Hamsa: Journal of Judaic and Islamic Studies 5 (2018- March 2019): 48 - 64.
Blanca Isabel De Lima
Jubilada de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM)
blancadelima@hotmail.com
Resumen.
La familia Senior López Henríquez, de origen sefardita curazoleño, migró hacia
Venezuela a comienzos de la República. En la migración, el peso de determinados
factores, en particular aquellos que inducen la integración en la sociedad de residencia,
llevó al distanciamiento de la norma religiosa y de las pautas culturales que
le identificaban como sefarditas. A partir de la historia regional y transatlántica
se pretende analizar su cambio cultural, producto de la interface de estos dos
aspectos.
Palabras-claves: Cambio cultural, Judaismo, Comunidad, Curaçao, Venezuela.
Resumo. A Família Senior López Henríquez, de origem sefardí de
Curaçao, emigrou no início da Venezuela como República. Diversos factores
da vida na migração, nomeadamente aqueles que induzem a integração na sociedade
de acolhimento, levaram a um afastamento da norma religiosa e dos padrões
culturais que a identificaram como sefardí. A partir da historia regional e
transatlântica se pretende a analise da mudança cultural da família, produto da
interface destes dois aspectos.
Palavras-chaves: Mudança cultural, Judaismo, Curaçao, Venezuela.
Abstract.
The Sephardic Curaçaocan Senior López Henríquez family migrated towards
Venezuela at the beginning of the Republic. In the migration, the weight of
certain factors, especially those inducing the integration in the host society,
led to the distancing of the religious norm and the cultural patterns that
identified her as Sephardic. Departing from the regional and transatlantic
history, this article tries to analyze the cultural change, as a product of the
interface of these two aspects, in a Jewish origin family established in
Venezuela.
Key-words:
Cultural Change, Judaism, Community, Curaçao, Venezuela.
(1861-1972).
INTRODUCCIÓN
El tema del cambio
cultural en la comunidad sefardita de Curaçao y sus comunidades satélites ha
sido motivo de investigación en solitario o en equipo durante varios años. Los
matrimonios mixtos y las uniones consensuales han sido el eje del análisis[1].
Avanzando sobre el tema y utilizando la memoria oral y las fuentes primarias en
esta ocasión abordo un caso concreto: la familia Senior López Henríquez,
sefarditas de Coro, Venezuela. Una familia donde topamos con una progresiva
inobservancia de la endogamia matrimonial y los enlaces acordados
característica de los sefarditas. Esta inobservancia tuvo como precedente la ausencia
de sinagoga y rabino. De esta manera, la debilidad para cumplir con la norma
hizo posible en los Senior López Henríquez la transgresión en lo referido a familia y
matrimonio, propiciando el cambio cultural.
Este giro profundo forma
parte del cambio cultural que vivió esta familia y su grupo religioso de
pertenencia. Cambio cultural entendido como una adaptación al entorno que no se
limita a lo material, sino que involucra la visión del mundo, el cuerpo normativo,
la interpretación de los hechos, el imaginario social, la identificación
grupal. Actitudes, creencias y valores que inciden sobre la identidad del
individuo y su grupo de pertenencia[2].
Las aproximaciones al tema del cambio cultural entre los
sefarditas caribeños y su asimilación a los países de acogida, han sido escasas,
menos aun conjugando antropología e historia. Hay aproximaciones muy gruesas al
tema y ninguna desde el tamiz que representa la religiosidad. Josette Capriles
es la autora que más se ha aproximado, abordándolo desde la variable tolerancia
como elemento inductor del cambio cultural[3]. Eva
Abraham-Van der Mark analizó el rol intracomunitario de la mujer judía y el
tema del concubinato de los varones judíos en Curaçao, pero sin establecer
conexión con el cambio cultural[4]. En
general, la investigación histórica se ha centrado en el tema económico:
comercio importador-exportador, evolución de capitales, áreas de inversión,
contrabando. De ahí que esta propuesta sea un intento pionero para comprender
el cambio cultural a partir de elementos internos de la comunidad relacionados
con la observancia de la tradición oral judía.
Los Senior López
Henríquez pertenecían a una comunidad reducida de manera gradual, al punto de
quedar en la segunda mitad del siglo XIX contados grupos familiares, cada vez menos
integrados a la congregación madre de Curaçao. Redes familiar-comerciales
debilitadas y en desintegración cedieron el paso de manera progresiva a uniones
consensuales y matrimonios mixtos. Una descendencia donde la madre gentil
aportó la educación católica. Estos son aspectos palmarios del cambio cultural
apreciado en el seguimiento y detalle de los matrimonios y la vida matrimonial
de este grupo familiar.
El cambio
cultural de esta familia y de la histórica comunidad judía de Coro, Venezuela,
se dio en menos de un siglo, no estando exento de los conflictos personales y
grupales que acompañan, en general, este tipo de procesos. De manera sutil en
los primeros tiempos, confundida con gestos de cortesía social, de solidaridad
comunitaria y diplomacia interreligiosa; la convivencia con el conservador
medio coriano, unida a la pérdida de los soportes que le hubieran permitido
reconocerse en el tiempo como grupo familiar culturalmente diferenciado a
partir de las prácticas propias del mundo sefardita, condujeron al
debilitamiento de la red familiar y grupal. Cada familia y cada individuo tomaron
el rumbo que mejor se avino a sus particularidades e intereses.
Las bodas
mixtas celebradas a fines del siglo XIX fueron el parteaguas que marcó un punto
de no retorno para los descendientes de Isaac de Abraham Senior y Raquel López
Henríquez. A partir de estas bodas se encauzó el futuro de los Senior de Coro:
el matrimonio por amor, el peso de la sociedad y cultura venezolanas se
impusieron por sobre la endogamia grupal y los enlaces acordados. Su
integración cultural pasó por el olvido de las tradiciones holandesas, la
pérdida en Curaçao del portugués, y en Venezuela del papiamento y el holandés,
y lo más importante: la transición al catolicismo con el olvido de todo uso y
toda costumbre judía, sobreviviendo apenas el aporte ibérico en sus apellidos.
Las decisiones tomadas décadas después,
en el siglo XX, por algunos descendientes, fueron la culminación previsible de
un proceso integrador a Venezuela. Curaçao pasó a ser la isla de los afectos y
recuerdos, mas no un punto de referencia cultural vigente en sus vidas. Yahvé se
convirtió en respetuosa evocación no asociada a una identificación religiosa.
1. QUIÉNES FUERON LOS SENIOR LÓPEZ HENRÍQUEZ
La primera migración hacia Venezuela, una
vez constituida la Gran Colombia, fue de judíos sefardíes provenientes de la
Antilla holandesa de Curaçao, que tenía ya para ese entonces una colonia judía
arraigada, llegada a la isla en el siglo XVII. El momento: los años veinte y
treinta del siglo XIX. El punto geográfico: el plano costero del estado Falcón
próximo a la ciudad de Coro, al occidente venezolano y justo enfrente de las islas
ABC (Aruba-Bonaire-Curaçao). Era Venezuela un país que se abría al liberalismo
económico paecista[5],
flexibilizaba las leyes para inmigrar y mantenía privilegios coloniales en lo
social.
Un nutrido grupo de holandeses sefarditas,
que ya tenían añeja relación comercial con la costa coriana por vía del
contrabando[6], decide
dar el salto y se posicionan como comerciantes formales en la ciudad de Coro y
puntos cercanos: el puerto de La Vela de Coro y el puerto de Cumarebo. Venían
bien con capitales propios o representando poderosas firmas sefarditas
asentadas en Curaçao.
En una primera etapa que abarca los años
veinte y treinta del siglo XIX, se constituye una pequeña pero poderosa
comunidad que rápidamente entró en conflicto con los grupos criollos, suscitándose
en 1831 los primeros brotes xenofóbicos en la ciudad de Coro. Pese a ello
persistieron en arraigar en esa ciudad, tuvieron su propio cementerio, salas de
oración en distintas casas, de las cuales una plenamente identificada, la cual
funcionó en la casa de Abraham Senior Namias de Crasto, misma casa donde está
ubicada la única Mikvé hasta ahora para ese grupo religioso[7].
En una segunda etapa, posterior a los
eventos xenofóbicos de 1855[8],
la comunidad quedó mermada pues muchos no retornaron a Venezuela, aunque sí muy
activa en el mundo económico a través de firmas que trabajaban el comercio al
mayor de exportación e importación y también locales de venta al detal. Con el
avance de la segunda mitad del siglo estos comerciantes pasaron del comercio a
la industria y también participaron en los primeros pasos del sistema bancario
en el estado Falcón[9]. Entre
los que retornaron estuvieron los hermanos David e Isaac de Abraham Senior.
La familia Senior López Henríquez se formó con el matrimonio de Isaac de Abraham Senior y Raquel de Josias López Henríquez en Coro, el nueve de enero de 1861. El matrimonio también fue registrado en Curaçao[10]. Isaac había nacido en Curaçao en 1826 y llegado a Coro desde su infancia[11]. Sus padres -Abraham de Mordechay Haim Senior y Leah de Abraham Senior- emigraron a Coro durante los años treinta del siglo XIX. De los hijos de Abraham y Leah solo Isaac radicó definitivamente en Venezuela[12].
Isaac y su
hermano David fundaron en Coro la que fuera por más de cien años la firma
exportadora-importadora y mayorista más importante de lo que hoy es el estado
Falcón: la Casa Senior. Un emporio comercial cuyos orígenes remontan a los años
cuarenta del siglo XIX en el Libro del Comercio de David Senior, quien era el
mayor de los hermanos[13].
La firma se consolidó entre los años cincuenta y sesenta, por encima de los
eventos xenofóbicos de 1855, que forzaron la salida temporal de la familia
Senior[14].
Los hermanos retornaron y constituyeron una sociedad que ubicó a David en Curaçao
e Isaac en Coro. Para 1868 ya estaba identificada como Casa Senior, así se
presentó en publicidad inserta en la Guía de Venezuela de Benet: «Casa fundada
en 1868»[15].
Quizás a la muerte de su padre, en 1865,
los hermanos hayan replanteado la sociedad. El caso es que para fines de los
años sesenta aparecen libros de inventario firmados en Curaçao por David A. Senior o por D. A. de Lima Jr. en su
nombre. Se confirma la presencia de un depósito de mercancías en la isla
atendido por David, mientras que Isaac gerenciaba la compra-venta desde Coro[16].
El primero de
enero de 1884 Isaac asumió por sí solo las riendas de la Casa Senior. Puede
especularse que se haya planteado la
necesidad de independizarse dado que contaba con casi 60 años de edad, su
hermano no tenía sucesión y sobre él recaía la responsabilidad de preparar a su
hijo mayor, Josias, quien heredaría las riendas de la firma. Isaac fallece en
Curaçao el 23 de diciembre de 1885[17],
dejando cinco hijos menores y a su hijo Josias, de 23 años, recién incorporado
al negocio familiar.
Isaac Senior puso las bases de la firma
comercial que, con el devenir del guzmancismo y la decidida participación de
varios de sus hijos respaldados por importantes casas comerciales de Curaçao,
Estados Unidos y Europa; llegó a ser la más importante razón social del estado
Falcón, abarcando su accionar el comercio importador-exportador, el comercio al
mayor y detal y la representación de firmas exclusivas. A partir de ella sus
descendientes alcanzaron la producción industrial y el sector financiero, siendo
los típicos exponentes del empuje del capital comercial en los siglos XIX y XX
a partir de sus diversos emprendimientos.
2. TODO COMENZÓ EN CURAÇAO
El cambio de conducta en materia de familias de destino tuvo su origen
en Curaçao y no en la tierra firme. La norma era el matrimonio endogámico,
determinante en la preservación de la identidad de grupo, la fe religiosa y la
transmisión de capitales[18]. Sin embargo, eran
recurrentes las uniones exogámicas con esclavas, con manumitidas de diversas
categorías social-raciales, con católicas y protestantes siempre de menor
estatus social. Los varones judíos nunca procedieron a matrimonios mixtos,
expresamente prohibidos por su comunidad religiosa, pero sí a uniones
exogámicas consensuales. Era un hecho conocido que muchos varones judíos tenían
familias en paralelo con afrocurazoleñas y la iniciación sexual de los jóvenes
judíos partía de las relaciones con estas mujeres.[19] Deben haberse presentado
desde el siglo XVIII, pero documentadas están solo desde el siglo XIX. Mencionaremos
varios casos a guisa de ejemplo: Samuel Maduro, judío viudo de Hannah Sasso,
quien hizo vida en Aruba con la católica Anna Martha Broen desde los años
ochenta del siglo XVIII, con una numerosa prole de nueve niños. Nunca se
casaron, pero todos sus hijos llevaron su apellido y al contraer matrimonio
quedó expresado el nombre de su padre[20]; Isaac Abinun de Lima
(judío) y Regina Jerusun (mestiza libre nacida esclava) procreando siete hijos
entre 1800 y 1811, mismos que fueron reconocidos como legítimos por decreto del
rey Guillermo I en 1839[21], David Capriles Jr.,
quien hizo vida en Aruba cuando menos desde 1830 con la católica Eugenia Lobo
(hija del judío Abraham Lobo), tuvo cinco hijos y contrajo matrimonio en 1851[22]; Manuel Penso (judío) y
Clementina Pensu (esclava de Manuel) manumitida junto a sus diez hijos en 1842
y estos reconocidos como hijos extramatrimoniales en 1862[23], Moisés Levy Maduro (judío)
y la gentil Dorothea
Elizabeth Lingstuyl, con quien tuvo ocho hijos legitimados en 1852[24].
Finalmente, David
Cohen Henríquez y Penso, quien hizo vida consensual con la católica Isabel
Apitz, teniendo nueve hijos entre los años cuarenta a sesenta del siglo XIX,
mismos que fueron legitimados al contraer matrimonio en 1855 [25].
Por otra
parte, tenemos la transgresión al interior de la misma comunidad, con parejas
que procedían a cohabitar antes del matrimonio, al extremo que el parnassim decidió ya en la
segunda mitad del siglo XVIII, apoyado en las autoridades religiosas, que la comunidad
cortaría lazos con las parejas que incurrieran en ello. Si la pareja decidía
después contraer matrimonio, el hahám
o rabino de la comunidad no oficiaría en la
ceremonia y ni siquiera podría firmar como testigo de la ketuba[26].
Las madres solteras no faltaron en este escenario, aquí documentamos el caso de
Raquel León, quien tuvo dos hijos de padre desconocido: Mordechay en 1848 y
Benjamín en 1850; ambos llevaron el apellido de su madre y fueron circuncidados
por Moses Frois Ricardo, quien dejó en blanco en el registro el lugar
correspondiente al nombre del padre [27].
Los Senior que pasaron a Coro venían, entonces, de una
comunidad acostumbrada a la vivencia cotidiana de la transgresión de los
varones en materia de emparejamientos. Tras radicar en Venezuela, un país donde
se imponían los valores del catolicismo, sentirán en pocas décadas el peso de
la modernidad venezolana con su carga de laicismo, a la que se sumarán
vigorosamente.
3.
PARA COMPRENDER EL CAMBIO CULTURAL
Para comprender el
proceso que vivieron los Senior López Henríquez hay que considerar el anclaje
religioso, la dinámica demográfica familiar sustentada en la endogamia grupal y,
por último, las redes económicas transcontinentales que formaban una estructura
orgánica con la familia clánica y los matrimonios endogámicos. Estos dos
últimos aspectos estaban entrelazados, teniendo como piso el judaísmo.
3.1 El
anclaje religioso
Abraham Mordechay Senior, padre de Isaac,
fue un hombre muy religioso. Dispuso que su casa funcionara como sitio de
culto, siguiendo así la disposición venezolana que autorizaba a los no
católicos el ejercicio de su religión en casas privadas. De esto quedó
constancia en 1847, cuando el periódico The Occident and American Jewish
Advocate (Philadelphia, EUA), publicó una nota enviada por el Sr. Brandao desde
la ciudad de Coro, comentando que todos los viernes en la noche, sábados mañana
y noche, y los días de fiesta, se reunían más de veinte personas en la casa de
Abraham M. Senior. Un fuerte espaldarazo a su hijo David, quien arrancaba como
comerciante, representó el hecho de que la casa adquirida por este en 1852
fungiera desde 1853 como sala de oración[28].
Sin embargo, la imposibilidad de practicar abiertamente
su ritualidad fue factor decisivo para el cambio cultural pues, en términos
filosóficos “el judío eligió como base de la comunión religiosa la práctica y
no los dogmas”[29].
El pueblo elegido se vincula con Dios a través de la práctica de las normas
contenidas en la Torá y otros cuerpos de leyes judías. El peso de la práctica
para cumplir la norma se diluyó en Coro, en la medida que el tiempo transcurrió
sin que el colectivo sefardita fuera capaz de retomar la relación
norma-práctica en materia de fe religiosa.
Isaac Senior se encargó de poner en el
tapete la ortodoxia que su padre intentaba conservar. De manera tardía con
respecto al promedio de varones sefarditas en el eje Curaçao-Coro (25 años de
edad), casa a los 35 con Raquel López Henríquez y Namias de Crasto. La novia, de
19 años, era 16 años más joven que el novio[30].
La familia Senior López
Henríquez nace en medio de la transgresión de uno de los valores más atesorados:
la castidad. Su primogénito Abraham nace el 17 de junio del mismo año. La fecha de nacimiento forma parte de los datos insertados
por el mohel itinerante Moses Frois
Ricardo en su registro de circuncisiones[31].
Al compararla con la fecha de boda: 9 de enero de 1861, nos encontramos ante la
circunstancia de una boda precedida de un embarazo: el niño nació a los cinco
meses del matrimonio.
Muy posiblemente la mikvá encontrada en la crujía este y al fondo de la Casa Senior
haya sido construida expresamente para el baño ritual que Raquel debía tomar
antes del matrimonio, y dado servicio después a otros miembros de la comunidad.
No fue este el
primer caso coriano de violación de la norma. Está documentado uno previo, en
1841, cuando Isaac Moreno dejó “grávida y ofendida” a su novia Sara Levi
Maduro. Lo reconoció Isaac en la escritura esponsalicia firmada, casando la
pareja apenas 21 días después de los esponsales[32].
En el caso de Isaac y Raquel, como contraste,
la carta dotal es
una joya documental que sigue la tradición en torno al aseguramiento económico
de la mujer y su sujeción al futuro marido:
“Mas como por mi sexo y posición social yo no puedo adelantar ni conservar la expresada suma como lo hará mi presunto esposo Señor Isaac Abm Senior, desde ahora la pongo en sus manos para que la tenga en su poder con el derecho y con las obligaciones que las leyes de este país dan e imponen a los maridos que toman a su cargo las dotes adventicias o profecticias de sus esposas, y cualesquiera otros bienes de ellas, y recomiendo los privilegios con que las mismas favorecen a las mujeres”[33].
3.2 La
familia sefardí en la diáspora y las redes económicas
La dispersión del
colectivo judío español tras el Decreto de Expulsión de 1492 dio lugar a una
familia con características particulares, descrita por Kaplan como un clan
familiar sefardí occidental, el cual para el siglo XVII consistía en grupos
familiares con un núcleo central ubicado en la República de las Provincias
Unidas y filiales en sitios tan lejanos entre sí como el imperio Otomano y el
suroeste brasileño. Una familia sometida a presiones resultantes de su
constante migración, con repercusiones en lo religioso, identitario y
económico; todo lo cual puede observarse en la legislación rabínica y en los
conflictos legales entre familias de un mismo clan[34].
Por
su parte, Swetschinski sustenta esta diáspora en relaciones familiares, un
pasado y una historia común e intereses comerciales mutuos. Detrás de todo
ello, el terror a la Inquisición. En especial, Swetschinski indica cómo los
sefarditas de Ámsterdam –de donde provenían los Senior- eran conscientes de sus
relaciones de parentesco. En Ámsterdam, fueron comunes los matrimonios entre
familias aliadas, unidas tanto por consanguineidad como por negocios; y donde
los paterfamilias organizaron
verdaderas congregaciones con una estructura clánica[35].
Los Senior repitieron este patrón
familiar en Ámsterdam, Curaçao y hasta las primeras décadas del siglo XX, ya en
tierra venezolana. En Coro, la merma en el tiempo de la pequeña comunidad no
dejó de reflejar esta mecánica familiar-matrimonial, detectándose como familias
aliadas de los Senior a los Abinun de Lima, Capriles, Curiel, Henríquez y López
Henríquez; pero con mayor énfasis a la familia Álvarez Correa, matrimoniando
dos hermanos Senior con tres hermanas Álvarez Correa, hijas de Raymundo Álvarez
Correa y Julia Rois Méndez: Josias con Carmen y Sara, tras enviudar de la
primera; y Morry con su cuñada Emma.
La
conservación de la Casa Senior exigía mantener tanto la familia clánica sefardí
y la endogamia matrimonial, como la persistencia de estructuras económicas y
redes comerciales específicas. Era una familia hecha a la medida del capitalismo
mercantil imperante en los siglos XVI a XIX, pero también a la medida de
valores como el amor conyugal, la familia numerosa, la sumisión de la mujer y
su reducción al mundo de lo familiar. Mientras, el hombre era cabeza de
familia, hacía vida pública, participaba en los negocios, la política del país
de residencia y de su comunidad religiosa. Al generarse cambios definitivos
tanto en el comportamiento de la comunidad sefardita caribeña como en el
capitalismo mundial, muchos de estos valores entraron en crisis, influyendo en
el contexto familiar.
4. LAS LEYES, LOS
VALORES CULTURALES, LA DEMOGRAFÍA Y LA ASIMILACIÓN A VENEZUELA
El marco legal de Venezuela garantizaba a
los inmigrantes libertad económica y religiosa. Recordemos el Tratado de paz, amistad, navegación y comercio, suscrito
entre Holanda y la Gran Colombia el primero de mayo de 1829, y posteriormente
la ley sobre libertad de cultos de 18 de febrero de 1834 y la de libertad de
contratos del 10 de abril del mismo año, asegurando la tolerancia religiosa y
la no intervención del Estado en las operaciones comerciales entre privados.
Tras ellas nuevos instrumentos legales para favorecer la inmigración: la
ley del 19 de mayo de 1837 y la ley de 12 de mayo de 1840, que sustituyó a la
primera[36].
Sin
embargo, la formalidad del aparato legal no siempre coincide con los valores
culturales. Esta incoherencia se deja ver en el Coro que recibió a los
sefarditas hacia 1823. En una sociedad conservadora y católica, que incluía los
estereotipos relacionados con el antijudaísmo, la llegada de los holandeses
sefarditas, con sus capitales y relaciones económicas robustas y consolidadas,
se fue transformando en malestar por el éxito alcanzado en lo económico y en el
poder político. La pugna existente entre civiles y militares se aderezó con el
elemento étnico-religioso; ello ayuda a comprender los eventos xenofóbicos de 1831[37].
Es posible que estos eventos hayan limitado
a la comunidad sefardita coriana para reproducir las prácticas que le hubieran
permitido mantener su identidad y valores religiosos, reconociéndose como un
colectivo con su propio perfil. Finalmente, eran holandeses, políglotas, con
una culinaria particular, una fe religiosa con su ritualidad; claramente
distinguibles de los criollos venezolanos.
Aunque la comunidad alcanzó a tener su
propio cementerio, no sucedió así con el espacio para el culto. El cementerio
judío de Coro nace, según memoria oral, con la tumba de la niña Haná Curiel,
fallecida en 1832. Sin embargo, la presencia de no menos de 30 tumbas sin
identificación ni fecha permiten suponer que en una comunidad que inició su
actividad antes de 1825 difícilmente no haya habido decesos en siete años [38].
Es significativo que tanto la sala de
oración como la mikvá de la casa de
David Senior, estaban ubicadas discretamente al fondo de la propiedad; lejos de
la mirada curiosa del “otro-criollo”, a resguardo del comentario errado. Todo
ello signo de un clima de tolerancia más formal que real. La intolerancia sólo terminó
con la asimilación del “otro-judío”.
Tras nuevos eventos xenofóbicos en 1855,
vino una debacle demográfica de la cual este grupo de inmigrantes nunca se
recuperó. A esto se sumaron las uniones mixtas, bien por matrimonio o
concubinato. Todo ello debilitó al colectivo y afectó la práctica de la fe. En
este sentido, se coincide con Capriles en que el cambio cultural tuvo dos
tiempos, cada uno con distintas circunstancias demográficas y de soporte para
la práctica de la fe religiosa[39].
En Coro hubo un antes y un después, marcados por los eventos de 1855.
Otro elemento de importancia es la
masonería. La intensa actividad de la logia coriana Unión Fraternal N° 17
Oriente de Coro desde su creación en 1856 abonó la asimilación cultural de los judíos,
ya debilitados tras décadas de fragilidad en su infraestructura de culto. A
ella pertenecía el grueso de los sefarditas, que incluso participaron en su
fundación, y numerosos católicos corianos.
La masonería proporcionó a los varones
sefarditas la opción de una ritualidad no conflictiva, la posibilidad de
ascender y ostentar posiciones elevadas en una institución que no les
enfrentaba. A la vez los relacionó con sus pares católicos, posibilitando a
estos varones romper con la norma homogénica de su colectivo religioso a través
del matrimonio o uniones consensuales con gentiles, casi siempre de su mismo
estatus social, aunque ajenas a su mundo de fe.
5. FAMILIAS DE
DESTINO Y CAMBIO CULTURAL
Para
cuando los hijos de Isaac y Raquel formaron sus familias de destino la
comunidad judía coriana presenciaba, cada vez con mayor frecuencia, las uniones
exogámicas. Los jóvenes Senior con seguridad supieron que Abraham Ysaac Curiel
Abenatar casaba con Paula Emelicia Penso en diciembre de 1894, y el Dr. José
Curiel Abenatar con María Sánchez en diciembre de 1896, siendo ambas novias
católicas. Conocieron que David Curiel Delvalle, de su misma comunidad,
levantaba su familia de destino en unión consensual con Virginia Henríquez,
naciendo su primogénito, Diógenes, en 1895; y que en 1899 nacía Ángel Maduro
Acosta, hijo de Salomón Levy Maduro Vaz en unión libre con la gentil Ignacia
Acosta[40].
No extraña que también llegaran noticias de las bodas y uniones mixtas entre
los emigrados sefarditas a la vecina Colombia[41].
Hubo dos respuestas para esta crisis
sistémica, una por cada género: mujeres condenadas a la soltería y hombres que
enlazaron con gentiles. En Coro son ejemplos icónicos de esta circunstancia las
cuatro hijas solteras de David López-Fonseca y Johebeth Moreno, las siete hijas
de Isaac López-Fonseca y Abigail Curiel, y las tres hijas solteras de Morry Senior
López Henríquez.
El resultado fue la progresiva destrucción
de la familia clánica sefardí: menos matrimonios endogámicos, dispersión de los
capitales, destrucción de las redes familiares-comerciales. La crisis dejó de
serlo en la medida que culminó la asimilación cultural y se pasó a ser uno más
dentro del colectivo criollo.
5.1 Isaac
A. Senior: el paterfamilias que no
pudo ser
Ya en Isaac asoman puntos de fuga
que anunciaban lo que vendría en la siguiente generación. Una hija llamada
Auristela –nombre no bíblico- era indicativo de cierta liberalidad que
debilitaba una tradición profundamente enlazada con elementos identitarios de
la familia clánica sefardí, donde los hijos recibían el nombre
comenzando por los abuelos paternos y maternos y luego los tíos paternos y
maternos, alternándose uno a la vez. Estos eran procedimientos de
identificación al interior del grupo. Al perderse su uso se estaban debilitando
las bases mismas de la estructura clánica familiar.
Si
bien su herencia cultural estaba muy consolidada por una madre nacida y educada
en Curaçao, y que debe haberle transmitido con vigor los elementos identitarios
que le arraigaban en su mundo isleño incluso viviendo en Venezuela, Isaac no escapó a los necesarios gestos de
cortesía que, quizás hayan terminado por permear a sus descendientes, facilitando
su aproximación al mundo católico. Por ejemplo, colaboró en 1880 con el bazar
de la Sociedad de Beneficencia Santa Ana y también hizo un aporte para
la reparación del templo católico del pueblo de San Luis[42].
Sin
embargo, Isaac muere de manera prematura. No alcanza a definir los roles a
jugar por sus hijos en la empresa familiar, excepto con Josias. No terminó de
concretar los posibles enlaces intracomunitarios de sus herederos. Su viuda se
mantuvo a la sombra de su hijo mayor, quien asumió las funciones de su padre. Pese
a que había aún contactos fuertes y estables con familias aliadas en Curaçao y
Coro, y el respaldo del tío David en la isla, dos hijos de Isaac matrimoniaron
con gentiles.
Sin un paterfamilias que mantuviera la añeja tradición en materia de
alianzas matrimoniales, con una educación liberal reforzada por la
participación en la logia coriana y sin soporte religioso consistente; los
niños Senior López Henríquez crecieron y devinieron en adultos de dos mundos,
siendo Abraham Haim y Sigismundo en quienes encarnó de manera más profunda esa
circunstancia, pues casaron con dos hermanas gentiles: Rosario y Eugenia Molina.
5.2 Josias
L. Senior y Sara Álvarez Correa
El joven
Josias siguió la ruta de vida esperada por su comunidad casando en 1887 con
Carmen Álvarez Correa. En menos de un año queda viudo[43].
La tumba de la joven madre presenta la figura angelical de mayores dimensiones
en el cementerio judío de Coro: un arcángel de la Anunciación que sigue
estrictamente la iconografía católica. Tal representación es ajena al judaísmo,
pero siendo símbolo de estatus social en su época, sintetizaba tal vez la
magnitud del dolor por el ser amado perdido, a la vez que el rango social
adquirido por la familia Senior.
Cuatro
años después de enviudar, el cinco de agosto de 1891 y manteniendo la tradición
de matrimonios endogámicos entre familias aliadas, Josias contrajo matrimonio
con Sara, hermana de su difunta esposa. De su nueva unión nacieron tres hijos:
Isaac Abraham/Iván, Miguel Ángel y Raimundo. Un nuevo hijo, en afecto y
crianza, asumió la pareja en 1902: se trató de Raúl Senior Álvarez Correa,
sobrino directo por ser hijo de Morry Senior López Henríquez. Huérfano al morir
su madre poco después del parto, Sara y Josias lo asumieron como su cuarto hijo[44].
Josias y Sara son un claro ejemplo de pareja
que se desenvolvió entre dos mundos, y donde quizás la identificación como
judío ya era más étnica que religiosa. La ketubá
de esta pareja no figura en el registro de la congregación sefardita de
Curaçao, como sí lo fue la del primer matrimonio de Josias. El nombre de su
segundo hijo, Miguel Ángel, es un nuevo punto de fuga en materia de identidad.
Correspondía al niño haberse llamado Raimundo, como su abuelo materno. Sin
embargo, la pareja escogió nombres ajenos a la tradición familiar. Su hijo
mayor, Isaac Abraham, antepuso a sus nombres el de Iván. Sabemos por cartas
familiares que el menor de sus hijos, Raimundo, fue circuncidado en Coro en
1896, esto hace suponer que sus dos hermanos mayores también lo fueron. De las
mismas cartas se desprende el contacto cuando menos nominal con el mundo de los
ritos y festividades judías como Yom Kipur y Rosh Hashaná, que les eran
recordados por sus familiares curazoleños[45].
Como contraparte, en Venezuela Josias y Sara
hicieron aproximaciones formales y de importancia hacia la iglesia católica. Sara
cotizaba mensualmente a la Sociedad de Beneficencia Santa Ana, así como otros
miembros de la comunidad judía coriana, enfrentados por un lado a la necesaria
socialización a través de los grupos que hacían vida en la ciudad, y por otro a
la ausencia de instituciones del mismo tipo, pero emergidas de su propio colectivo,
como sí las había en Curaçao. Josias fue tesorero de las juntas directivas que
organizaran en 1904 veladas a beneficio del templo de San Francisco y de la
Iglesia Matriz[46]. Para
Josias y Sara, tal vez lo más destacado haya sido su gesto de 1907, cuando hicieron
un espléndido donativo a la iglesia catedral de Coro: una imagen de Santa Ana[47].
Tras esta experiencia de vida su
llegada a Europa, un año después, coincidió con el momento de asimilación
cultural y progreso económico del colectivo judío. Josias, Sara y sus hijos
encontraron:
“…una comunidad
relativamente acomodada, constituida esencialmente por clases medias,
pertenecientes con pleno derecho a las diferentes capas de la burguesía
cultivada. Se esbozaba entonces, bajo el impulso de sus elites (reformadas y de
orientación liberal), una estrategia de confesionalización de la minoría judía.
Sus miembros se veían como ciudadanos alemanes de “fe mosaica”[48].
Pero simultáneamente, en la misma Alemania, se
vivía la tensión entre los judíos alemanes avanzando en su asimilación cultural
germana, y un colectivo alemán para el cual los judíos eran étnica y
culturalmente diferentes, por lo tanto, no alemanes. El sociólogo judío alemán
Norbert Elías, quien viviera en el mismo tiempo que los Senior en Alemania, al
referirse a este proceso expresó:
“Es una experiencia
singular la de pertenecer a un grupo minoritario estigmatizado y, al mismo
tiempo, sentirse completamente inserto en la corriente cultural y en el destino
político y social de la mayoría que lo estigmatiza”[49].
La familia Senior Álvarez Correa debió haberse
insertado al proceso de asimilación cultural, pero lo cierto es que Sara nunca
aprendió alemán y ello, con seguridad, fue factor que limitó su contacto social
y eliminó cualquier posibilidad de un nuevo cambio cultural. Por el contrario,
sus hijos hicieron estudios de primaria y bachillerato en Alemania y se
integraron a la cultura alemana en el marco de las tensiones étnico-culturales
analizadas por Elías. Coincidiendo con el inicio de la Gran Guerra la familia
se trasladó a Suiza, escogiendo la Suiza alemana quizás por la proximidad
cultural, y sus hijos cursaron la educación superior fuera de Alemania[50].
Hasta el momento no hay indicio documental de
que los Senior Álvarez Correa se hubieran integrado a alguna comunidad
religiosa judía en Alemania. Si los niños celebraron el Bar Mitzvá en Alemania
o Suiza es algo aún ignorado. El escenario de una débil incorporación a la
religiosidad judía en Europa sería comprensible porque, finalmente, el anclaje
religioso se había deteriorado a extremos desde su vida en Venezuela.
Transitando entre dos mundos, la memoria oral
nos dice que esta singular pareja no educó a sus hijos en el judaísmo, pero
tampoco en la fe católica. En su breve estadía en Suiza, interrumpida de forma abrupta
por la muerte de Josias, la familia Senior Álvarez Correa tampoco contactó con
otros correligionarios, viviendo en Frauenfeld, un pueblo cercano a la frontera
con Alemania, donde no había sinagoga[51].
5.3 Abraham
Haim y Rosario, Sigismundo y Eugenia: el punto de no retorno
Abraham Haim Senior es el primero en romper con
el valor y tradición de la endogamia matrimonial, al casar el 15 de abril de
1894 con Rosario Molina[52],
joven venezolana de fe católica. El mes anterior su hermana, Auristela, había
casado con Alberto Henríquez, de su misma comunidad religiosa. Es interesante acotar que este matrimonio no
fue participado a la congregación sefardita curazoleña. Esta no participación a
la comunidad madre es otro marcador de cambio cultural.
Un nuevo mundo asomaba en la boda de Abraham
Haim y Rosario, la cual fue comentada en la prensa local destacando su carácter
de primera unión mixta judeo-católica en la ciudad de Coro:
“Si no estuviésemos mal
enterados, que nosotros sepamos; es la vez primera que en Coro se ve el caso
que un joven de sangre hebrea, rompiendo de lleno con las antiguas tradiciones
de su raza y sin abjurar por ello de sus arraigadas creencias religiosas, una
su vida y su suerte con una hija meritoria del nativo suelo coriano. Tal acto,
a nuestro juicio, implica un rasgo abnegado de sincero liberalismo”[53].
Abraham Haim tuvo seis hijos: Arturo, Alberto, Raquel, David, Ricardo Alberto e
Irma. Toda su descendencia fue
criada en el catolicismo, pero Abraham Haim se mantuvo apegado a la fe de sus
mayores, reposando en el cementerio judío de Coro tras morir en esa ciudad, el
primero de abril de 1934.
Sigismundo, el menor de los Senior López
Henríquez, casó el 22 de diciembre de 1898 con su concuñada Eugenia Molina. Su
primogénita recibió el nombre de Auristela, como su única tía paterna; después
de ella nacieron Pedro Ysaac, Uladimira, Amelia Eugenia, Eugenia, Emma Antonia
y Emilia María.
Nuestro
personaje nació y murió al seno de la religión judía. Como otros de su
comunidad, terminó viviendo una religiosidad sin apoyo de rabino y sin
sinagoga. Sus nietas Edna y Mercedes recuerdan que respetaba los días de fiesta
judíos y comía pan ácimo, pero desconocen de dónde lo obtenía. Aunque casó con
católica y sus descendientes fueron criados y educados en el catolicismo, él
nunca manifestó intención de abandonar la fe de sus ancestros[54].
Sigismundo
falleció en Coro el 31 de marzo de 1957. Encargó personalmente su ataúd,
fabricado siguiendo los usos sefarditas. Su
nieta Edna recuerda que era un ataúd sencillo, de madera; y que para el velorio
se le colocó en la parte inferior una palangana con hielo, a efectos de
preservar el cuerpo mientras se le velaba. El
funeral fue en su domicilio y fue sepultado al día siguiente de fallecido. Los
ritos fueron dirigidos por Alberto Henríquez López, de la misma comunidad
judía. En un hecho excepcional y por
voluntad de él, fue enterrado en el cementerio municipal de la ciudad de Coro
junto a su esposa y cercano a la tumba de su hijo Pedro, lo que constituye una
situación poco convencional dada su fe religiosa.
5.4 Raimundo
y Marcelle
Raimundo Senior hizo, casi 30
años después, lo que su tío abuelo Abraham Haim: rompió la norma endogámica al
casar en Zurich, Suiza, el 12 de agosto de 1922 con Marcelle Mertzlufft,
cristiana ortodoxa, lo cual fue punto de inflexión para el cambio religioso de
su descendencia[55]. Josette
fue su única hija, nacida en Suiza en 1919. La pareja llegó a Coro en 1924,
instalándose en la conocida entonces como Casa de la Huerta. En Coro nacieron
Josias (1926) y Ben (1929).
Raimundo
y Marcelle sí siguieron la tradición y su primogénito recibió el nombre de su
abuelo, pero la madre aportó la religión y los niños fueron bautizados. Aunque
apegado a su condición de judío, la familia no recuerda ni asocia a Raimundo
con una práctica religiosa, como sí se recuerda a su tío Sigismundo[56].
Raimundo
Senior Correa fallece en Coro el 30 de diciembre de 1964. Muere judío y es
sepultado como católico en un evento singular. Un bautismo ajeno a la ortodoxia
religiosa fue realizado por el Pbro. Lucas María Arcila; según algunos en la
inconsciencia de Raimundo, según otros, instantes después de su muerte. Aunque
no tuviera valor formal, la ceremonia fue soporte para un grupo familiar donde
ya había desaparecido todo elemento de religiosidad o práctica del judaísmo: “El
deseo de mi papá [Ben Senior] fue que lo enterraran como católico”, recuerda
Iris Senior[57]. El
cuerpo fue trasladado a Caracas y las honras fúnebres fueron católicas, siendo
sepultado en el Cementerio General del Sur junto a su hijo Josias. Tras la
muerte de su esposa Marcelle, ocurrida en Caracas el 31 de marzo de 1983, las
cenizas de Raimundo y Josias fueron trasladas para su definitivo reposo junto a
Marcelle, en el Cementerio del Este de la misma ciudad.
5.5 Miguel
Ángel y Séfora
Miguel Ángel Senior Álvarez Correa casó con su
prima hermana Séfora Curiel Álvarez Correa en 1921. Fue este el último
matrimonio endogámico en la alianza de apellidos Senior-Álvarez Correa, de la
cual resultaron seis bodas.
Probablemente
el retorno a Venezuela aceleró en Miguel Ángel la decisión de formar su propia
familia. Ya era un hombre de empresa, con la responsabilidad de la firma en
Coro y obligado por compromisos familiares a enrumbar su destino personal en el
marco de su grupo cultural y religioso. En octubre de 1920 suscribe esponsales
con Séfora Curiel, siendo participado el evento por la prensa local [58].
Contrajeron matrimonio el primero de octubre de
1921, al año de los esponsales[59],
naciendo en Coro sus hijos Honoria, Iván, Frank y Norman. El menor, Charlie,
nacería en Caracas.
El escenario de vida de esta pareja
asoma la hipótesis de una decisión que enrumbó a sus hijos hacia un mundo
católico. Exceptuando a Honoria -llamada así por una tía materna fallecida-
ninguno de ellos recibió un nombre proveniente de la tradición familiar. Su
primogénito se llamó Iván, recordando la identidad no oficial del tío paterno,
y no Josias, como se llamaba el abuelo. La educación transcurrió en colegios
laicos y sus hijos procedieron al bautismo de manera tan discreta que no ha
quedado documentada en las tradicionales tarjetas de recuerdo, y la familia no
recuerda fechas ni quiénes fueron los padrinos. Con certeza se sabe que el
primogénito, Iván, optó por el catolicismo ya de adulto, siendo bautizado a los
23 años de edad por monseñor Lucas Guillermo Castillo, arzobispo de Caracas y quien
fuera obispo de Coro en el periodo 1923-1939.[60]
La memoria oral y los documentos hablan
del crecimiento de los niños en el marco de un catolicismo que les atraía, y al
que tal vez les orientaba su madre, si no de manera explícita, sí con algunas
de sus actividades: “Yo [Annabella Cupello Senior] tengo una carta de mi mamá
[Honoria Senior] a los siete años, en Coro, donde ella le pide al Niño Jesús
una medalla de oro de la virgen de Coromoto”.[61]
Y es que Séfora abrazó las prácticas del catolicismo y la familia lo tiene muy
presente:
“[Oscar
Senior] Tía Séfora era muy practicante siempre, del catolicismo. (…) Antes de
bautizarse tía Séfora iba a misa y rezaba el rosario. (…) Nosotros íbamos a
Playa Azul y la misa los domingos la primera que estaba era tía Séfora. (…)
Miguel Ángel no era así”[62].
Todo indica que fue la madre, una vez
más, quien orientó la fe religiosa que asumirían sus hijos; manteniéndose el
padre a distancia. Miguel Ángel nunca manifestó interés en una práctica
religiosa particular. Por el contrario, Séfora sí fue apegada a la ritualidad
del catolicismo.
En su vejez, de manera discreta, y
apadrinados por sus hijos Iván y Honoria, fueron bautizados por el obispo de
Coro, monseñor Francisco José Iturriza, el 29 de septiembre de 1972 [63].
Él tenía 78 años y ella 72. Todo indica que, tras una vida sin soporte
religioso e impedidos –tal vez de manera voluntaria- de acercarse a la nutrida
y bien estructurada comunidad sefardita radicada en Caracas, decidieron dar el
paso definitivo. Ya no había comunidad de pertenencia y con ella había
desaparecido la posibilidad de identificarse en su singularidad cultural.
Annabella Senior recuerda a su abuela mencionar a “el dios de mis padres”,
marcando con ello distancia respecto a la que fuera su fe religiosa de
nacimiento[64].
El hilo de la historia es claro: Miguel
Ángel y Séfora transitaron hacia el catolicismo de manera progresiva a lo largo
de sus vidas. Sus hijos procedieron al bautismo y posteriormente les
acompañaron en su propia conversión. Miguel Ángel Senior falleció en Caracas el
11 de abril de 1979. Su esposa le sobrevivió dieciséis años, falleciendo en la
misma ciudad el 27 de junio de 1995. Como sus ancestros, descansan juntos, pero
ahora no en Curaçao, no en el cementerio judío de Coro, sino en un cementerio
laico: el Cementerio del Este, en Caracas.
5.6 Raúl y
Josefa, Oscar y Felicia
Raúl y Oscar Senior, padre e
hijo, descendientes de Morry Senior Henríquez y Emma Álvarez Correa, también
obviaron la endogamia matrimonial. Siguiendo la tradición, Raúl debía casar con
una prima curazoleña, pero la distancia no ayudó a concretar el proyecto. Toda
la planificación en torno a la vida familiar de Raúl se alteró tras conocer en
Barquisimeto a Josefa Castillo Fernández, con quien casó por civil el 28 de
junio de 1930, siendo aceptado por su suegro Lisandro del Castillo, pero no
tanto por su suegra Dolores, católica de comunión diaria en la memoria de su hijo
Oscar. La objeción: el novio era judío.
Pero
Raúl era un judío muy particular. Su hijo recuerda que:
“Mi
papá no había sido judío tampoco, nunca, no tuvo ninguna religión (…) Mi papá
no estuvo expuesto nunca ni a una religión ni a la otra, ni a una comunidad
judía a su paso por Europa”[65].
Ese era
nuestro singular sefardita. La aún pequeña ciudad se sacudió con aquella boda
mixta. La mañana del domingo, el deán de la catedral cuestionó desde el
púlpito: “Anoche se ha cometido el gran sacrilegio, que una hija de María, la
señorita Josefina Segunda del Castillo, se casa con un judío; cómo les parece”.
Pero Josefa hizo caso omiso del cuestionamiento. El nacimiento del primogénito
y único varón, Oscar, el 20 de junio de 1931, saldó las divergencias sobre la
boda a nivel familiar: “Pero inmediatamente yo nací y todo se acabó. Yo fui el
catalizador de la situación. Papá y mamá fueron muy felices en su matrimonio”[66].
Tras Oscar nacerían Alice en 1932, Sarita en 1940 y Josette en 1944.
Precediendo
a Miguel Ángel, Raúl Senior procedió a bautizarse en 1958, poco antes del matrimonio
de su hija Alice; siendo cristianado en la Iglesia Parroquial de Chacao por su
amigo monseñor Enrique María Dubuc, obispo de Barquisimeto. Es posible que la
decisión estuviera en conexión a la necesidad de llevar a su hija hasta el
altar. En el recuerdo familiar, Raúl no recibió presión alguna para su
conversión, siendo un acto de estricta decisión personal. Sólo su hermano
Rubén, judío practicante, expresó su desacuerdo con el acto.
La pauta de la educación en la fe de Oscar
Senior y sus hermanas la marcó su madre, que era católica. Sin embargo, no fue
bautizado a corta edad, y esto fue obstáculo para el ingreso a la escuela
primaria. Siendo los colegios más acreditados instituciones católicas, le fue
negado el ingreso tanto por no estar bautizado como por no estar sus padres
casados por la iglesia. No contaban los directivos con los estrechos lazos de
amistad entre Raúl Senior y monseñor Enrique María Dubuc, mismos que dieron
salida al problema:
“No sé por qué razón, pero había una gran amistad. Mi
papá le dijo a monseñor que cómo podía solucionarse el problema, entonces la
solución fue el bautizo. Mi papá no se negó (…). Papá aprobó la idea de que nos
bautizáramos. Entonces fuimos a la Iglesia de la Divina Pastora, en Santa Rosa,
y el obispo nos bautizó. Los padrinos fueron los mismos de la familia. (…) Tras
ese impasse entramos a los colegios católicos y fuimos católicos desde el
primer momento. Hicimos la primera comunión”[67].
El
bautizo de Oscar y su hermana Alice tuvo lugar en 1936. Sus hermanas menores sí
fueron bautizadas el mismo año de sus nacimientos.
Desechado
el criterio de la endogamia grupal, Oscar inició su familia de destino basado
en una elección personal mediada por lazos amorosos y con la aprobación de sus
padres. A los 23 años casó en Barquisimeto en 1954 con la joven Felicia Pérez
Anzola.
Oscar llegó a estar en
situación particularmente sensible por ser el único varón de su rama, ya que su
tía Rebeca no había matrimoniado y su tío Rubén, pese a dos matrimonios con
primas cercanas, no tenía descendencia, aspirando para su sobrino un enlace que
preservara la endogamia, la alianza de familias, el rescate de la tradición y
la unión de capitales; todo esto esperaba de Oscar el tío Rubén, cuya vida
había transcurrido en Curaçao, marcada por los valores de su comunidad
religiosa. Se había llegado al extremo de programar la fiesta de 18 años de
Oscar para hacer el anuncio del compromiso, sin mediar consulta con el joven ni
su padre. Fue el último intento en los descendientes de Isaac de Abraham Senior
por acordar un matrimonio siguiendo las milenarias tradiciones que excluían a
los futuros esposos de cualquier decisión. Sin embargo, el joven de 18 años
eludió el compromiso y optó por el matrimonio por amor con Felicia. Con Oscar
se cerró, de manera definitiva, el ciclo de enlaces endogámicos en los Senior
López Henríquez.
6. EL BALANCE
La historia del cambio cultural en la familia
Senior López Henríquez sigue el patrón de cambio cultural de cientos de otras
familias sefarditas que, entre los siglos XIX y XX, abandonaron Curaçao para
asentarse en la tierra firme latinoamericana y diversas islas caribeñas.
El
balance de estas bodas y las diversas reacciones y actitudes, gestos y detalles
de los personajes en materia de religiosidad, retrata una red familiar que
desde finales del siglo XIX comenzó a perder su carácter clánico, y esto se
relaciona con la pérdida de su identidad como grupo étnico y religioso.
Recordemos que: “La sociedad
israelita está íntimamente relacionada con su religión
desde sus orígenes como cultura pastoril, donde lo religioso englobaba toda la
vida social-cultural” [68].
En
Coro se dieron cambios profundos en la vida social-cultural: ya no se hablaba
judeoespañol ni portugués, objetos y ritos de culto habían sido olvidados o
deformados en su interpretación, las estructuras comunitarias propias de los
sefarditas (La Dotar, protección a desvalidos, manejo ritual de los
fallecidos…) nunca existieron en Coro, tampoco hubo una estructura de poder
como el parnassim, o jerarquías como
el rabino. En la identidad personal se fueron sustituyendo o combinando los
nombres de tradición familiar con nombres hispanos, ingleses y otros.
Donde
se hizo más evidente el cambio fue en la esfera matrimonial. El impedimento de
mixta religión, que nació para proteger la fe religiosa, tradiciones y
capitales del pueblo judío, fue desacatado abiertamente. De los matrimonios
acordados entre familias se pasó a la imposición del amor romántico, asociado a
la libre elección de la pareja. Esto se unió a la ausencia en Coro de una
vigorosa práctica religiosa, pues como ya vimos se carecía de rabino y
sinagoga. La mesa estaba servida tanto para la ruptura definitiva en materia de
fe como para la destrucción de las estructuras familiares que permitían la
reproducción de los capitales en un ciclo permanente de alianzas económicas y
matrimoniales sustentadas en el fuero religioso. Las distintas familias de
destino que surgieron tomaron rumbos asociados a las nuevas dinámicas
socio-culturales que enfrentaban. La milenaria red comercial-étnica no pudo
sustentarse en este nuevo escenario.
Las
familias mixtas que emergieron de los Senior López Henríquez a partir de
Abraham Haim, no podían transmitir otra religión que no fuera la de las madres.
Milenaria costumbre judeo-cristiana: la madre educa en la fe. Las madres cristianas
de la familia venían de una práctica consistente, las madres sefarditas:
Auristela, Sara y Séfora; no vivieron el mismo escenario, y esta debilidad en
la vivencia del judaísmo fue transmitida a sus descendientes, potenciándose
para culminar en la adopción de una nueva fe religiosa: la de la sociedad
católica.
Los
Senior transitaron por la vía del cambio cultural a una nueva identidad grupal
y social. Cultura e identidad están estructuralmente conectados. Apropiarse, asimilarse,
a la sociedad venezolana exigía pasar de un cuerpo de valores a otro. De ser un
“otro”, el cambio cultural les permitió pasar a formar parte del grupo criollo.
La frontera cultural desapareció y la identidad pasó a ser construida con
nuevos elementos, entre ellos la nueva religión y nuevas pautas para construir
las familias de destino.
[1] Blanca De Lima e Isidoro
Aizenberg, “Bodas judías en el Coro del siglo XIX”. Tierra Firme 100
(2007), pp. 597-613.
Blanca De Lima e Isidoro Aizenberg,
“Amor y mujer: esponsales y dotes judías en el Coro del siglo XIX”. Montalbán
42 (2008), pp.
83-108.
Isidoro Aizenberg y Blanca De Lima,
“De María a Josefina. Exogamia y supervivencia judía en la comunidad sefardita
curazoleña y sus comunidades satélites”. Tiempo
y Espacio 61 (2014), pp. 241-266.
Blanca De Lima, “La Nación Portuguesa en la Diáspora: Los Abinun de Lima entre Curazao y Coro, Venezuela”, en La Península Ibérica, el Caribe y América Latina: Diálogos a través del Comercio, la Ciencia y la Técnica (Siglos XIX-XX), Ed. Xavier Antonio da Abreu, Évora, Publicações do Cidehus, 2017, pp. 179-199.
[2] Clifford Geertz, La interpretación de las culturas,
Barcelona, Gedisa, 1992.
J. S. Kahn (Ed.), El concepto de cultura: textos fundamentales, Barcelona, Anagrama,
1975.
[3] Josette
Capriles, Once Jews. Stories of Caribbean
Sephardim, Princeton, EUA, Markus Wiener Publishers, 2009.
[4]
Eva Abraham,“Marriage and the family in a white Caribbean elite”, Anthropologica,
22 (1), 1980, pp. 119-134.
Eva Abraham-Van
der Mark, “Marriage and concubinage among the Sephardic merchant elite of
Curaçao”, en Women and change in the Caribbean. A
Pan-Caribbean perspective, Ed. J. Momsen,
EUA, Indiana University Press., 1993, pp.38-49.
[5] El paecismo, llamado así por el
presidente José Antonio Páez, abarca el periodo 1830-1847. Bajo el paecismo el
Estado redujo al mínimo sus funciones, teniendo como norte hacer cumplir el
marco legal, mantener el orden público interno, la defensa exterior, educación
y algunas obras públicas. En lo social fue conservador, pues mantuvo la
esclavitud, la pena de muerte, el catolicismo como religión oficial, el voto
restringido a la elite social y económica y la preeminencia de comerciantes,
propietarios e intelectuales por sobre el resto de la población.
[6] Celestino
Arauz, El contrabando holandés en el
Caribe durante la primera mitad del siglo XVIII, Tomo I, Caracas, Academia
Nacional de la Historia, Colección Fuentes para la Historia Colonial de
Venezuela. N° 168, 1984, pp. 47-48.
[7] Isidoro Aizenberg, La comunidad judía de Coro, 1824-1900. Una
Historia, Caracas, Edición Asociación Israelita de Venezuela, 1995, pp.
33-47.
Samuel Garzón, “Importante
descubrimiento para la historia del judaísmo en Venezuela”, Maguén-Escudo 177 (2016), pp. 11-14.
[8] Maarten-Jan Bakkum, La comunidad judeo-curazoleña de Coro y el
pogrom de 1855, Caracas, Edición INCUDEF-CIHEF, 2001, pp. 53-63.
[9] Blanca De
Lima, “La primera fase del capitalismo industrial en Coro (1878-1910)”. Revista de Ciencias Sociales y
Educativas-UNEFM 1 (2004), pp. 81-104.
Blanca De Lima, Coro: fin de diáspora. Isaac A. Senior e hijo. Redes comerciales y
circuito exportador (1884-1936), Caracas, Edición FHE-UCV, 2001, p. 26.
[10] “Ketubá de Isaac Senior y
Raquel López Henríquez”, Coro, 9-I-1861, en Archivo Histórico del Estado
Falcón-Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (AHEF-UNEFM), Sección Instrumentos Públicos (SIP), T.
LXVIII (1858-1862), folios 354v.-355.
“Registro de matrimonio de Isaac Senior
y Raquel López Henríquez” en Archivo Nacional de Curaçao (ANC), Sección Registro Civil (SRC), 1866, Doc.
N° 91.
[11] ANC, SRC, Libro N° 92, Registro N° 294, folios. 52v.-53.
[12] Blanca De
Lima, “De Curazao a la tierra firme venezolana: historia familiar de Abraham de
Mordechay Haim Senior y Leah de David Senior”, Maguén-Escudo 172 (2014), pp. 30-39.
[13] La historia de esta firma y su
perfil exportador se desarrollan en: B. De Lima, Coro: fin de diáspora…
[14] M. Bakkum, La comunidad…, p. 67.
B. De Lima, Coro: fin de diáspora…, pp. 39-40.
[15] Fernando Benet, Guía General de Venezuela, Tomo I,
Leipzig, Oscar Brandstetter, 1929, p. 583.
[16] “Libro de Inventario
de Mercancías, enero 1866-diciembre 1871”, en AHEF-UNEFM, Fondo Senior (FS).
[17] ANC,
SRC, Defunciones 1885, Acta N° 360.
[18] Francis Karner, The Sephardics of Curaçao. A Study of Socio-Cultural Patterns in Flux, Assen, Van Gorkum & Comp. N. V., 1969, p. 12.
[19] Alan Benjamin, Jews of the Dutch Caribbean. Exploring
Ethnic Identity on Curaçao, Routlegde, Inglaterra, 2002, pp. 113-114.
[20] Matrimonios 1828, Acta N° 38 (Isaac Maduro). Matrimonios 1831, Acta N° 34 (Simon Maduro). Matrimonios 1877, Acta N° 7 (Jonathan Maduro), en Archivo Nacional
de Aruba (ANA).
[21] “Decreto N° 82, firmado por
Guillermo I, legitimando los hijos de Isaac Abinun de Lima y Regina Jesurun”,
La Haya, 21-I-1839, en Archivo Nacional La Haya. Depósito General de Archivos
Estatales. Ministerio de Colonias, Secretaría
de Estado, Inventario N° 5019.
[22] ANA, Matrimonios 1851, Acta N° 36.
[23] “Libro de
Trabajo N° 57”, en ANC, Libros de
Gobierno Colonial, p. 596A-597B.
“Reconocimiento
notarial que hace Manuel Penso de sus hijos habidos con Clementina Pensu”,
Curaçao, 12-VIII-1862, en ANC, Sección
Protocolos Notariales 1862, N° de Inventario 50, Documento N° 163.
[24] “Acta
de legitimación de hijos con Dorothea Elisabeth Lingstuyl que hace Moses van
Samuel Levy Maduro”, Curaçao, 17-IV-1852, ANC, SRC, Acta N° 7.
[25] ANC, SRC, Matrimonios 1866, Acta N° 100.
[26]
Isaac Emmanuel y Suzanne Emmanuel, History
of the Jews of the Netherlands Antilles, Tomo I, EUA, American Jewish
Archives, 1970, p. 269.
[27] Cuaderno
de circuncisiones de Moses Frois Ricardo (1840-1878), en Museo Sefardí de
Caracas Morris E. Curiel, Colección Bibliográfica, Registros N° 22 y N° 36.
[28] I. Aizenberg, La comunidad… p. 100.
[29] José Ferrater, Diccionario de Filosofía, Tomo I, Buenos
Aires, Editorial Sudamericana, 1964, p. 692.
[30] “Ketubá de Isaac Senior y
Raquel López Henríquez”, Coro, 9-I-1861, en
AHEF-UNEFM, SIP, Tomo LXVIII,
folios 354v.-355.
[31] Cuaderno de
circuncisiones de Moses Frois Ricardo (1840-1878), en Museo Sefardí de Caracas
Morris E. Curiel, Colección Bibliográfica, Registro N° 98.
[32] “Escritura
esponsalicia de Isaac Moreno y Sara Levy Maduro”, San Luis, 23-VII-1841, en AHEF-UNEFM,
SIP, Tomo LXIII, folios 145v.-146v.
[33] “Carta dotal de Raquel López
Henríquez”, Coro, 2-I-1861 en Archivo Familiar Senior Phelan, Miami, EUA.
[34] Yosef Kaplan, Judíos nuevos en Ámsterdam, Gedisa
Editorial, España, 1996, pp. 109-117.
[35] Daniel
Swetschinski, “Kinship and commerce: the foundations of Portuguese Jewish life
in seventeenth-century Holland”, Studia
Rosenthaliana (15) 1, 1981, pp. 52-74.
[36] Cuerpo
de leyes, decretos y resoluciones sancionados por los congresos de Venezuela en
los años de 1840, 41 y 42, Caracas, Imprenta de Valentín Espinal, 1843.
[37] I. Aizenberg, La comunidad … pp. 33-48.
[38] Blanca De Lima, “Dolor y amor,
ángeles y plañideras: cementerio judío de Coro”, Apuntes 1-2 (2005), pp. 56-69.
[39] J. Capriles, Once Jews… pp. 219-222.
[40] Blanca De
Lima, Informe final de historia. Fichas
biográficas de personas sepultadas en el cementerio judío de Coro, Coro,
UNEFM, Centro de Investigaciones Históricas Pedro Manuel Arcaya, 2011, p. 13
Ficha N° 39, p. 31 Ficha N° 94, p. 35 Ficha N° 106, p. 39 Ficha N° 125.
[41] Adelaida Sourdis
Nájera, Los judíos sefardíes en
Barranquilla. El caso de Jacob y Ernesto Cortissoz, Cartagena, Universidad
Jorge Tadeo Lozano Seccional del Caribe, Serie de Estudios sobre la Costa
Caribe, N° 2, 1999, p. 17.
Fredy González
Zubiría, Emigrantes holandeses de Curazao
a Riohacha en el siglo XIX, Barranquilla, Colombia, Editorial Orígenes, 2011,
pp. 50-53.
[42] La Industria, Coro, 27-V-1880,
p.1. La Industria, Coro, 21-X-1880, p. 1.
[43] AHEF-UNEFM, Defunciones Coro (DC) 1887, f. 58v, Acta Nº 265.
[44] Entrevista a Oscar Senior
Castillo, hijo de Raúl Senior Álvarez Correa (EOS). Caracas, 4-02-2014.
[45] AHEF-UNEFM, FS, Caja 11 (1896-1897), Docs. 310, 311,
320, 321 y 322.
[46] El Águila. Coro, 11-VI-1904, p. 4. El Águila. Coro, 8-VII-1904, p. 2.
[47] El Águila. Coro, 26-IV-1907, p. 4.
[48] Enzo Traverso, “De la emancipación al
exilio: el cosmopolitismo de los judíos alemanes”, en Cosmópolis. Figuras del exilio judeo-alemán, Ed. Enzo Traverso,
México, Edición UNAM-Fundación Cultural Eduardo Cohen, 2004, pp. 27-28.
[49] Norbert Elías
en Traverso, “De la emancipación…”, p. 30.
[50] EOS, Caracas, 4-02-2014.
[51] EOS, Caracas, 4-02-2014.
[52] “Matrimonio de Abraham Haim
Senior y Rosario Molina”, Coro, 15-IV-1894, en Archivo General
Alcaldía del Municipio Miranda, Estado Falcón (AGAMM), Fondo
Histórico, Secretaría de Cámara, Serie
Matrimonios, folio 12v., acta S/N.
[53] Caño Amarillo, Coro, 15-IV-1894, p. 4.
[54] Entrevista a Edna Molina y
Mercedes Arocha, nietas de Sigismundo Senior, Coro, 31-08-2010.
[55] “Acta de matrimonio de Raimundo
Senior y Marcelle Mertzlufft.”, Zurich, 12-VIII-1922, en Archivo Familia Senior
Phelan, Miami, EUA.
[56] Entrevista a
Caresse Lansberg Senior, nieta de Raimundo Senior Álvarez Correa, Caracas,
6-02-2014.
[57] Correo electrónico Iris Senior,
hija de Ben Senior Mertzlufft, 6-10-2014.
[58] El Día, Coro, 4-X-1920. p. 2.
[59] AGAMM, Estado Falcón, Fondo Histórico,
Secretaría de Cámara, Serie Matrimonios, Código 005-1-006-01, Acta S/N,
folio 91.
Médanos y Leyendas, Coro, 31-X-1920, p.12.
[60] “Certificado de bautismo de
Iván Senior”, Caracas, 14-I-1953, en Archivo Familia Cupello Senior.
[61] La virgen de Coromoto es la
patrona de Venezuela, declarada como tal por el papa Pío XII en 1950.
[62] EOS, Caracas,
4-02-2014.
[63] Arquidiócesis de Coro, Archivo
Catedral de Coro (ACC), Sección Bautismos,
Libros de Bautismo N° 37 (1970-1975), folio 248,
actas N° 1194 y N° 1195.
[64] Entrevista a Annabella Cupello
Senior, nieta de Miguel Ángel Senior Curiel, Caracas, 5-02-2014.
[65] EOS, Caracas,
4-02-2014.
[66] EOS, Caracas,
4-02-2014.
[67] EOS, Caracas,
4-02-2014.
[68] Blanca De Lima e Isidoro
Aizenberg, “Bodas judías en el Coro del siglo XIX”, Tierra Firme 100, (2007), pp. 597-614.
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