hijo, quien comenzó a comercializar productos nacionales de empresas como los Telares de Caracas y Valencia, aunque sin abandonar del todo a sus relacionados del exterior, como lo revelan tanto la documentación como libros diarios y mayores donde continuaban figurando firmas newyorquinas como Neuss, Hesslein & Co., D. A. de Lima & Co., Everett Heaney & Co.; inglesas como Jaffé & Sons, Morreau & Spiegelberg, A. & S. Henry & Co. Lim.; francesas como H. Felsenheld, Fortunato Rocha, S. L. Behrens Ltd. y Meyer-Borel & Co., entre otras (AHC-UNEFM, FS, Libro diario 1916-1918; Libro Mayor 1916-1920; Caja 166).
Fueron años duros para el café, represados sus precios a niveles de finales del siglo XIX. Continuaron los excesos de grano y se sumaron las dificultades impuestas por la guerra. Coincidiendo con la entrada de los Estados Unidos a la Gran Guerra, en 1917, Senior se vio obligado a participar a firmas europeas que le sugerían hacer consignaciones que ya no estaba exportando café (AHC-UNEFM, FS, Caja 168, Doc. 67).
El café en los turbulentos años veinte
Mal final de guerra. En 1918 la pandemia de influenza hizo estragos en Coro. El primero de noviembre del mismo año la Casa participó a sus relacionados la muerte en Lucerna, Suiza, de Josías Senior. El ingreso de sus hijos a la firma y los cambios en el panorama mundial trajeron profundos cambios en la gerencia de la Casa Senior. Una decidida y nueva política de cobros utilizando abogado -David López Fonseca, de la comunidad sefardita, se hizo cargo de estos cobros- fue dirigida a deudores empantanados por una postguerra difícil para la región coriana, que volvió a vivir en 1920-1921 oscilaciones de fuerte verano y lluvias, además de una epidemia de viruela, sin contar el lógico impacto de la depresión mundial de ese lapso. De todas partes de la región llegaron cartas de deudores. Se pedía prórroga, condonación de intereses, fraccionamiento de la deuda y otros mecanismos que facilitaran el honrar los compromisos. La angustia era evidente: «en virtud de estar esto tan mal, perdido el año y acentuado el verano, y por tanto sin vender absolutamente nada» (AHC-UNEFM, FS, Caja 190, «Solicitud de prórroga para pagar un adeudo [13-07-1920]»), participaba desde la península de Paraguaná Alfredo Recao. «Adviértoles que estos lugares están mal y a la gente es poco lo que le falta para gritar y volar», informaban desde el piedemonte serrano (AHC-UNEFM, FS, Caja 200, «Reportan a Senior situación en La Cruz de Taratara [28-04-1921]»). Y desde la distante Carora anunciaban: «las ventas en esta plaza están completamente paralizadas, de tal modo que pocas veces hemos visto aquí una situación semejante» (AHC-UNEFM, FS, Caja 200, «Flavio Herrera e hijos se excusa por no hacer un pedido de mayor consideración al agente viajero [25-02-1922]»).
El mercado internacional del café iba y venía de la firmeza a las fuertes fluctuaciones. Pero quien realmente iba de salida era el aromático Coffea arabica venezolano. Desde comienzos del siglo hubo signos de pérdida expansiva en la producción nacional, y salvo una ligera recuperación en la segunda década que superó las cifras de comienzos de centuria y logró el récord de exportación de 1919, la tercera marcó un nuevo descenso que ya no se detuvo. A su llegada el petróleo simplemente tomó el sitial que el café abandonaba, acosado por una crónica baja de precios que los productores fueron incapaces de afrontar. El ilusorio segundo lugar mundial de Venezuela fue producto de una adversa coyuntura para otros países. La última ficción se vivió en la postguerra, cuando el frenesí de la paz empujó las exportaciones a cifras nunca antes vistas en el siglo, más de 81 millones de kilos de café exportó Venezuela en 1919 (Bol. Min. Fom., 1921: 157-159). Sin embargo, en 1921 nuestro país retrocedió ante el empuje de Colombia, quien con sus cafés suaves generó un nicho que aún hoy conserva, insertando en el mercado internacional los llamados cafés suaves colombianos, granos lavados sometidos progresivamente a estrictas normas de control de calidad que han hecho famoso su aroma, color, tamaño, humedad y textura.
En el caso coriano el productor laboraba cada vez con mayores desventajas, derivadas de sus mermadas ganancias en el estira y afloje de precios donde siempre se imponía el dictamen de las grandes casas exportadoras. Pero para comerciantes como Senior la cosa no pintaba mejor. El café coriano -quizás sometido a un proceso de desmejoramiento por falta de tecnologías adecuadas, de cuidado de las plantaciones, e incluso dado el agotamiento de los cafetos- era cada vez más difícil de colocar en un mercado donde los competidores abundaban y reaccionaban con mayor agresividad y decisión en el manejo de sus productos. De nada sirvieron medidas de estímulo como la Exposición del café y cacao convocada por el Gobierno nacional para el 5 de julio de 1923, a la cual el gobierno estadal agregó la adjudicación de una copa de plata al expositor de la mejor muestra de café de Falcón (El Conciliador, 1923: 2).
Senior persistió en sus intentos por colocar el grano, pero las muestras que envió durante esta década a distintos puntos recibieron pobres cuando no duras descripciones: «El café ha sido descrito como de grano corriente y de color, algunos rojos y negros, ligeramente quebrados y tostados» (AHC-UNEFM, FS, Caja 188, «Bliss, Dallet & Co. informa sobre muestra de café enviada por Senior [27-01-1922]»). La firma R. Desvernine, en 1924, advirtió a Senior que la calidad del café de Coro era poco apetecida en New York por ser un grano de pobre calidad (AHC-UNEFM, FS, Caja 216, «R. Desvernine informa sobre el mercado del café en New York [8-12-1924]»). En 1925 llegó de Amsterdam el reporte implacable de otra muestra enviada por Senior: era un café demasiado mal beneficiado, de calidad muy irregular y por tanto de bajo interés en ese mercado. El café estaba mal lavado, con toda clase de irregularidades como granos negros, basura, pergamino, granos amarillos e incluso piedras (AHC-UNEFM, FS, Caja 228, «E. J. Martens informa sobre muestra de café enviada por Senior [17-03-1925]»). Senior también envió muestras y consignaciones a Barcelona (España), que resultaron de difícil cotización y colocación en medio de un mercado que padecía una severa baja, fuertes fluctuaciones y compras de escasas a paralizadas (AHC-UNEFM, FS, Caja 228, «Informes de Molina & Co. S. en C. sobre el mercado del café en España [16-04-1925 y 20-05-1925]»).
A nivel local la situación era de malestar, el cual se agudizaría con los años y la crisis mundial en puerta. El reporte enviado al Boletín de la Cámara de Comercio de Caracas –de la cual la Casa Senior era miembro para 1925- ilustraba: «Las ventas al detal del comercio de esta plaza se han paralizado un tanto últimamente así como también las transacciones en el ramo del café, por la poca estabilidad del mercado extranjero. Disminuyendo las entradas de café, disminuyen también las ventas en los detales. La gente pobre de los campos que traen sus lotecitos de café, destinan su producto por lo general a comprar en el detal» (Bol. Cam. Com. de Ccas, 1925: 2832).
En Venezuela se acentuaba la debacle del café y el petróleo brotaba de las entrañas. En Falcón se vivió una vez más la sequía prolongada, que se prolongó desde 1926 hasta el segundo semestre de 1927, causando nuevamente parálisis en las transacciones. El café coriano corría con mala suerte en New York. Si para los cafés suaves había en general problemas -a New York llegaban informes de sequía en Colombia y Venezuela-, los ordinarios o inferiores trabajados por Senior resultaban con frecuencia invendibles, según los reportes. Las calidades venezolanas se caracterizaban por su escasa demanda, mientras se acrecentaba el nicho de los suaves colombianos incluso por encima del verano atroz que hizo de 1926 un año difícil para los cafés suaves. La baja del caudal del río Magdalena complicó las cosas para Colombia, que no podía sacar el grano con facilidad, y se estimó en general una cosecha de suaves 30% menor a la normal. El año terminó con un mercado deprimido por factores políticos, pues el nuevo gobierno de Brasil no tomaba medidas para controlar el precio de su café y la perspectiva de cosechas sobrantes hacía pensar en baja de precios. Las circunstancias hicieron retroceder el café coriano unos cinco centavos entre junio de 1926 y julio de 1927, cuando se colocó en 16 cts. libra, precio del mismo café en 1895 (AHC-UNEFM, FS, Cajas 246, 247 y 269).
Fue una década de reajustes más o menos definitivos que marcaron el inicio de la reestructuración de la región por largos años bajo influencia de Isaac A. Senior e hijo. En la región centro-occidental Barquisimeto consolidó su posición nodal gracias a su enlace carretero y ferroviario con el centro del país y un incremento demográfico excepcional que la ubicó como cuarta ciudad del país, mientras Coro se posicionó en el catorceavo lugar, superada a nivel de región inclusive por San Felipe (Estaba, R., Alvarado, I., 1985: 94-95).
Senior respondió a estos reajustes mirando hacia Barquisimeto e intensificando o iniciando la comercialización de nuevos productos que vinieron a compensar el deprimido café coriano. Destacan en esta última década en estudio los sacos de henequén -que se usaban para productos como cacao, café y sal- los cuales competían, como siempre, con los sacos barquisimetanos y eran vendidos en Puerto Cabello y La Guaira, con ofertas incluso del oriente del país; considerables negocios con ajonjolí en Adícora, el cual fue exportado a Europa; importantes operaciones nacionales con maíz procedente del occidente falconiano, especialmente de la zona de Pedregal, el cual era vendido hasta en la isla de Margarita.
Contradictoriamente, el mismo petróleo que minaba la estructura de la cual surgía la bonanza de la Casa Senior vino a dar soporte a la firma, a través de la expansión del mercado interno regional que causó en esa tercera década la derrama de dinero proveniente del hidrocarburo. Fueron movimientos encontrados: por un lado, crisis de exportaciones resultante de la depresión en los centros importadores a partir de 1930, por el otro, fortalecimiento de las importaciones de la firma coriana, que se articularon con la derrama monetaria ocasionada por el petróleo y con su avance decidido sobre el mercado larense. Ello a pesar de que en 1930 hubo retiro de trabajadores por parte de las compañías petroleras asentadas en Falcón. El contexto global para el comercio venezolano era malo, los boletines de la Cámara de Comercio de Caracas siguieron, paso a paso, la evolución de la crisis. En enero de 1930 se planteó la perspectiva de «una lucha seria con circunstancias adversas», para marzo reportó una «pesadez impresionante», pues sólo se importaba lo necesario, se vendía en condiciones seguras y se recogían deudas; la circulación era baja por la baja de todos los productos exportables. El año terminó a la baja para el café coriano, reportándose una mala cosecha por falta de lluvias, calculándose un 50% de pérdidas en la sierra, principal productor (Bol. Cam. Com. Ccas, N° 194, 1930: 4629; N° 196, 1930: 4693; N° 205, 1930: 4966).
El momento de crisis mundial trajo consigo la debacle de los precios internacionales del café, lo que coincidió en Venezuela con la pérdida de su sitial como principal producto generador de divisas: «Mientras en 1920 el café y el cacao aportaban el 92% del valor total por exportaciones, el petróleo aportaba un 2%; para 1930 el petróleo figuraba con un 83%, mientras el café y el cacao descendían a un 15%» (Maza Zavala, D., 1985: 22). El perfil exportador del estado cambió, también el perfil productor y el demográfico. El campo comenzó a sentir el peso de la nueva industria. La sierra y su piedemonte iniciaron un cambio que las alejó del café, del maíz, del henequén, las panelas y la cocuiza, mermando demográficamente al cambiar el patrón de asentamiento.
Con los años treinta el llamado café coriano desapareció de la escena internacional. La Casa Senior aceleró sus actividades en Barquisimeto, lo que consta en las numerosas cajas con facturas consulares, duplicados de facturas, telegramas, cuentas corrientes, documentos de embarque, notas de compra, facturas comerciales y otros documentos fechados en Lara. A medida que avanzó en el área larense la política fue tomar distancia de los llamados «cafeceros», clientes que pagaban con café: «... no nos convienen y a medida que vamos aumentando nuestras relaciones buenas, iremos eliminando a los que no nos pagan sino con café» (AHC-UNEFM, FS, Caja sin número (1929-1940), «Lista de acreedores de la agencia I. A. Senior e hijo Barquisimeto [31-12-1934]»). Y es que la apertura de la agencia barquisimetana implicó el paso a operaciones estables de detal al contado y rompió con la subordinación al crédito, propia de una comercialización con escasez de numerario, basada en el ritmo de las cosechas, cuya inestable dinámica determinaba la honra de los compromisos o bien la suspensión de los pagos. Sin embargo, las operaciones en base al trueque, indicadoras del atraso económico, continuaron en la región, y la firma coriana no las descartó en su totalidad.
Para fines de los años treinta no se identificaba el café coriano en el mercado de New York, aunque Falcón continuó produciendo en los distritos Bolívar, Federación y Petit. Senior siguió exportando café en forma esporádica, figurando unos años sí y otros no como exportador. El mapa agrícola de Falcón 1957-1958 no incluyó al café, el cual fue marginalmente aludido por Marco Aurelio Vila (Vila, M., 1961: 175).
Hoy no hay café coriano de exportación.
NOTAS
1 Existen dos tipos de cafés suaves: los suaves colombianos y los suaves centrales, estos últimos incluyen los cafés venezolanos, centroamericanos y de México, así como de algunos países del sudeste asiático. Se obtienen de la variedad Coffea arabica y en su mayoría son cafés lavados, es decir, cafés que se remojan para someterlos a una suave fermentación que da su particular aroma al café lavado.
2 El Fondo Senior (Archivo Histórico de Coro, UNEFM) se encuentra parcialmente catalogado. En el caso de documentos que aún carecen de clasificación, se colocó la caja donde se ubica, un título que lo resume y la fecha del documento.
BIBLIOGRAFÍA
Fuentes primarias
Fuentes documentales
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Hemerográficas
El Conciliador, Coro, 18 de junio de 1923.
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